La gracia: Una reseña bíblica

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La gracia

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“Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (1 Corintios 1:3).

Puede que usted esté familiarizado con el famoso himno Amazing Grace [Gracia Asombrosa], de John Newton. Aunque muchos se saben la letra, muy pocos saben algo del hombre que la escribió y cómo llegó a ser escrita. Newton había sido capitán de barcos de esclavos y había transportado cargas de cautivos desde África a las Américas. En 1748, su barco se vio atrapado en una violenta tormenta y comenzó a llenarse de agua. Cuando parecía que Newton se iba a ahogar junto al resto de los tripulantes, le suplicó a Dios que los protegiera. El agua dejó de entrar a la nave y lograron salvarse.

Newton le entregó su vida a Dios y comenzó a estudiar seriamente la Biblia. Llegó a convertirse en ministro y dedicó su vida a abolir el comercio de esclavos. Con el correr del tiempo escribió el himno Gracia Asombrosa como reflexión de su vida pasada, y de cómo Dios con su misericordia lo había salvado de una vida de maldad para guiarlo a algo mucho mejor. La letra de su famoso himno dice así:

Gracia asombrosa,
cuán dulce el sonido
¡Que salvó
a un desgraciado como yo!
Estuve perdido,
pero ahora me encontré.
Estaba ciego,
pero ahora puedo ver.

Newton alcanzó a ver la abolición de la esclavitud en Gran Bretaña poco antes de su muerte, en 1807.

¿Qué significa gracia?

El relato de John Newton podría aplicarse a muchos de nosotros. El tema de la gracia es vital para nuestro bienestar espiritual; sin embargo, generalmente se malentiende y a veces es hasta polémico por la forma en que se ha abusado del concepto, llevando a la permisividad y desobediencia de la ley.

¿Cómo definiría usted “gracia”? Si le preguntásemos a diferentes personas, veríamos una gran variedad de perspectivas y matices.

Para algunos, puede que la definición sea la bondad de Dios hacia una persona que no la merece. Otros quizás la vean como un perdón inmerecido, el perdón de nuestros pecados. ¿Son correctas estas definiciones? ¡Claro que sí! ¿Pero es esto todo lo que se puede decir respecto al tema de la gracia? Estas respuestas en realidad son solo una pequeña parte del espectro total de la gracia.

El estudio bíblico de la gracia no es muy difícil de entender, pero sí requiere analizar las distintas definiciones de las palabras en hebreo y griego traducidas al español como “gracia”, y varios términos relacionados con ella en la Biblia. No obstante, no hay que ser un “genio” teológico para comprenderla.

La Biblia fue escrita y compilada a lo largo de unos 1500 años, por lo que a medida que aparece la palabra gracia, empezando por los primeros capítulos de la Biblia, vemos diferentes énfasis en cómo se percibe y lo que significa.

La primera vez que la palabra gracia aparece en la Biblia

La gracia aparece al principio de la Biblia, donde vemos que Noé estaba bajo o dentro de la gracia de Dios. “Pero Noé halló gracia ante los ojos del Eterno” (Génesis 6:8, énfasis nuestro en todo este artículo).

Por lo tanto, la gracia no es un concepto que aparece solo en el Nuevo Testamento. No es algo que Jesucristo trajo y que se desconocía anteriormente. De hecho, el Antiguo Testamento contiene muchas menciones de la gracia, como cuando “Noé halló gracia ante los ojos del Eterno” (Génesis 6:8). ¿Qué significa esto?

La palabra hebrea traducida como “gracia” aquí es hen o chen, que ha sido definida como “favor, gracia, aceptación . . . favor o consideración inmerecida a los ojos de Dios . . . La palabra transmite un sentido de aceptación o preferencia . . . y alguna posición especial o privilegio de parte de Dios o de la gente” (Warren Baker y Eugene Carpenter, The Complete Word Study Dictionary: The Old Testament [Diccionario completo de estudio de palabras: El Antiguo Testamento], 2003, p. 354). A menudo [gracia] se traduce como “favor” en varias traducciones de la Biblia.

