El propósito de la profecía

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El propósito de la profecía

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Buscamos la seguridad ahora y soñamos con un futuro estable para nosotros mismos y para nuestros hijos y nietos. Sin embargo, para la mayoría de nosotros, estos deseos y esperanzas están lejos de realizarse, pues nuestro mundo está lleno de cambios inesperados y peligrosos.

Fácilmente podríamos ser víctimas de un accidente, un atraco, una enfermedad debilitante o un desastre natural. Los turbulentos cambios económicos y sociales nos roban la tranquilidad y amenazan nuestra estabilidad financiera. Las guerras y el terrorismo ponen en peligro a la sociedad y hacen que la seguridad que buscamos se vuelva cada vez más elusiva. La incertidumbre se convierte en una forma de vida.

La falta de esperanza

Consideremos a la juventud de hoy. La falta de esperanza en el futuro es una causa principal de zozobra entre los adolescentes. Miles de jóvenes están convencidos de que la “buena vida” desaparecerá antes de que tengan edad suficiente para disfrutarla. Anhelan fervientemente tener seguridad y propósito. Hay una epidemia de nihilismo o desesperanza completa. El asombroso número de suicidios entre los adolescentes es una muestra palpable de su desilusión con la vida. Algunos de ellos descargan su enojo y frustración formando pandillas como una alternativa a la sociedad en la que viven.

Pero los adolescentes no son los únicos que se preocupan respecto a su futuro. Un gran número de adultos buscan descifrar el futuro acudiendo a la astrología y al espiritismo. Los libros acerca del futuro son grandes éxitos de librería. Millones de personas desean fervientemente poder vislumbrar una luz que brille al final del túnel. El rey Salomón observó que “el gran problema del hombre es que nunca sabe lo que va a suceder, ni hay nadie que se lo pueda advertir” (Eclesiastés 8:6-7, Versión Popular). Esto sigue siendo verdad hoy en día.

¿Por qué hay tanta incertidumbre en nuestro mundo? ¿Acaso tenemos que vivir en la ignorancia de lo que nos depara el futuro? ¿O podemos descubrir una fuente de información que nos revele hacia dónde se dirige este mundo? Ciertamente podemos, y dicha fuente nos dice mucho acerca del futuro. También podemos conocer la causa de nuestra incertidumbre y el sorprendente giro de acontecimientos que conducirá a la solución del problema.

¿Dónde podemos encontrar las respuestas? La realidad es que éstas han estado a nuestro alcance por muchos siglos. Se encuentran en las páginas de la Biblia, un libro verdaderamente único entre toda la literatura universal. Aunque la escribieron muchas personas de diversas culturas a lo largo de un espacio de 15 siglos, es la obra maestra de un solo autor: el Creador del universo.

Durante siglos, los estudiantes de la Biblia se han maravillado de que tantos autores, de antecedentes tan diferentes, hayan podido transmitir con tanta uniformidad el mensaje y propósito que se encuentran en las Escrituras. Ninguna otra recopilación de escritos de tan variados autores podría compararse con la continuidad y armonía de la Biblia.

Esta uniformidad le da a la Biblia una posición inigualable entre las obras literarias; de hecho, es una de las grandes pruebas de su inspiración divina. La Biblia misma proclama con fuerza cuál es su origen: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16).

Este libro es en gran parte profético. Sus profecías revelan información crucial sobre el futuro de la humanidad. Cuando nos damos cuenta de que la Biblia es la inspirada Palabra de Dios, entonces empezamos a comprender la importancia de sus profecías. Éstas son confiables ¡porque Dios mismo las inspiró!

¿Qué nos dice el Creador acerca de sí mismo y acerca del futuro? “. . . Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (Isaías 46:9-11). Dios no sólo afirma que puede revelar el futuro, ¡sino que también tiene el poder para hacer que se cumpla lo que ha predicho!

El apóstol Pedro nos aconseja que prestemos atención a las palabras de los profetas bíblicos: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:19-21).

El Profeta de profetas

Un profeta es una persona por medio de la cual Dios habla, alguien seleccionado por él para revelar la voluntad divina a su pueblo. El más grande de los profetas fue el propio Hijo de Dios, Jesucristo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2).

La gente rara vez piensa de Jesús como un profeta, pero de hecho lo fue (Lucas 13:33; Lucas 24:19; Juan 6:14). Su mensaje, “el evangelio del reino de Dios” (Marcos 1:14), es netamente profético por cuanto explica y aclara el futuro de la humanidad, y revela la manera en que Dios llevará a cabo su plan maestro.

La historia del nacimiento, vida, ministerio y muerte de Jesús es una de las confirmaciones más contundentes de la veracidad y exactitud de la profecía bíblica. Detalles precisos de tal historia fueron profetizados centenares y hasta miles de años antes de su nacimiento. Acontecimientos y circunstancias específicas, profetizadas con siglos de anterioridad, sucedieron exactamente como los profetas lo habían predicho, lo cual respaldó la veracidad de sus mensajes y proporcionó pruebas convincentes de su credibilidad.

