Algo mejor que la Pascua Florida
¿Alguna vez se ha preguntado cómo fue que la Pascua Florida llegó a tener la popularidad de que goza hoy?
¿Tiene o no importancia conocer la verdad sobre este asunto? Jesucristo mismo dijo: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Por supuesto, Jesucristo se refería a ser liberados del engaño religioso.
Si nos remontamos en el pasado, una fecha clave en el establecimiento de la Pascua Florida fue el año 325 d.C. En ese entonces, el emperador romano Constantino llevó a cabo una asamblea con unos 250 obispos en Nicea, ciudad situada en lo que hoy es el noroeste de Turquía, cerca de la actual Estambul. Dicha asamblea se conoce históricamente como Concilio de Nicea.
¿Qué tiene que ver la Pascua Florida con este concilio? En realidad, éste sentó las bases para la eliminación de las fiestas bíblicas reveladas en la Biblia, y también para el establecimiento de las fiestas falsas que no se encuentran en la Biblia, incluida la Pascua Florida.
Constantino y el Concilio de Nicea rechazan prácticas bíblicas
En este concilio, bajo la estricta supervisión de Constantino, la mayoría de los obispos respaldó el cambio de la observancia de la Pascua judeocristiana por la celebración de la Pascua Florida, entre otros temas.
Debe entenderse que aunque ellos llamaban Pascua o Pascha a la nueva celebración de la resurrección de Jesús, ésta no era la Pascua de la Escritura, sino una celebración de orígenes paganos. Más tarde recibiría distintos nombres según el idioma, como Pascua Florida o de Resurrección, Easter (en alemán e inglés), etc.
Esta disputa se conoce en la historia como la Controversia Pascual. Lamentablemente, en la práctica tenemos solo una versión de los hechos.
James Carroll, al escribir sobre el Concilio de Nicea en su libro Constantine’s Sword [La espada de Constantino], explica el proceder del emperador romano: “Inmediatamente después de su ascenso al poder como el único gobernante del imperio [324 d.C.], y solo entonces, Constantino hizo valer su derecho de ejercer autoridad absoluta sobre toda la Iglesia. Él hizo esto a pesar de que no era bautizado y, algo nada raro en él, no lo sería hasta poco antes de morir” (2001, p. 188, énfasis nuestro en todo este artículo).
Después de este concilio, Constantino escribió una descarada carta antisemita a las iglesias en el Imperio romano, haciéndoles saber su posición acerca de la controversia sobre la Pascua judeocristiana y la Pascua Florida.
He aquí parte de lo que escribió como justificación para que los cristianos abandonaran la fiesta bíblica de la Pascua, que el pueblo judío había observado durante mucho tiempo en cumplimiento de los mandamientos de Dios: “En primer lugar, pareció que era indignante que se cumpliese con esa santísima festividad siguiendo la práctica de los judíos,quienes al haber manchado sus manos con nefando crimen,forzosamente han de tener, los desgraciados,ensombrecidas sus almas. Dejando a su suerte este pueblo, en nuestra mano está el prolongar hasta los tiempos venideros la observancia de este ordenamiento, según una prescripción más veraz que hemos conservado intacta desde el primer día de la pasión hasta el presente.
“Por tanto, no tengáis nada en común con esa detestable chusma judaica;pues otra es la vía que hemos recibido del Salvador, nuestra sacratísima religión dispone de todo un legítimo y apropiado historial. Aferrados a él en total comunión, abstraigámonos . . . de aquella su abyecta conciencia. Pues es, de verdad, del todo absurdo que anden aquellos vanagloriándose del hecho de que, sin participar en su doctrina, no seamos capaces de guardar esa festividad” (citado por Eusebio de Cesarea,Vida de Constantino,libro III, capítulo 18).
A primera vista pareciera que Constantino estaba atacando solo a los judíos, pero note lo que Mal y Donna Broadhurst perspicazmente señalan: “El hecho de que el cristianismo nunca tuvo comunión religiosa con los judíos no cristianos significa que los judíos a los que se hace referencia eran judíos cristianos.La referencia a los judíos que instruían a los cristianos sobre cómo celebrar la fiesta cristiana de la Pascua solo podría ser aplicable a los judíos cristianos, pues los judíos no cristianos no les enseñarían a los cristianos cómo observar la Pascua. La comunidad de la que Constantino quería que la Iglesia se apartara era la de los judíos cristianos” (Passover Before Messiah and After [La Pascua antes y después del Mesías], 1987, p. 147).