Un análisis más profundo revela que chen se deriva del verbo hebreo chanan. Esta palabra raíz añade una dimensión más visual y más humanamente comprensible al significado de la gracia. El primer significado bíblico de la palabra que da Strong's Exhaustive Concordance of the Bible (Concordancia exhaustiva de la Biblia de Strong) es “doblarse o agacharse con bondad ante alguien inferior . . .”

¡Qué definición más interesante! La gracia es Dios en el acto de inclinarse y encorvarse ante nosotros, seres muy inferiores a él, con toda bondad. ¡Qué hermosa descripción de lo que es la gracia!

Probablemente todos hemos ayudado a alguien a levantarse del suelo, ya sea un niño, un anciano o alguien que simplemente se cayó. Y probablemente todos hemos recibido ayuda para levantarnos también. Piense en cómo se sintió cuando alguien le extendió una mano después de que tropezó y cayó. Es vergonzoso caerse, pero cuando otra persona le ofrece su mano y le extiende su bondad, todo mejora. Y cuando uno se aferra de esa mano, se vuelve a poner de pie y puede seguir adelante con su día.

Expository Dictionary of Biblical Words (Diccionario Expositivo de Palabras Bíblicas amplía nuestra comprensión del chanan, explicándolo como “la respuesta de una persona que es capaz de ayudar a otra persona que está en necesidad . . . Existe la suposición implícita de que el que ayuda se conmueve por sus sentimientos y que el que es ayudado no tiene derecho a esperar ayuda” (Lawrence Richards, 1985, p. 439).

Esto también nos ayuda enormemente a apreciar el significado de la gracia. Aunque no tenemos derecho a esperar ayuda, y estamos profundamente necesitados, Dios conoce nuestras carencias y responde con su ayuda.

Cómo podemos “caer en gracia”

Volviendo al caso particular de Noé, ¿cómo podemos hacer que el significado de la gracia sea relevante para nosotros? ¿Y qué significa que Noé “halló gracia” ante los ojos de Dios?

Para expresarlo en términos más modernos, podríamos decir que Noé se encontró en el lado favorable de Dios. Hay muchas personas a las que quisiéramos caerles en gracia, o sea, estar en su lado favorable. Los que están casados quieren caerle en gracia a su esposo o esposa. Sabemos que si encontramos favor a los ojos de nuestro cónyuge, las cosas andan bien: los incidentes pequeños se pasan por alto; los conflictos no son el fin del mundo, sino que se resuelven; podemos sugerir ideas, discutirlas con entusiasmo y llegar a un acuerdo. ¡Todo funciona mejor!

Por otro lado, tampoco nos conviene estar en una posición que nos desfavorezca, porque entonces nada sale bien y hasta las pequeñas irritaciones pueden convertirse en un gran problema. ¡Debemos procurar estar en buenas relaciones con nuestro cónyuge!

También debemos tener buenas relaciones con nuestro empleador. Ya sabemos lo que es ir al trabajo cuando uno le gusta a su jefe: tenemos buenas relaciones con él, le caemos en gracia, todo marcha bien y las cosas pequeñas se pasan por alto. Si uno llega cinco minutos tarde al trabajo, su jefe puede tomar el enfoque de “No hay problema, usted es un buen trabajador y puede compensar por su atraso en otro momento”.

Pero si uno no le cae en gracia al jefe y llega cinco minutos tarde, la historia puede ser distinta. Él puede irritarse y las cosas corren peligro de deteriorarse. Cada error puede ser amplificado y sacado de proporciones. La situación puede ir cuesta abajo, ¡y a menudo lo hace!

La amistad se basa en mantener buenas relaciones con alguien. La razón por la que usted se inclina hacia ciertas personas es porque es favorecido por ellas y ellas por usted; se llevan bien y los pequeños problemas o diferencias se pasan por alto. Pero si usted no tiene relaciones favorables con alguien, hasta las cosas más insignificantes pueden llegar a ser irritantes e insoportables.

La gracia de Dios hacia nosotros opera de manera similar. Jesús nos llama sus ”amigos” (Juan 15:15), y nos esforzamos por permanecer en buen favor con él. Tenemos una relación que pasa por alto las cosas pequeñas. Podríamos decir que estar bajo la gracia de alguien es estar en el lado favorable de esa persona, ¡y debemos procurar estar del lado bueno de Dios!

