Cómo se convirtió Jacob en el heredero de Abraham

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Cómo se convirtió Jacob en el heredero de Abraham

Dios escogió a Jacob, el gemelo de Esaú que nació en segundo lugar, para que recibiese la herencia de primogenitura que normalmente está reservada para el primogénito. Esto le otorgaba el derecho de convertirse en el patriarca de la familia cuando Isaac falleciera (Génesis 25:29-34). La bendición de primogenitura convirtió a Jacob en el heredero directo de Abraham, y en el recipiente de las promesas divinas hechas a Abraham y sus descendientes.

"Todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente"

En el momento que Jacob recibió la promesa, aún no se había comprometido a vivir según la fe en Dios. A pesar de que Dios había designado a Jacob poco antes de que naciera como el heredero de la bendición de Abraham (versículo 23), tanto Jacob como su madre eran débiles en la fe y recurrieron al engaño para obtener la bendición de Isaac (Génesis 27). Esto le acarreó a Jacob el odio de su hermano. Esaú, lleno de furia, se propuso matarlo (versículo 41). La madre escuchó los planes de Esaú, por lo que le pidió a Isaac que enviase a Jacob a quedarse con parientes que vivían lejos de ahí para que estuviese a salvo (versículos 42-46).

Así, Isaac y Rebeca enviaron a Jacob de vuelta a la familia de Rebeca, en el norte de Mesopotamia. Aparentemente, la única razón que le mencionaron a su numerosa familia fue que querían que Jacob encontrase una esposa entre los parientes de Rebeca. Esto era cierto, pero ella estaba además tratando de evitar que Esaú asesinara a Jacob.

Sin embargo, antes de enviar lejos a Jacob, Isaac llamó a su ambicioso e ingenioso hijo y lo bendijo nuevamente. Al parecer Isaac perdonó el comportamiento engañoso que había demostrado su hijo y esta vez repitió voluntariamente su bendición original. A estas alturas Isaac probablemente había recordado y reconocido que Dios había designado a Jacob como heredero, incluso antes de su nacimiento.

Luego Isaac reiteró algunas de las promesas claves del pacto que Dios le había hecho a él y a Abraham (Génesis 28:1-5). Al hacer esto, Isaac le anunció abiertamente a la familia que en realidad Jacob era quien heredaría la responsabilidad principal de la relación eterna de su familia con Dios (Génesis 17:19).

Dios se estaba asegurando de que nadie se olvidara de las promesas que le había hecho a Abraham, y para ello las traspasó formalmente de una generación a la otra.

Isaac le traspasó a Jacob las promesas claves del pacto: “Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham” (Génesis 28:3-4).

Cuando Jacob dejó su hogar apresuradamente poseía tanto la promesa de primogenitura como una bendición especial, pero de un momento al otro su vida se había trastornado por completo. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Se haría presente el Dios de su abuelo y de su padre para ayudarlo a él también?

Jacob debe haber recordado las historias que escuchaba mientras crecía acerca de los encuentros de su familia con este increíble y divino Ser. ¿Respetaría ese mismo Dios grandioso lo que él había adquirido mediante tanto engaño, aunque se lo había prometido antes de nacer?

Fue en este punto de su vida que Dios se reveló personalmente a Jacob. “Y llegó [Jacob] a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.

“Y he aquí, el Eterno estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy el Eterno, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

“Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente el Eterno está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el . . .” (Génesis 28:11-19). Jacob ahora estaba seguro de que era oficialmente el heredero confirmado de las promesas hechas a Abraham.