¿Por qué los discípulos bautizaron solamente en el nombre de Jesucristo?

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¿El bautismo es necesario para ser salvo? Si la salvación es por creer, ¿por qué tengo que arrepentirme?


La Biblia afirma que Juan el Bautista y los discípulos de Jesucristo llevaron a cabo bautismos (Como podemos leer en Marcos 1:4 y Juan 4:1-2). Sin embargo, el bautismo de Juan fue mediante inmersión en agua (Vea Mateo 3:11). Jesucristo mismo fue bautizado de esa manera (según Mateo 3:13-15). Juan el Bautista reconoció que bautizaba en agua, pero dijo que más tarde Jesucristo bautizaría en Espíritu Santo y fuego (Vea Lucas 3:16).

También Lucas, refiriéndose al día de Pentecostés, dijo “vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos de los Apóstoles 1:5). ¿Cuál fue la razón? Dios todavía no había enviado el Espíritu Santo sobre su pueblo. Eso ocurrió más tarde, precisamente en el día de Pentecostés del año 31 d. C., después de que Jesucristo fue ascendido al tercer cielo.

Por esa razón y antes de subir, Jesucristo dio instrucciones a sus discípulos, (la Iglesia que él mismo había edificado), diciendo que todo aquel que se arrepintiese, fuera bautizado de la manera que todos la conocemos (Mateo 28:18-20).

El bautizo es más importante de lo que uno se imagina, porque de esa manera podemos tener acceso a la salvación, lo cual es sinónimo de hacer la voluntad de Dios. Jesucristo mismo dijo en Mateo 7:21-23: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre.

Por tanto, la salvación no consiste solamente en “creer”, sino además en hacer la voluntad de Dios (como se nos indica en Filipenses 2:13). Es decir que debemos ser hacedores de su palabra y no tan solo oidores porque de esa manera nos engañamos a nosotros mismos (Santiago 1:22).

Siendo nuestra naturaleza humana contraria a Dios, ninguno debería ver las enseñanzas bíblicas a su propio modo, sino tal como Dios lo ha establecido y enseñado. Todo ser humano que ha sido llamado por Dios (vea Juan 6:44; 6:65), necesita arrepentirse de sus pecados y aprender el camino que conduce a la vida eterna, recibiendo el bautismo de manos de un ministro ordenado, tal como Dios lo ha establecido. Cumplidos estos requisitos espirituales, uno podrá participar de la ceremonia de la Pascua, por haberse reconciliado con su Creador. Tenga presente que el pecado es la infracción de la Ley de Dios (como leemos en 1 Juan 3:4).

Por tanto, la verdadera carrera cristiana empieza precisamente con el bautismo, y a partir de ahí, uno entiende más el camino hacia la santidad, a través del crecimiento espiritual y el desarrollo de los frutos espirituales, porque todo aquel que no crece ni se desarrolla, corre el riesgo de ser lanzado al lago de fuego, por no mostrar frutos de crecimiento (Mateo 3:10; Lucas 3:9).

Transcript

La Biblia afirma que Juan el Bautista y los discípulos de Jesucristo llevaron a cabo bautismos (Como podemos leer en Marcos 1:4 y Juan 4:1-2). Sin embargo, el bautismo de Juan fue mediante inmersión en agua (Vea Mateo 3:11). Jesucristo mismo fue bautizado de esa manera (según Mateo 3:13-15). Juan el Bautista reconoció que bautizaba en agua, pero dijo que más tarde Jesucristo bautizaría en Espíritu Santo y fuego (Vea Lucas 3:16).

También Lucas, refiriéndose al día de Pentecostés, dijo “vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos de los Apóstoles 1:5). ¿Cuál fue la razón? Dios todavía no había enviado el Espíritu Santo sobre su pueblo. Eso ocurrió más tarde, precisamente en el día de Pentecostés del año 31 d. C., después de que Jesucristo fue ascendido al tercer cielo.

Por esa razón y antes de subir, Jesucristo dio instrucciones a sus discípulos, (la Iglesia que él mismo había edificado), diciendo que todo aquel que se arrepintiese, fuera bautizado de la manera que todos la conocemos (Mateo 28:18-20).

El bautizo es más importante de lo que uno se imagina, porque de esa manera podemos tener acceso a la salvación, lo cual es sinónimo de hacer la voluntad de Dios. Jesucristo mismo dijo en Mateo 7:21-23: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre.

Por tanto, la salvación no consiste solamente en “creer”, sino además en hacer la voluntad de Dios (como se nos indica en Filipenses 2:13). Es decir que debemos ser hacedores de su palabra y no tan solo oidores porque de esa manera nos engañamos a nosotros mismos (Santiago 1:22).

Siendo nuestra naturaleza humana contraria a Dios, ninguno debería ver las enseñanzas bíblicas a su propio modo, sino tal como Dios lo ha establecido y enseñado. Todo ser humano que ha sido llamado por Dios (vea Juan 6:44; 6:65), necesita arrepentirse de sus pecados y aprender el camino que conduce a la vida eterna, recibiendo el bautismo de manos de un ministro ordenado, tal como Dios lo ha establecido. Cumplidos estos requisitos espirituales, uno podrá participar de la ceremonia de la Pascua, por haberse reconciliado con su Creador. Tenga presente que el pecado es la infracción de la Ley de Dios (como leemos en 1 Juan 3:4).

Por tanto, la verdadera carrera cristiana empieza precisamente con el bautismo, y a partir de ahí, uno entiende más el camino hacia la santidad, a través del crecimiento espiritual y el desarrollo de los frutos espirituales, porque todo aquel que no crece ni se desarrolla, corre el riesgo de ser lanzado al lago de fuego, por no mostrar frutos de crecimiento (Mateo 3:10; Lucas 3:9).