Noé estaba en el lado bueno de Dios, y a pesar de sus debilidades humanas, seguía siendo favorecido por su Creador. Estaba en el lado bueno de Dios, ¡donde todos deberíamos esforzarnos por estar! En el caso de Noé, la gracia de Dios literalmente salvó su vida y la de los miembros de su familia cuando el mundo se volvió tan abyectamente corrupto, violento e irreparablemente maligno, que Dios básicamente tuvo que empezar de nuevo (Génesis 6:11-13).

El hecho de que Noé haya sido salvado por la gracia de Dios encierra importantes lecciones sobre cómo nosotros también somos salvados por la gracia de Dios, las cuales discutiremos en más profundidad más adelante.

Entendamos la gracia de acuerdo a cómo se usa la palabra hebrea

El problema con algunas definiciones de lo que es gracia es que se vuelven demasiado restrictivas y limitadas, y contraponen los conceptos. Esto lleva a la gente a debatir el significado de las palabras.

Un principio importante que hay que recordar cuando se estudia la Biblia es que cuando aparecen múltiples definiciones para una misma palabra, no significa que ellas sean contradictorias. A menudo significa que son complementarias, que ambas son verdaderas. Cuando las definiciones son bíblicamente sólidas, las diferentes definiciones y maneras de interpretar la gracia solo añaden a la plenitud del significado.

Por ejemplo, Dios usa abundantemente la palabra traducida como “gracia” en el Antiguo Testamento. Al observar cómo se usa la palabra podemos llegar a entender mejor su significado. Notemos varios pasajes:

“Porque sol y escudo es el Eterno Dios; gracia y gloria dará el Eterno; no quitará el bien a los que andan en integridad” (Salmos 84:11).

Vemos aquí que Dios es el que quiere otorgar favor. Él quiere dar regalos, ayudar en la vida de las personas y derramar aún más sobre cualquiera que esté dispuesto a caminar en rectitud. ¡Esto fue lo que David fue inspirado a escribir acerca de Dios!

En Proverbios 3:34 Salomón compartió su entendimiento acerca de Dios, diciendo: “Ciertamente él se burla de los burladores, pero da gracia a los afligidos” (Biblia de las Américas). Esto se cita en Santiago 4:6 y en 1 Pedro 5:5, pero aparece primero en Proverbios. Esto nos asegura que Dios da su favor, su bondad y sus dones a los humildes.

Proverbios 4:9, hablando de la sabiduría personificada como mujer, dice: “Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará”.

La gracia es una de las cosas más maravillosas que Dios quiere darnos. Va mucho más allá del simple perdón de los pecados, que es extremadamente importante y también una dádiva de parte de Dios. El perdón no es algo que podamos ganar, comprar o pagar de alguna manera. Es un regalo dado gratuitamente por Dios.

Pero la gracia es mucho más que el perdón de los pecados, mucho más que un perdón no merecido o no ganado. La gracia es el continuo derramamiento de conocimiento, gloria, sabiduría y cualquier otra cosa buena de Dios que a uno se le ocurra. Todo esto es parte de la gracia de Dios.

Gracia otorgada a gran escala

Dios extendió la gracia a gran escala a Israel cuando esta nación salió de Egipto. Fíjese en Jeremías 31:2: “Así ha dicho el Eterno: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo”.

Por tanto, el hecho de que Dios liberara a Israel de generaciones de esclavitud en Egipto y los guiara a la Tierra Prometida fue un acto de gran gracia: Dios los favoreció, los liberó, los cuidó amorosamente y los bendijo.

Esto encajaba perfectamente con la naturaleza y el carácter de Dios cuando se describió a sí mismo ante Moisés cuando el Señor se le apareció en el incidente de la zarza ardiente: “Y pasando el Eterno por delante de él, proclamó: ¡Eterno! ¡Eterno! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad, que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado . . .” (Éxodo 34:6-7). Aquí vemos al “Dios del Antiguo Testamento” revelándose como alguien lleno de misericordia y gracia!

De la misma manera que Dios extendió la gracia a gran escala en el pasado, dice que extenderá la gracia a muchas personas en el futuro. Note esta profecía de lo que él planea hacer: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron [una profecía específica de Jesucristo], y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10).

