“Abundará el pecado por todas partes”
La fibra moral de nuestra sociedad parece estar desintegrándose a un ritmo alarmante. Desde los más altos mandos hasta las calles de los barrios, la anarquía desenfrenada hace de las suyas. La decadencia moral está en todas partes y se manifiesta de diversas formas: aumento de la delincuencia, negligencia al juzgar a los malhechores, liberación de los delincuentes y deterioro de los valores tradicionales, entre otras. Para que una población civilizada perdure, es indispensable que se cumplan las leyes y que haya regulaciones relativas a la conducta humana y la protección de los derechos individuales. De lo contrario, todo desemboca en caos.
Mediante una profecía sobre los acontecimientos mundiales, Jesucristo advirtió casi 2000 años atrás que justo antes de su regreso, “[se multiplicaría] la maldad” (Mateo 24:12). ¿Será la creciente corrupción, la infracción de la ley y la inmoralidad de nuestros tiempos una señal del fin de esta era? Todo esto encaja muy bien con los sucesos que vemos a menudo. Esto es evidente incluso entre quienes afirman seguir a Jesús. ¿Qué va a hacer usted cuando se desmoronen los cimientos de la sociedad?
Crimen fuera de control
Asesinatos, violaciones, robos, revueltas y agresiones: si observamos las estadísticas sobre delincuencia, causa escalofríos darse cuenta de que cada número representa una víctima. Detrás de cada caso hay una persona: una esposa, un esposo, un hijo, un abuelo. Los delincuentes desprecian las leyes destinadas a proteger a las personas y cada vez actúan con mayor desenfreno, lo cual es culpa de las autoridades y de su propia interpretación de lo que es bueno y lo que es malo.
En lugar de hacer pagar a los delincuentes por sus fechorías, vemos cómo se les extiende indulgencia e incluso cómo se fomenta la anarquía. Un ejemplo de ello es el apoyo dado a quienes proponen desfinanciar a la policía o prescindir de ella. Muchos policías han llegado a tal grado de frustración a causa de la aversión hacia las fuerzas del orden, que han renunciado, se han jubilado o han cambiado de profesión. La política de fronteras abiertas no solo socava la integridad de los sistemas nacionales de inmigración sino que también amenaza la seguridad pública, ya que muchos migrantes son admitidos a pesar de tener malas intenciones.
El aumento de la violencia y la delincuencia es absolutamente preocupante. Desde actos de violencia sin sentido en nuestras calles, como golpear a algún extraño en la cara de forma indiscriminada, hasta sindicatos del crimen y carteles de drogas que actúan impunemente, pareciera que la ley y el orden han pasado a segundo plano frente a lo políticamente correcto y los movimientos de justicia social. En los días previos a las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos se produjeron violentos disturbios, manifestaciones en las calles, quema de edificios públicos, heridos y asesinatos. ¿Qué nos depararán las próximas elecciones?
Junto con el colapso moral, es cada vez más frecuente que la gente desahogue su ira sobre los demás, como en el caso de los incidentes provocados por la furia al volante. Los noticieros están colmados de terribles detalles acerca de asesinatos en hogares, escuelas y lugares de trabajo, y podríamos seguir hasta el infinito. Todo esto se parece mucho al mundo antes de que Noé entrara en el arca, cuando “la tierra [estaba] llena de violencia” (Génesis 6:11).
Mentir es el sistema del mundo
Además, estamos presenciando una inquietante tendencia: aquella de mentiras políticas y corrupción en los Gobiernos, el mundo académico, la ciencia y las grandes tecnologías. La verdad está siendo suprimida y distorsionada para acomodarla a los propósitos de la política, y quienes se atreven a hablar abiertamente a menudo son silenciados o discriminados. Este deterioro de la verdad y la integridad destruye los cimientos de nuestra sociedad.
Actualmente, mentir es lo más común. ¿En quién se puede confiar? Los expertos en medios de comunicación y los funcionarios gubernamentales participan en un flujo constante de manipulación psicológica, que es una forma de abuso en la cual las personas reciben deliberada y sistemáticamente información falsa para que cuestionen su propia cordura, su memoria o su percepción de la realidad. ¿Cómo es posible que el jefe de Seguridad Nacional de Estados Unidos haya afirmado reiteradamente ante el Congreso que la frontera entre Estados Unidos y México es segura, cuando evidentemente no es así? Los principales medios de comunicación no se habían opuesto a esta narrativa sino hasta hace poco. Todo debe ser “verificado con hechos” pero, con frecuencia, quienes verifican esos hechos son también parte del engaño aunque a veces ellos mismos, sin darse cuenta, han adoptado también una perspectiva falsa.
Las relaciones internacionales son más corruptas que nunca. La hipocresía y el soborno son un gran componente de la política entre las naciones, cuyos diplomáticos se sientan a conferenciar para mentirse mutuamente. Las naciones hacen pactos entre sí solo para infringirlos cuando les conviene.
La ley de Dios exige honestidad e integridad, pero todos se han rebelado. “Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice el Eterno” (Jeremías 9:3). En cambio, sucumben a la influencia de Satanás el diablo, el “padre de mentira” (Juan 8:44).
En nuestro mundo, todos deben arrepentirse de sus malas conductas: desde presidentes, congresistas, medios de comunicación, hasta el grueso de la sociedad. Ningún verdadero siervo de Jesucristo consideraría ser parte de la corrupción de este mundo. Apocalipsis 21:8 nos advierte que “todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.