De hecho, los líderes del judeocristianismo, sucesores del grupo que había preservado las creencias predominantes durante el primer siglo después de la fundación de la Iglesia, no fueron invitados a este concilio, o bien, como sabían de qué se trataría, no se hicieron presentes.
Como señalan los Broadhursts: “Constantino aparentemente dio inicio a su plan de unificar la iglesia simplemente dejando de invitar a cualquier representante judío (cristiano) al concilio. (Es posible que los líderes de las iglesias judías hayan sido invitados y se negaran a acudir, pero otros hechos relativos al concilio condujeron a la conclusión anterior). Las listas de los asistentes al concilio muestran que todos tenían nombres griegos. Ninguno de los presentes tenía nombres judíos característicos. Los delegados palestinos eran de las ciudades costeras, habitadas principalmente por gentiles. Se sabe que había obispos judíos en Palestina en esa época” (p. 146).
Constantino amenaza a “Cuartodecimanos”
Como emperador, Constantino no toleraba la disidencia, así que rápidamente amenazó de muerte a quienes no obedecieran las enseñanzas de la Iglesia Católica. El historiador Robin Lane Fox anota: “En el Concilio de Nicea, el propio emperador decretó sentencia criminal de exilio a los obispos que rehusaran firmar.Además, investigó otros reportes de herejía”(Pagans and Christians [Paganos y cristianos], 1986, p. 656).
Finalmente, los obispos que no estuvieron de acuerdo con las decisiones tomadas en Nicea fueron exiliados y sus obras, prohibidas. Entonces comenzó una feroz persecución contra los judíos cristianos y otras personas rotuladas como herejes. Así que la Iglesia católica, que anteriormente había sido perseguida, se convirtió en el principal perseguidor de aquellos que optaron por obedecer los mandamientos de la Biblia en lugar de los mandamientos de una iglesia que se había acomodado al mundo.
Los Broadhurst amplían su explicación diciendo que “la Controversia Pascual fue ‘resuelta’ —no teológica, sino políticamente— en el Concilio de Nicea, mediante la eliminación de uno de los bandos;se había establecido así la ley eclesiástica. Ya ningún cristiano podría celebrar la Pascua cristiana tal como [el apóstol] Juan, Felipe y otros judíos [cristianos] la habían celebrado. Todos estaban obligados a celebrarla el domingo siguiente al 14 [de Nisán]. Los hasta entonces respetados ‘cuartodecimanos’ que persistieran en la práctica que habían heredado de los apóstoles, serían en lo sucesivo tildados de herejes”(p. 148).
¿Cuál fue el resultado de este concilio? El historiador Jesse Hurlbut describe con franqueza las consecuencias: “Aunque el resultado del triunfo del cristianismo fue muy bueno, inevitablemente la alianza del Estado y la iglesia también trajo en su curso muchos males.El cese de la persecución fue una bendición, pero el establecimiento del cristianismo como religión del Estado llegó a ser una maldición.
“Todos procuraban ser miembros de la iglesia y a casi todos los recibían . . . Las formas y ceremonias del paganismo gradualmente se fueron infiltrando en la adoración. Algunas de las antiguas fiestas paganas llegaron a ser fiestas de la iglesia con cambio de nombre y de adoración . . . Debido al poder ejercido por la iglesia, no vemos al cristianismo que transforma al mundo a su ideal, sino al mundo que domina a la iglesia”(Historia de la Iglesia Cristiana,1918, pp. 45-46).
Año 325 d.C., inicio de la Etapa del Oscurantismo
Así pues, el año 325 d.C. fue crucial en cuanto a lo que ha llegado a ser el cristianismo tradicional.
“En lo que se refiere a la Pascua cristiana”, concluyen los Broadhurst, “el comienzo de la Etapa del Oscurantismo se puede establecer en el año 325 d.C., con el Concilio de Nicea. Junto con darle la espalda a los judíos [cristianos], los gentiles también le dieron la espalda a las Escrituras Judías [es decir, el Antiguo Testamento].
“Desecharon el aporte judío a su fe, estilo de vida, y forma de adoración . . . Fue necesaria una gran reforma, siglos después [en los años 1 500] para comenzar a reparar el horror y la destrucción que la iglesia trajo al mundo cuando los gentiles en Nicea adoptaron formalmente la política de ‘no tener nada en común con los judíos’” (p. 149).
Unos años más tarde, en el año 332 d.C., Constantino volvió a reprender severamente a quienes se oponían a las enseñanzas católicas con esta advertencia: “Pues bien, como ya no es posible soportar por más tiempo ese desbarajuste que nace de vuestra iniquidad, por la presente ley prohibimos que tenga cualquiera de vosotros en adelante la osadía de celebrar asambleas.