Aunque al parecer parte de esta profecía tuvo un pequeño grado de cumplimiento en el primer siglo cuando Dios comenzó su Iglesia, según se registra en Hechos 2, el contexto completo de Zacarías 12 muestra que se cumplirá a una escala mucho mayor cuando Jesucristo regrese a la Tierra como Rey de reyes y Señor de señores.

En ese momento Dios mostrará una enorme gracia a muchos, y como resultado de esa gracia ellos reconocerán que sus pecados son responsables de la muerte del Salvador de la humanidad, Jesucristo, lo cual llevará a muchos a un arrepentimiento de corazón por sus pecados.

Así, vemos que estos son solo algunos de los ejemplos y usos de la palabra chen, la palabra hebrea traducida como “gracia” en el Antiguo Testamento. Vemos el favor de Dios, su entrega de dones y atención especial a aquellos a quienes él elige dar. Otras dos palabras hebreas que encajan con el significado general de gracia son ratson, con el sentido de aceptación, y hesed (o chesed), que significa bondad, misericordia y devoción.

Charisma: la palabra del Nuevo Testamento traducida como “gracia”

La palabra griega del Nuevo Testamento que generalmente se traduce como “gracia” es charisma. Se define como “gracia, particularmente la que causa gozo, placer, gratificación, favor, aceptación, una bondad concedida o deseada, un beneficio, agradecimiento, apreciación. Un favor hecho sin expectativa de retribución, la expresión absolutamente gratuita de la amabilidad amorosa de Dios hacia los hombres y cuyo único motivo es la bondad y benevolencia del Dador; un favor no ganado e inmerecido” (Spiros Zodhiates, The Complete Word Study Dictionary: New Testament [Diccionario completo de estudio de palabras: Nuevo Testamento], 1992, p. 1469).

Charisma es el equivalente en latín de la palabra castellana “caridad”, que significa amor y también don. Viene del verbo griego chairo, que significa “regocijarse”. También es el origen de nuestra palabra castellana “carisma” y, menos directamente, de “gracia”. Según sus muchos usos vemos que “gracia” significa ser favorecido, ser aceptado, ser receptores de las bendiciones y la bondad de Dios. También vemos que es un don que refleja el amor de Dios. La palabra “gracia” en el Nuevo Testamento se usa por primera vez en referencia a Jesucristo en Lucas 2:40: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él”.

Cuando Jesús era pequeño, probablemente no había nada más importante para Dios Padre que hacer todo lo que pudiera por este niñito judío: nutrirlo, cuidarlo, protegerlo, y ayudarlo de todas las maneras posibles a cumplir la misión que los dos habían planeado juntos con anterioridad. La gracia de Dios, toda su atención y favor posibles, estaban concentrados en él.

También vemos en este caso que no podemos limitar la definición de gracia simplemente al perdón de los pecados o al perdón inmerecido porque, como Dios en la carne (Mateo 1:23), Jesús claramente nunca había pecado y por lo tanto no necesitaba perdón.

El perdón de nuestros pecados es solo una parte de la definición de la gracia. Así que cuando pensamos en nosotros mismos como si estuviéramos bajo la gracia, no se trata únicamente de que Dios haya perdonado nuestros pecados, las cosas que hemos dicho y los malos pensamientos y actitudes que hemos tenido. ¡La gracia de Dios abarca mucho más!

A medida que crecemos en gracia y conocimiento (un concepto que analizaremos más adelante), una buena manera de ver la gracia es hacerlo desde el punto de vista de Dios, que no nos quita lo malo, sino que nos da lo bueno.

Tome en cuenta algunas cosas que él nos da: el entendimiento de su plan y propósito para nosotros; la oportunidad de la vida eterna; la oportunidad de tener una relación amorosa con él y con su Hijo; la invaluable instrucción y revelación que nos ha dado, la Biblia; el entendimiento del Reino de Dios y de cómo podemos entrar en ese reino, y el perdón de nuestros pecados. Y estas son solo bendiciones espirituales, sin mencionar las bendiciones físicas. ¡Todo esto, y mucho más, forma parte de su gracia!

La ley de Dios: parte de su gracia

Aquellos que realmente entienden la Palabra de Dios saben que la ley de Dios también es parte de su gracia. La ley de Dios es parte de su benignidad hacia nosotros: nos da la luz, las directrices sobre cómo vivir y la habilidad para evitar el dolor y el sufrimiento que provienen del pecado debido el quebrantamiento de esa ley (1 Juan 3:4).