¡Las palabras de esos profetas tienen gran significado para nosotros hoy en día! ¿Sabía usted que esos mismos profetas nos dicen lo que Jesucristo tiene planeado para el futuro, el futuro de usted y el de sus seres queridos?

Usted probablemente ya sabe que Jesús prometió regresar a la tierra. Esa promesa es un excelente ejemplo de la profecía. También prometió terminar la obra que empezó en su primera venida. En las páginas de la Biblia, la vida y misión de Jesús de Nazaret se describen por medio de los ejemplos de su dedicación al bienestar de la gente. Muchas de las profecías que aún están por cumplirse se relacionan directamente con la obra y misión que él llevará a cabo en el futuro.

La perspectiva correcta

Sabiendo muy poco acerca de lo que trata la profecía, muchas personas la consideran como algo místico, extraño e irreal; no les parece que se aplique en forma práctica a la vida diaria. Otras personas, que se han topado con tergiversadas interpretaciones de la profecía bíblica, se han desilusionado y vuelto escépticas.

No obstante, cuando se entiende correctamente, la Biblia nos presenta un mensaje claro, congruente y confiable que es tan necesario para nosotros como lo fue para el pueblo del antiguo Israel.

Ya sea que usted no esté seguro del valor de las profecías bíblicas, o les tenga un profundo respeto, esta publicación tiene como propósito ayudarle a entender lo que en realidad dice la profecía. Queremos que usted vea el verdadero alcance de la profecía y cómo vincula el pasado, presente y futuro de la humanidad. El conocimiento de la profecía puede darle una perspectiva equilibrada, la que nos ha revelado el Creador.

Las promesas de Dios: fundamento de la profecía

La profecía no es simplemente una serie de predicciones que Dios esparció de modo fortuito a lo largo de la Biblia. La estructura y el fundamento de la profecía son firmes. Para entender el fundamento, necesitamos tener en cuenta el propósito completo de la Biblia, sus temas y el hilo de sus historias.

Un tema general es que la Biblia es la historia de dos familias. La primera es la familia de Adán, progenitor de toda la humanidad. La otra es la familia de Abraham, padre de aquellos que son fieles a Dios (Romanos 4:9-12). Dios se considera a sí mismo como Padre de aquellos que le son fieles, como el creyente Abraham; éstos llegan a ser sus hijos e hijas, miembros de su propia familia (2 Corintios 6:18).

La Biblia empieza con la creación del universo y de un mundo establecido para sostener la existencia de Adán y de toda la humanidad. La historia bíblica no estará completa hasta que todos los descendientes de Adán reciban una herencia eterna en una tierra nueva con un cielo nuevo o (si rechazan absolutamente el camino de Dios de amar a los demás como a sí mismos) la muerte eterna en el juicio final (Apocalipsis 20:14-15).

Dios le dio a Abraham y sus descendientes la promesa de una herencia eterna. Únicamente los miembros de la familia de Adán que Dios injerta en la familia de Abraham (por el sacrificio de Jesús de Nazaret) pueden participar de esa herencia eterna (Gálatas 3:29).

La historia de la relación que Dios ha querido tener con nosotros, su creación, comienza con la creación de Adán y termina con el juicio final. En el relato de la historia de Adán, la Biblia explica por qué somos como somos los seres humanos. Nos dice cómo y por qué el pecado, la maldad y el sufrimiento entraron en el mundo, y nos revela la forma en que Dios resolverá ese problema. Nos revela el propósito de nuestra existencia al explicar la razón por la cual Dios hizo a los seres humanos y el increíble futuro que él tiene en mente para nosotros.

El plan que Dios tiene para nosotros encierra muchas promesas asombrosas. En términos generales podríamos decir que Dios nos ofrece una promesa gloriosa que él les manifestó primeramente a Adán y Eva y que después amplió a lo largo de la Biblia. Dios promete poner a nuestra disposición todo lo que necesitamos para establecer y mantener una eterna relación con él como hijos suyos. Él promete que nuestra salvación será siempre su anhelo más ardiente.

Al leer esta publicación usted aprenderá cómo la profecía completa los detalles del maravilloso plan que Dios tiene para la humanidad. Descubrirá la razón del sufrimiento y las lecciones que se pueden aprender de ello. Usted verá que Dios, quien inspiró la profecía, se interesa por la gente, que él tiene un plan ordenado y realista para ponerle fin al sufrimiento y resolver los dilemas que (como bien lo muestra la historia) no podemos resolver por nosotros mismos.

Usted también se enterará de por qué la vida de Jesús, su misión y obra como nuestro Salvador, fue planeada aun “antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9) y por qué el papel que él desempeña es de vital importancia para el éxito del plan y propósito que Dios tiene para nuestro futuro.

Acompáñenos en este viaje para explorar y entender la profecía bíblica.