¿Qué importancia tiene la vaca roja?

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Aún la busca Israel y si la encuentra, ¿qué pasará?


El precepto de la vaca roja o vaca alazana es una ordenanza explicitada en el libro de Números diecinueve. Es una de las reglas de purificación frente a la eventual contaminación de un israelita con un cuerpo muerto (explicada en Números diecinueve once), para lo cual se usaba el “agua purificadora”, la cual se debía preparar mezclando agua pura con las cenizas de la becerra alazana además de madera de cedro, hisopo y escarlata (vea Números diecinueve versículo seis).

Los sabios judíos clasifican el precepto de la vaca alazana dentro de la categoría de “decretos” o leyes que están más allá de la capacidad humana de comprensión y que se obedecen por ser mandato divino. Ellos reconocen que debe tener algún significado muy especial.

El autor de la epístola a los Hebreos explica el simbolismo que tienen este y otros rituales físicos como anticipos (tipos) del sacrificio de Jesucristo y su obra intercesora como Sumo Sacerdote. Se declara que el propósito del ritual de la vaca alazana era la santificación para la purificación de la carne, destacando la superioridad de la obra del Redentor;

“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos nueve, versículos trece y catorce).

En la actualidad reconocemos que la sangre del sacrificio de Jesucristo cumple de manera cabal y perfecta la santificación y purificación de la conciencia del creyente como lo dice el versículo catorce. En relación a la aseveración de que el pueblo Judío sigue en la búsqueda de una vaca alazana perfecta debemos entender que el mundo judío sigue trabajando arduamente en el restablecimiento de los sacrificios en un futuro templo en Jerusalén.

Sus esfuerzos incluyen no sólo la preparación del cuerpo sacerdotal para tal fin, sino también, de todos los insumos para su desarrollo, incluido por supuesto la vaca alazana necesaria para la preparación del agua purificadora. Algunos religiosos judíos afirman que hubo nueve vacas rojas que fueron utilizadas para purificar al pueblo y que la décima aparecerá junto con el Mesías.

Nosotros entendemos que debe haber un restablecimiento de los rituales del templo antes del retorno de Jesucristo, que serán suprimidos por el personaje conocido como “la bestia” al comienzo del período que la Biblia llama la gran tribulación. El cumplimiento profético de los sacrificios en el futuro templo están relacionados con las profecías de Daniel doce y Mateo veinticuatro.

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El precepto de la vaca roja o vaca alazana es una ordenanza explicitada en el libro de Números diecinueve. Es una de las reglas de purificación frente a la eventual contaminación de un israelita con un cuerpo muerto (explicada en Números diecinueve once), para lo cual se usaba el “agua purificadora”, la cual se debía preparar mezclando agua pura con las cenizas de la becerra alazana además de madera de cedro, hisopo y escarlata (vea Números diecinueve versículo seis).

Los sabios judíos clasifican el precepto de la vaca alazana dentro de la categoría de “decretos” o leyes que están más allá de la capacidad humana de comprensión y que se obedecen por ser mandato divino. Ellos reconocen que debe tener algún significado muy especial.

El autor de la epístola a los Hebreos explica el simbolismo que tienen este y otros rituales físicos como anticipos (tipos) del sacrificio de Jesucristo y su obra intercesora como Sumo Sacerdote. Se declara que el propósito del ritual de la vaca alazana era la santificación para la purificación de la carne, destacando la superioridad de la obra del Redentor;

“Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos nueve, versículos trece y catorce).

En la actualidad reconocemos que la sangre del sacrificio de Jesucristo cumple de manera cabal y perfecta la santificación y purificación de la conciencia del creyente como lo dice el versículo catorce. En relación a la aseveración de que el pueblo Judío sigue en la búsqueda de una vaca alazana perfecta debemos entender que el mundo judío sigue trabajando arduamente en el restablecimiento de los sacrificios en un futuro templo en Jerusalén.

Sus esfuerzos incluyen no sólo la preparación del cuerpo sacerdotal para tal fin, sino también, de todos los insumos para su desarrollo, incluido por supuesto la vaca alazana necesaria para la preparación del agua purificadora. Algunos religiosos judíos afirman que hubo nueve vacas rojas que fueron utilizadas para purificar al pueblo y que la décima aparecerá junto con el Mesías.

Nosotros entendemos que debe haber un restablecimiento de los rituales del templo antes del retorno de Jesucristo, que serán suprimidos por el personaje conocido como “la bestia” al comienzo del período que la Biblia llama la gran tribulación. El cumplimiento profético de los sacrificios en el futuro templo están relacionados con las profecías de Daniel doce y Mateo veinticuatro.