El mal uso del contraste entre lo que es estar bajo la ley y estar bajo la gracia es un argumento falso fabricado para confundir a la gente y eliminar sutilmente la ley de Dios, la cual es uno de los dones más hermosos y llenos de misericordia que un Dios amoroso pudo habernos dado. Esa ley le enseña a la gente cómo vivir y será la característica más destacable de su reino venidero en el mundo de mañana (Deuteronomio 6:24; 10:13; Josué 1:8; Isaías 2:3).

En realidad, la gracia y la ley van de la mano. La ley en sí es la gracia de Dios, como acabamos de mencionar, y sin la ley no habría necesidad de la gracia del perdón. La gracia incluye la forma en que Dios extiende su favor a los pecadores que se arrepienten y perdona su previa desobediencia a su ley. Esto es necesario porque “Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley” (1 Juan 3:4, Nueva Versión Internacional; énfasis nuestro en todo este artículo). Si no hay ley que quebrantar, como algunos argumentan, no existiría el pecado (Romanos 5:13). Y si no hay pecado, la idea misma de la gracia como el perdón de Dios no tendría significado. Aún más, es mediante la gracia que Dios nos proporciona los medios para obedecer su ley, tal como veremos.

La ley de Dios es una parte crucial de su gracia, un obsequio de su parte. Es su guía, su manual de instrucciones para la forma en que debemos vivir. Es un reflejo de su mente, de su pensamiento perfecto (Salmos 19:7). ¡Qué hermosa dádiva, qué hermosa guía, qué hermosa dirección para una vida pacífica y productiva! Todo lo bueno que Dios nos da es parte de su gracia. Nos referiremos a esto en mayor detalle más adelante en esta guía de estudio.

La gracia estaba presente en la Iglesia primitiva

Observe esta notable declaración acerca de la Iglesia primitiva en Hechos 4:33: “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos”. Esto describe la obra de la Iglesia primitiva en sus comienzos.

Note que a los seguidores de Cristo no solo se les dio gracia, sino que abundante gracia. Con esta abundante gracia vino gran poder, por medio del cual “los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús”. Tenían gran poder porque tenían abundante gracia. La gracia y el favor de Dios les dio poder, tal como nos puede dar poder a nosotros hoy.

Si hay algo digno de destacarse como una gran ayuda de parte de Dios para la Iglesia primitiva, es su gracia, manifestada al entregarle su Espíritu Santo y abrirle increíbles puertas para que tuviese un buen comienzo. La Iglesia estaba experimentando mucha gracia proveniente de Dios. Los apóstoles tenían gran autoridad y daban testimonio de la resurrección de Jesucristo y el poder de Dios.

¿Cómo podría aplicarse esto a nosotros hoy en día? ¿Ha considerado orar para que la gracia, el favor divino que se le dio a la Iglesia primitiva, se le dé a la Iglesia de Dios en la actualidad? ¿Le pide regularmente a Dios que abra puertas, que nos dé su poder y un mayor y más profundo entendimiento, que multiplique nuestra fuerza para que su obra pueda llevarse a cabo en nosotros y a través de nosotros y su Iglesia, que nos ayude a seguirlo y obedecerle mejor? ¡Porque todo esto proviene de la gracia de Dios cuando nos da su poder!

Abrir los corazones y las mentes de la gente que oye el mensaje que se le ha encomendado proclamar a su Iglesia también es un aspecto de la gracia de Dios, parte de la benignidad de los dones que provienen de él.

Llamados por la gracia de Dios

Notemos también Romanos 5:17: “Pues si por la transgresión de uno solo [Adán, el primer hombre] reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.

La gracia y el perdón de Dios no habrían sido necesarios si los seres humanos, comenzando por Adán, no hubiesen pecado poniéndose así en el lugar de necesitarlos. Pablo aquí habla de “la abundancia de la gracia” que hemos recibido a través de Jesucristo porque esta gracia cubrió los pecados que cometimos. Y sabemos lo que habría quedado para nosotros si esa pena de muerte no hubiese sido removida. Es un gran obsequio que esto sea así y ya no sea una carga para nosotros.