“Por ende, hemos ordenado que se requisen todos vuestros edificios en los que haceís las asambleas, y hacemos llegar nuestra solicitud tan lejos que no solamente en público, pero ni en casa particular. . . puedan llevarse a cabo los conciliábulos de vuestra superticiosa demencia. . . todos los que estáis realmente interesados en la verdadera y pura religión, id a la Iglesia Católica y participad de su santidad,por cuyo medio también podréis haceros de la verdad” (citado por Eusebio, La Vida de Constantino, libro III, capítulo 64-65).
Finalmente se produjo un baño de sangre, y los que no se sometieron a la Iglesia de Roma, unida ahora al poderoso Imperio romano, sufrieron una persecución implacable. Sobre las secuelas del Concilio de Nicea, el famoso historiador Will Durant dijo: “Probablemente fueron asesinados más cristianos por los mismos cristianos en estos dos años (342-343 d.C.) que en todas las persecuciones de cristianos por los paganos en la historia de Roma” (The Story of Civilization [La historia de la civilización], vol. 4, 1950, p. 8).
La Iglesia de Roma adopta el calendario romano
Debido a las decisiones del Concilio de Nicea, el calendario romano pagano reemplazó al calendario judío para determinar las fechas de las nuevas fiestas así llamadas “cristianas”. Los que continuaron observando la Pascua judeocristiana tuvieron que pasar a la clandestinidad, pues junto con otros “herejes” estaban en la mira de la iglesia dominada por Constantino y sus sucesores.
El historiador de la Iglesia Henry Chadwick señala acerca de la controversia sobre la Pascua: “La intervención de Víctor de Roma [obispo romano que impuso la observación de la Pascua Florida en reemplazo de la Pascua cristiana bajo pena de excomulgación] resultó ser un éxito en el sentido de que su criterio finalmente prevaleció, pero eso ocurrió mucho antes de que los que guardaban la Pascua el día catorce (apodados Cuartodecimanos) se extinguieran.
“Este grupo aún existía en el siglo IX a pesar del vigor con que se les opusieron los concilios de la iglesia. Era imposible que en un asunto de tanta importancia se permitiera la diversidad, pero no cabe duda de que los Cuartodecimanos estaban en lo cierto al creer que habían preservado la más antigua y apostólica de las costumbres. Se habían convertido en herejes simplemente por ser anticuados” (The Early Church [La Iglesia primitiva], 1967, p. 85).
Así, durante un periodo de 1 260 años –aproximadamente desde el año 325 d.C. hasta el 1585 d.C., los cristianos que continuaron obedeciendo las instrucciones de la Biblia acerca de la Pascua tuvieron que huir y esconderse de las crueles persecuciones de la iglesia y del Estado durante los siglos siguientes.
Finalmente se levanta el telón del periodo de la persecución religiosa
Solo durante el reinado de la reina Isabel de Inglaterra se concedió cierto grado de tolerancia religiosa, de modo que los herederos del legado de los judíos y los cristianos gentiles, quienes siguieron las prácticas originales de Jesús y los apóstoles, finalmente pudieron salir a la luz.
En 1585 estalló la guerra entre Inglaterra y España, más que todo por la pretensión española de imponer a la fuerza la fe católica en Inglaterra. España perdió la guerra y también su famosa Armada Española; por tanto, en Inglaterra continuó la práctica de la libertad religiosa, que se extendió a sus colonias en el extranjero, entre ellas los Estados Unidos y Canadá.
Curiosamente, en la Biblia hay una profecía que describe cómo la Iglesia, simbolizada por una mujer, tendría que huir y esconderse por su seguridad durante 1 260 días (Apocalipsis 12:1-6). Según las Escrituras, un día en el contexto profético puede equivaler a un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6). Por lo tanto, este período mencionado en Apocalipsis 12 bien podría referirse a la Iglesia cuando tuvo que huir de las violentas persecuciones durante aquellos terribles 1 260 años— hasta que finalmente concluyó ese periodo de tinieblas y comenzó una nueva era de tolerancia religiosa.
En gran parte, gracias a lo que sucedió entonces es que ahora podemos disfrutar de la libertad de culto en las naciones civilizadas de nuestros días.
Al retorno de Cristo, el mundo guardará las fiestas de Dios
Demos ahora un salto hasta el siglo XXI; después de lo que hemos leído, ¿no sería legítimo preguntarnos si no existe algo mejor y más bíblico que la Pascua Florida?
