¿Cómo pueden ser santificados el cónyuge y los hijos de una persona convertida?

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Dios, en las familias donde el padre o la madre es el o la creyente, ve de una manera especial tanto al cónyuge incrédulo como a sus hijos.


En virtud del llamado de Dios, en las familias donde el padre o la madre es el o la creyente, él ve de una manera especial tanto al cónyuge incrédulo como a sus hijos. Este versículo no necesariamente dice que Dios llama a los cónyuges incrédulos, sino que él los bendice. Al vivir con una persona convertida, tienen acceso a un contacto íntimo con la forma de vida de Dios.

La palabra “santificación”, como nos índica el Diccionario Expositivo de Vine, se utiliza para indicar la “separación para Dios”. Algo o alguien “santificado” es apartado en una categoría separada para un uso particular. “Santo” viene de agios, que “fundamentalmente significa separado (entre los griegos, dedicado a los dioses), y por ello, en la Escritura, en su sentido moral y espiritual, separado del pecado y por lo tanto consagrado a Dios, sagrado” (ibid., “santidad, santamente, santo”).

Mientras que la conducta del creyente puede ser un ejemplo valeroso para el cónyuge no creyente, por lo general él o ella puede ir más allá de solo darle ejemplo a sus hijos, enseñándoles activamente los caminos de Dios y desarrollándoles directamente su entendimiento y relación con él. Sin la influencia de un padre converso, los niños de un hogar no serían diferentes de otros que desobedecen a Dios y llevan vidas espiritualmente "inmundas" por su ignorancia. Sin embargo, debido a la conversión de uno de los padres y su relación con Dios, estos niños están en una categoría especial. A pesar de no estar bautizados, son parte de la “nación santa”, la Iglesia. Ellos también tienen un acceso especial al conocimiento del camino de vida de Dios.

En su proceso de maduración física, emocional y espiritual, los hijos tienen la opción de aceptar y responder al llamado de Dios. Si lo hacen, pueden recibir el Espíritu Santo, como está prometido (Hechos 2:38-39). Al igual que cualquier converso, los hijos de los miembros deben experimentar un verdadero arrepentimiento. Además, deben entender el compromiso vitalicio y las responsabilidades de ser un “embajador de Cristo." Los valiosos consejos de una variedad de personas espiritualmente sabias, tales como los ministros, los padres y miembros con experiencia, pueden ayudar grandemente en el proceso hacia el bautismo de un adulto joven.

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En virtud del llamado de Dios, en las familias donde el padre o la madre es el o la creyente, él ve de una manera especial tanto al cónyuge incrédulo como a sus hijos. Este versículo no necesariamente dice que Dios llama a los cónyuges incrédulos, sino que él los bendice. Al vivir con una persona convertida, tienen acceso a un contacto íntimo con la forma de vida de Dios.

La palabra “santificación”, como nos índica el Diccionario Expositivo de Vine, se utiliza para indicar la “separación para Dios”. Algo o alguien “santificado” es apartado en una categoría separada para un uso particular. “Santo” viene de agios, que “fundamentalmente significa separado (entre los griegos, dedicado a los dioses), y por ello, en la Escritura, en su sentido moral y espiritual, separado del pecado y por lo tanto consagrado a Dios, sagrado” (ibid., “santidad, santamente, santo”).

Mientras que la conducta del creyente puede ser un ejemplo valeroso para el cónyuge no creyente, por lo general él o ella puede ir más allá de solo darle ejemplo a sus hijos, enseñándoles activamente los caminos de Dios y desarrollándoles directamente su entendimiento y relación con él. Sin la influencia de un padre converso, los niños de un hogar no serían diferentes de otros que desobedecen a Dios y llevan vidas espiritualmente "inmundas" por su ignorancia. Sin embargo, debido a la conversión de uno de los padres y su relación con Dios, estos niños están en una categoría especial. A pesar de no estar bautizados, son parte de la “nación santa”, la Iglesia. Ellos también tienen un acceso especial al conocimiento del camino de vida de Dios.

En su proceso de maduración física, emocional y espiritual, los hijos tienen la opción de aceptar y responder al llamado de Dios. Si lo hacen, pueden recibir el Espíritu Santo, como está prometido (Hechos 2:38-39). Al igual que cualquier converso, los hijos de los miembros deben experimentar un verdadero arrepentimiento. Además, deben entender el compromiso vitalicio y las responsabilidades de ser un “embajador de Cristo." Los valiosos consejos de una variedad de personas espiritualmente sabias, tales como los ministros, los padres y miembros con experiencia, pueden ayudar grandemente en el proceso hacia el bautismo de un adulto joven.