Por qué debemos cambiar nuestra forma de pensar
Jesús nos hace saber que el arrepentimiento implica un cambio de forma de pensar. Nos dice que “lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos . . .” (Marcos 7:20-21). Nos explica que lo que nos pervierte viene de dentro, y nos da ejemplos de las actitudes e inclinaciones más bajas que subyugan nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento: “. . . los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (vv. 21-23).
Por medio de uno de los antiguos profetas también se nos hace ver claramente que el arrepentimiento implica un cambio en nuestra forma de pensar: “Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia” (Isaías 55:7, Nueva Versión Internacional). Aquí el profeta hace hincapié en dos cosas de las cuales tenemos que deshacernos para poder recibir el perdón de Dios: nuestras costumbres pecaminosas y nuestros pensamientos pecaminosos.
Para arrepentirnos tenemos que reconocer que cuando menos algunos de los apetitos carnales están influyendo o hasta controlando nuestra forma de pensar. No toda persona se rinde continuamente a cada característica de la naturaleza humana. Pero todos pecamos. Todos tenemos debilidades. Una persona puede ceder con más frecuencia a la codicia, otra al fariseísmo o a la arrogancia. A otra puede resultarle difícil ser veraz u honrada. La realidad es que, de alguna manera, todos manifestamos actitudes y pensamientos egoístas.
El arrepentimiento significa que debemos examinarnos a nosotros mismos y reconocer nuestras propias flaquezas, los aspectos en que pecamos, ya sea con nuestros pensamientos o con nuestra conducta. Debemos, pues, pedirle a Dios que nos revele qué es lo necesitamos cambiar.
Así, mientras más nos sometamos a Dios y le pidamos su ayuda para poder ver lo que necesitamos cambiar, más nos iluminará para que veamos nuestras fallas y tentaciones. Esto es algo que continúa por años, a medida que la persona convertida va creciendo “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18).
El aspecto más importante del verdadero arrepentimiento es el cambio en nuestra manera de pensar. Cuando somos bautizados y recibimos el Espíritu Santo, estamos mucho más capacitados para mantener el comportamiento correcto, producto de nuestra nueva forma de pensar.