Para responder a esto, imaginemos por un momento la siguiente escena: Jesucristo finalmente ha vuelto a reinar sobre la Tierra, tal como había prometido (Mateo 24:30). Todas las naciones son convocadas a reunirse en Jerusalén, donde se ha establecido su reino de justicia. Él ordena que todos celebren sus fiestas solemnes, y quienes no lo hagan serán castigados con severidad. Por último, todas las naciones aceptan su gobierno y obedecen sus enseñanzas. Entonces, por fin hay paz, alegría y armonía en la Tierra.
Usted se preguntará, ¿qué festividades se celebrarán en ese entonces? ¿Podemos saberlo?
¡Por supuesto que sí! La respuesta está en su propia Biblia, y la Palabra de Dios no miente (Juan 10:35).
La Pascua Florida reemplaza a la Pascua cristiana y la Fiesta de Panes sin Levadura
Poco antes de su muerte, Jesús profetizó a sus discípulos cuál fiesta se celebraría a su regreso. Él dijo: “¡Cuánto he deseado comer esta Pascua con vosotros antes que padezca! Porque os digo que ya no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios” (Lucas 22:15-16). Claramente, una de las fiestas que Cristo volverá a celebrar cuando establezca su reino es ¡la Pascua cristiana!
Asimismo, el apóstol Pablo les recordó a los hermanos en Corinto que celebraran la Pascua judeocristiana. Él escribió: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:7-8).
Así que esta fue una de las fiestas eliminadas del calendario cristiano cuando el Concilio de Nicea resolvió no seguir la instrucción bíblica ni sus fiestas, sino más bien establecer en el largo plazo una nueva forma de contar el tiempo. Como hemos visto, el Concilio de Nicea atacó primero a esta primera fiesta bíblica —la Pascua judeocristiana—, estableciendo en su lugar la Pascua Florida. Lógicamente, ya que las siete fiestas de Dios están agrupadas como un todo en Levítico 23, este decreto afectaría también la observancia de las otras seis fiestas bíblicas.
Este reemplazo de las fiestas bíblicas por las fiestas creadas por el hombre no se debe tomar a la ligera. Siglos antes, en el libro de Daniel fue profetizado que tal cambio eventualmente ocurriría, y que un futuro y soberbio gobernante trataría de cambiar la ley y los tiempos bíblicos. Teniendo en cuenta la dualidad en la mayor parte de la profecía bíblica, los cambios impuestos sobre las fiestas de Dios en ese entonces constituirían un cumplimiento parcial de lo que finalmente ocurrirían con mayor intensidad durante los últimos tiempos.
A propósito de estos eventos, Dios había predicho: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en mudar los tiempos [las fechas del calendario] y la ley” (Daniel 7:25). Recuerde que únicamente la Biblia, como la Palabra inspirada de Dios, puede determinar cuáles son los días santificados por Dios y cuándo deben observarse, todo lo opuesto a observar fiestas inventadas por el hombre.
La Fiesta de los Tabernáculos – otra fiesta verdadera
Es un hecho que Dios le dio al profeta Zacarías una visión de ese futuro Reino de Jesús en la Tierra, durante el cual él impondrá la observancia de las fiestas de Dios. En este caso se enfatiza la observancia de la fiesta bíblica de los Tabernáculos.
Note lo que dice Zacarías 14:3-19: “Después saldrá el Eterno y peleará contra aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente . . . Y el Eterno será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Eterno será uno, y uno su nombre . . .
“Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos . . .
“Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que el Eterno herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos.Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos”.
Efectivamente, hay una festividad mucho mejor y de mayor provecho que la Pascua Florida: la Pascua judeocristiana, que fue celebrada por los apóstoles de Jesús y la Iglesia primitiva. Y aunque fue erradicada en gran parte después del Concilio de Nicea en el año 325 d.C., los fieles de Dios han seguido celebrando esta fiesta bíblica profundamente significativa, a pesar de las amenazas de persecución y hasta de muerte.
Así, pues, anticipamos con ansias el día en que Jesucristo regrese y restaure todas estas fiestas cristianas genuinas, que fueron reemplazadas hace mucho tiempo por hombres ignorantes de la verdad. La buena noticia es que actualmente podemos celebrar todas sus fiestas y regocijarnos en ellas cada año en maravilloso compañerismo y, como predijo Jesús en Juan 4:23-24, realmente “adorar al Padre en espíritu y en verdad”.