Rendir fruto: Parte fundamental del crecimiento espiritual

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Rendir fruto

Parte fundamental del crecimiento espiritual

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Dios espera que seamos productivos y obtengamos resultados. En algunas parábolas, los logros espirituales son comparados con invertir y adquirir ganancias para nuestro Maestro (Mateo 25:14-30; Lucas 19:11-27). En ciertos pasajes bíblicos son comparados con la construcción de un edificio o templo
(1 Corintios 3:9-17; Efesios 2:19-22). 

Pero la metáfora principal de la Biblia para los logros es rendir fruto. Dios compara a su pueblo con vides y árboles que llevan mucho fruto (Juan 15:5, 8). Debemos continuar creciendo y produciendo fruto hasta el fin de nuestras vidas. 

La parábola de la higuera que Cristo entregó enfatiza que, espiritualmente hablando, un árbol que no produce fruto es inútil (Lucas 13:6-9). “Un hombre . . . dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.

Esta parábola nos dice que Dios espera que rindamos fruto. Pero también muestra que Dios no nos abandonará mientras aún exista la esperanza de que podamos producir fruto. 

También note que, tal como una rama muere cuando es cortada de la vid o el tronco, nosotros morimos espiritualmente cuando nos apartamos de Jesucristo. Él nos dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí . . . porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:4-5). 

Por esto es que el contacto con la verdadera Iglesia de Dios y el formar parte de ella es tan crucial. Como la Cabeza de esa Iglesia (Colosenses 1:18), Jesús mismo guía y dirige el crecimiento espiritual de todos aquellos que se someten a su liderazgo (Efesios 4:11-16). Como la “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15), la Iglesia es la fuente del correcto entendimiento y enseñanza de su instrucción. Es también una fuente de ánimo y exhortación, muy necesarios para no abandonar la carrera y continuar creciendo (Hebreos 10:25). 

La parábola del sembrador nos enseña cuatro formas distintas de cómo las personas responden cuando oyen (reciben la “semilla” de) la verdad de Dios (Lucas 8:4-15). Cada uno de nosotros debe leer esta parábola ocasionalmente y autoexaminarse para determinar en qué categoría está. Debemos estar en el cuarto grupo descrito: la tierra fértil. “Y las semillas que cayeron en la buena tierra representan a las personas sinceras, de buen corazón, que oyen la palabra de Dios, se aferran a ella y con paciencia producen una cosecha enorme” (versículo 15, Nueva Traducción Viviente). 

¿Qué tipo de fruto espera Dios de nosotros? “El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gálatas 5:22-23, NVI). Dios también desea el fruto de las buenas obras y servicio a otros (Tito 3:14; Mateo 5:14-16; 25:31-46). ¡Sin duda, una cosecha hermosa y deseable!

Manténgase saludable y fuerte espiritualmente, ¡continúe creciendo y produzca muchos frutos!