Los defensores del israelismo británico
La prosperidad de Gran Bretaña y Estados Unidos en los siglos xix y xx alimentó la creencia popular de que los pueblos británico y estadounidense son efectivamente descendientes de las diez tribus perdidas. Este movimiento se llegó a conocer popularmente como israelismo británico.
En Estados Unidos, donde la idea del “destino manifiesto” (la creencia de que el destino de la nación era expandirse desde el océano Atlántico al Pacífico) ya estaba profundamente arraigada, los defensores del israelismo británico fomentaban la explicación bíblica detrás de la prosperidad y el inaudito crecimiento de la nación. Concluyeron que Gran Bretaña y Estados Unidos eran los recipientes del derecho de primogenitura incondicional de José.
En tiempos recientes, algunos han asociado el israelismo británico con las connotaciones negativas modernas del imperialismo. Los críticos incluso dicen que quienes adoptaron este razonamiento simplemente estaban buscando apaciguar su conciencia para justificar las tendencias imperialistas. Tal acusación, no obstante, simplemente no es congruente con el pensamiento del siglo XIX. Aquellos que expresan los sentimientos políticos de la actualidad como si fueran los mismos de un público de una época pasada que veía al mundo de una manera muy diferente, están haciendo una evaluación incorrecta e injusta.
A mediados del siglo xix los súbditos del Imperio británico no percibían el imperialismo como algo negativo. Lo veían como un gesto magnánimo: estaban propagando a los pueblos menos afortunados alrededor del mundo las bendiciones que habían brindado prominencia a su nación. Y, en efecto, el Imperio británico aportó muchas bendiciones a los pueblos que se convirtieron en parte de él.
Otra crítica –y que algunas veces es correcta– dirigida a los defensores del israelismo británico es que algunos de sus proponentes incorporaron el racismo en sus creencias. Los puntos de vistas prejuiciosos racistas han afectado su razonamiento, desacreditando así los aspectos históricos de sus enseñanzas. Esto es lamentable y bíblicamente inaceptable. La intolerancia racial es sin ninguna duda algo que la Biblia no enseña. Dios no es el autor de tal perspectiva. Él ama a todas las personas y nos ordena hacer lo mismo.
Los temas cruciales que debemos tomar en consideración son dos: si es efectivo que muchos de los descendientes de las diez tribus de Israel residen actualmente en las naciones de descendencia británica y, de ser así, qué espera Dios de ellos.
Teniendo como enfoque las promesas bíblicas, algunos eruditos se han embarcado en exhaustivas investigaciones para que se conozca el hecho de que las bendiciones prometidas por Dios a los descendientes de Abraham han sido cumplidas en gran parte en los pueblos británico y estadounidense. Y aunque son muchos los que han contribuido a la investigación básica, a continuación presentamos a unas cuantas personas que han hecho contribuciones significativas al desarrollo de esta área de estudio.
John Wilson, un anglicano laico de Cheltenham, Inglaterra, publicó Our Israelitish Origin [Nuestro origen israelita] en 1840. Esta obra fue la primera tesis completa que vinculó a los anglosajones con el antiguo Israel. Wilson se valió de lo mejor de la erudición y metodología contemporáneas. Utilizó en particular la obra de Sharon Turner (1768-1847), un personaje monumental en la historiografía británica, cuya obra de múltiples volúmenes The History of the Anglo-Saxons [La historia de los anglosajones] rastrea a los anglosajones a través de Europa, hasta los países balcánicos, y finalmente hasta las montañas de Crimea y el Cáucaso — exactamente lo que esperaríamos según 2 Reyes 17:6 y 1 Crónicas 5:26.
Edward Hine, banquero y sucesor de Wilson, escribió Forty-Seven Identifications of the British Nation With Lost Israel [Cuarenta y siete identificaciones de la nación británica con el perdido Israel] (1871). Hine afirmaba haber presentado este tema ante cinco millones de personas a lo largo de su carrera y circuitos de conferencias.
John Harden Allen, ministro metodista del noroeste del Pacífico (EE.UU.), escribió Judah’s Sceptre and Joseph’s Birthright [El cetro de Judá y el derecho de primogenitura de José] en 1917.
T. Roslin Howlett, ministro bautista, ejercía su pastorado en Nueva York, Washington y Filadelfia.
Charles Piazzi Smyth (1819-1900), fue el astrónomo real de Escocia y profesor emérito de astronomía de la Universidad de Edimburgo.
El coronel John Cox Gawler (1830-1882), fue el guardián de las joyas de la corona británica.
Herbert Armstrong (1892-1986), fundador y rector de la Universidad Ambassador, escribió La llave de maestra de la profecía, publicado en varias ediciones hasta 1986.
Steven Collins escribió The “Lost” Ten Tribes of Israel . . .Found! [Las diez tribus “perdidas” de Israel . . . ¡son encontradas!] (1992), que luego fue expandida a una serie de cuatro volúmenes.
Yair David fue el autor de The Tribes: The Israelite Origins of Western Peoples [Las tribus: los orígenes israelitas de los pueblos occidentales] (1993), Ephrain
[Efraín] (1995), Ephrain: The Gentile Children of Israel [Efraín: Los hijos gentiles de Israel] (2001) y Joseph: The Israelite Destiny of America [José: El destino israelita de los Estados Unidos] (2001).
Raymond McNair, el ministro de la Iglesia Global de Dios, escribió America and Britain in Prophecy [Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía] (1996).
John Ogwyn, ministro de la Iglesia de Dios Viviente, escribió What´s Ahead for America and Britain? [¿Qué le depara el futuro a Estados Unidos y Gran Bretaña?] (1999).