Otro pasaje en Romanos menciona el hecho de que Dios llama y escoge a algunos por medio de su gracia. Note Romanos 11:5 (NVI): “Así también hay en la actualidad un remanente escogido por gracia”.

El llamado a ser escogido en este tiempo para ser parte de la Iglesia de Dios y su familia es una expresión de su gracia, y el llamamiento que hemos recibido para comprender la verdad de Dios también es posible mediante su gracia.

Pablo sigue diciendo: “Y si es por gracia, ya no es por obras; porque en tal caso la gracia ya no sería gracia” (v. 6, NVI). La gracia, la benignidad de Dios, no es algo que uno puede ganar o comprar, sino un obsequio. Es algo que proviene de él gratuitamente porque usted está bajo su favor, porque se ha convertido en su amigo.

Dios desea darle todo. ¡Su gracia es tan profunda, que incluso quiere darle una herencia que va más allá de la imaginación humana! Eso es lo que Pablo nos dice en 1 Corintios 2:9: “A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman” (Nueva Traducción Viviente).

Estos versículos solo describen someramente la plenitud de lo que Dios ha planeado para nosotros por medio de su gracia. El panorama completo es mucho más amplio que el espacio que tenemos aquí para cubrirlo. Para aprender más, asegúrese de descargar o solicitar nuestra guía de estudio gratuita ¿Por qué existimos?, que le ayudará a entender esta maravillosa verdad en mucho más detalle.

La gracia como ayuda en la lucha contra el pecado

En Romanos 7 vemos algunas de las obras de la gracia en nuestras vidas. El apóstol Pablo describe aquí sus luchas diarias, exactamente el tipo de batallas que todos enfrentamos en nuestro cuerpo, mente y espíritu. Según escribe, “hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí” (v. 23, NTV).

Pablo escribió estas palabras mucho después de haberse convertido en apóstol, probablemente unos veinte años después de haber servido a Dios predicando el evangelio, levantando iglesias e incluso llevando a cabo milagros. Sin embargo, él aún libraba sus propias batallas personales internas.

Continúa en los versículos 24-25: “¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado” (NTV).

Pablo confiaba en la ayuda que provenía de Dios el Padre y de Jesucristo por medio del Espíritu Santo. Confiaba en su bondad y en toda la fortaleza que Cristo le daba para luchar contra la debilidad de la carne.

Cada día, cuando oramos y le pedimos a Dios que perdone nuestros pecados y debilidades y que nos dé la fortaleza para no repetir nuestros errores y las cosas malas que hemos hecho o dicho, es por medio de su gracia que adquirimos el deseo, la voluntad y determinación para continuar adelante, porque contamos con su favor. Él desea darnos esa ayuda, y nos la dará cuando nos entreguemos y sometamos nuestras vidas a él y permitamos que su Espíritu nos guíe. Debemos orar por esa ayuda cada día para que cualquiera sea la lucha y desafío que enfrentemos, Dios, por medio de su gracia, nos guíe a cambiar.

Pablo expresa un pensamiento muy similar en Romanos 2:4: “¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?” (NVI).

Aquí podríamos sustituir fácilmente “bondad” por “gracia”: “al no reconocer que su gracia quiere llevarte al arrepentimiento?” La benignidad y la gracia de Dios son esencialmente lo mismo, porque toda cosa buena que proviene de Dios es parte de su gracia. De la misma manera, se nos dice en otra parte que Dios da el arrepentimiento (Hechos 11:18; 2 Timoteo 2:25).

Arrepentirse y arrepentimiento son los términos que utiliza la Biblia para instarnos a dejar nuestra propia manera de vivir y en cambio buscar el camino de Dios para nuestra vida y pensar como él piensa. Este es un requisito para la salvación (Hechos 2:37-40) y un primer paso necesario al responder a la gracia que Dios nos da.

La benignidad de Dios y su gracia son lo que nos lleva al arrepentimiento. Cuando recibimos un buen obsequio suyo debemos reconocer que nos está exhortando a hacer las cosas de manera correcta, a hacer los cambios necesarios para poder reconciliarnos o restaurar una buena relación con él, y acercarnos aún más a Dios. ¡Esta es la respuesta que él espera de nosotros como recipientes de su gracia!