Pasos para el arrepentimiento inicial y la conversión
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Pasos para el arrepentimiento inicial y la conversión
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¿Cuáles son los requisitos para recibir el perdón y la gracia de Dios? Primero, una persona debe ser espiritualmente llamada por Dios. Jesús dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).
Para llamar a alguien, Dios hace que esa persona escuche (o lea) la predicación del “evangelio” (las buenas nuevas del plan de salvación de Dios para la humanidad) mientras que utiliza su Espíritu Santo para iluminarla y convencerla mediante el entendimiento espiritual (compare Romanos 10:14-15; 2 Tesalonicenses 2:14; Mateo 13:11; 1 Corintios 2:10-14).
Una vez que Dios llama a una persona, él espera una respuesta dual como la expresada por Jesús en Marcos 1:15: “Arrepentíos, y creed en el evangelio”. La fe y la gracia son dones que provienen de Dios (Efesios 2:8). De la misma manera, Dios otorga arrepentimiento, especialmente cuando una persona lo pide en oración (Hechos 11:18; 2 Timoteo 2:25). Y Pablo dijo “su benignidad te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4).
Como leímos en Hechos 2:38, una vez que una persona se arrepiente y cree en el evangelio debe proceder a bautizarse para recibir el perdón de sus pecados y la conversión espiritual. La palabra bautizar significa sumergir, y otras escrituras muestran claramente que Pedro se refería a una inmersión total en agua como símbolo de nuestro arrepentimiento y fe en Jesucristo como nuestro Salvador y Maestro.
¿Por qué es esto importante? Por lo que el bautismo representa. La inmersión en agua representa ser sepultado, y salir de ella representa la resurrección.
En realidad el bautismo representa tres muertes, entierros y resurrecciones. Primero, el bautismo simboliza nuestra fe en que “[Cristo] fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4).
Segundo, simboliza que reconocemos la necesidad de que nuestro antiguo estilo de vida pecaminoso muera y sea enterrado para siempre (Colosenses 3:5; 2:12). Y salir del agua representa el comienzo de nuestro camino “en vida nueva” (Romanos 6:3-6). Desde luego, nuestro carácter espiritual no se transforma instantáneamente en esos pocos segundos, pero el bautismo es una señal de nuestro compromiso y dedicación a esa meta durante toda la vida.
Tercero, el bautismo simboliza nuestra fe en la esperanza de la resurrección literal que vendrá, “de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos” (Hechos 24:15).
El bautismo es un paso vital. Dios considera a cada persona culpable de sus pecados hasta que estos sean borrados mediante el bautismo (Hechos 3:19; 22:16). En el momento que la persona arrepentida se bautiza, haciendo morir simbólicamente a la persona antigua y su estilo de vida, ¡todos sus pecados son perdonados! ¡Qué gozo es poder presentarnos limpios ante Dios!
Pero no somos perdonados simplemente para regresar al camino por el que íbamos. Debemos transformarnos, y eso se alcanza a través del segundo paso.
Hechos 2:38 declara que después de que una persona se arrepiente genuinamente y es bautizada recibirá el Espíritu Santo de Dios, pero este don no se obtiene durante el bautismo. Las Escrituras muestran que Dios da su Espíritu inmediatamente después, durante la imposición de manos efectuada por uno de los ministros de Dios, cuando este ora por la persona bautizada para que reciba el Espíritu Santo (Hechos 8:14-17; 19:6; 2 Timoteo 1:6).
Una vez que usted obtiene el Espíritu Santo, ya “tiene a Cristo” en su interior (Colosenses 1:27). Ha “sido bautizado en Cristo” (Gálatas 3:27). Usted “permanece en Dios, y Dios permanece” en usted
(1 Juan 3:24). Es participante “de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Tiene un “corazón nuevo” y se está convirtiendo en un “nuevo hombre” (Ezequiel 18:31; Efesios 4:24).
“Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” — es decir, no pertenece a Cristo (Romanos 8:9), ni es un verdadero cristiano o hijo de Dios (versículo 14). Para convertirse en un verdadero cristiano usted debe creer, arrepentirse, ser bautizado, recibir la imposición de manos por parte de uno de los ministros de Dios, y recibir el don del Espíritu Santo.
Una vez que una persona madura adquiere entendimiento espiritual y fe y se arrepiente de sus pecados, no debiera demorar su bautismo. Cuando Dios está ofreciéndole un obsequio, ¿por qué no recibirlo? Jesús advirtió en cuanto a rechazar ofrecimiento de Dios: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16). Como Ananías le dijo a Saulo (posteriormente llamado Pablo), “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).
Una vez que uno recibe el Espíritu Santo, ¡comienza el verdadero crecimiento espiritual! (Para aprender más, solicite o descargue nuestro folleto gratuito Transforme su vida: La verdadera conversión cristiana).