Una sociedad que ha perdido su brújula moral
En la sociedad hay una creciente percepción de que algo anda terriblemente mal. En Estados Unidos es evidente que la Constitución no se respeta, y quienes la defienden son ridiculizados. Es cada vez más obvio que los líderes de la nación ignoran las leyes del país, las cuales han sido vitales para garantizar la paz y la seguridad. Peor aún, la gente ve cómo son tergiversadas. Además de la corrupción política, estamos viendo un aumento de lo que solo puede describirse como “guerra legal” contra opositores políticos. La utilización del sistema legal como arma para atacar y silenciar la disidencia es la antítesis de los principios de justicia y equidad. Las elecciones se ven comprometidas debido a la colusión, el soborno y el chantaje, y los intereses extranjeros están ejerciendo una influencia excesiva sobre los líderes gubernamentales.
Además, los gobiernos nacionales de todo el mundo básicamente están robando a escala masiva. Las políticas económicas devalúan la moneda y despojan de su riqueza a los ciudadanos que trabajan arduamente. La mala gestión financiera solo sirve para exacerbar las desigualdades económicas que ya aquejan a la sociedad.
Pero quizás lo más preocupante de todo sea la decadencia moral que vemos a nuestro alrededor. El aborto, la agenda LGBTQ y el menoscabo de los valores familiares tradicionales son síntomas de una sociedad que ha perdido su brújula moral. Incluso las iglesias, que debieran promover la luz y la verdad, aceptan más y más prácticas contrarias a la Palabra de Dios.
¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Y hacia dónde nos está llevando?
Muchos falsos profetas
Tenga en cuenta que cuando Jesús habló del surgimiento de la iniquidad, fue en este contexto: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:11-12). Por lo tanto, vendrían muchos falsos maestros para corromper las enseñanzas de las Escrituras.
En 2 Tesalonicenses 2:7, el apóstol Pablo se refiere al “misterio de la iniquidad”, dando a entender que existiría en los tiempos del fin pero que ya estaba en marcha. Esto es esencialmente una negación de la ley de Dios a favor de que cada persona decida qué es el bien y qué es el mal. Al fin y al cabo, la gran mentira es que usted no necesita a Dios ni su ley, y que puede convertirse en su propio dios. El mundo ha aceptado esta idea, incluso la mayoría de quienes profesan seguir a Cristo. Y la verdad es que esto no es más que un falso sistema religioso.
Con el tiempo, la Iglesia original que Jesús fundó fue cada vez más marginada a medida que un poderoso cristianismo falso surgió como la iglesia más prominente y llegó a dominar a las naciones occidentales. Rechazó varios elementos de las enseñanzas de Jesús, aunque conservó ciertos principios morales. En épocas más recientes, incluso este cristianismo tradicional ha sido relegado poco a poco por una visión más liberal de la Biblia, haciendo que la distinción con la mundanalidad sea gradualmente menos perceptible.
Y claro, el mundo ha producido sus propios profetas más seculares e incluso antirreligiosos que se han convertido en proselitistas por derecho propio, e imponen sus erróneas visiones del mundo a otros que cada vez se resisten menos. El deterioro de una aparente moralidad bíblica se ha incrementado bastante en las últimas décadas, hasta el punto de estar ahora cayendo en picada, y los efectos han sido nefastos.
Cómo perseverar en tiempos peligrosos
En 2 Timoteo 3, Pablo advierte sobre tiempos peligrosos que vendrán en los últimos días, o sea, el período que precede al regreso de Jesús: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita”
(vv. 1-5). Esto se asemeja cada vez más a lo que vivimos hoy.
Las personas se volverían ensimismadas, preocupándose únicamente de ellas mismas. Y como dijo Jesús, su amor (por Dios, su verdad y su pueblo) “se [enfriaría]” (Mateo 24:12). Esta es una advertencia incluso para los creyentes. Ya fuera por la influencia engañosa de los falsos predicadores, el circo político, las noticias falsas de los medios de comunicación o simplemente por dejarse llevar por la corriente cultural, el celo y la devoción de muchos decrecería.
Entonces, ¿qué debe hacer usted? Jesús declaró en el versículo siguiente: “Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo” (v. 13).
Estamos llamados a mantenernos firmes frente a la iniquidad y la decadencia moral. Debemos estar prestos a defender los principios de justicia, rectitud y verdad en nuestras propias vidas y círculos de influencia. Debemos denunciar la corrupción y la inmoralidad, apoyando el mensaje de la Iglesia de Dios de llamar al mundo al arrepentimiento.
Si queremos ser parte del lado ganador de la historia y recibir la vida eterna, hemos de ser diferentes. Seremos apartados o santificados por la verdad, como nos dice 2 Corintios 6:17-18: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.
Pero sobre todo, debemos recurrir a Dios y su Palabra en busca de guía y fortaleza en estos tiempos difíciles. Porque solo a través de su poder podemos aspirar a superar la oscuridad que amenaza con hundirnos. Felizmente, sí hay una luz de esperanza. Jesús finalmente regresará para establecer el Reino de Dios y gobernar a todas las naciones y redirigir al mundo hacia lo que es correcto.
Y mientras lo esperamos, mantengámonos firmes, asegurándonos de aplicar los caminos de Dios en todo, viviendo según sus leyes de amor y evitando los caminos malvados de este mundo. bn