Un mundo continuamente en crisis

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Un mundo continuamente en crisis

“Una de las características más sobresalientes de las crisis actuales es su continuidad”—David Burnett King.

En décadas recientes el escritor británico Anthony Sampson ha escrito tres análisis detallados de Inglaterra. En la última, él expresa un sentido de urgencia. Aun el título nos indica que todo ha empeorado y que la crisis es un estilo de vida.

Su libro, The Essential Anatomy of Britain: Democracy in Crisis [“Análisis básico de Gran Bretaña: Una democracia en crisis”], contiene un capítulo cuyo propósito evidente es advertir al gobierno británico que debe poner la casa en orden. Este capítulo no apareció en las dos primeras ediciones.

Fue el principal rabino británico, Jonathan Sack, el que escribió: “Los profetas de hoy, lo digo con tristeza, con mucha frecuencia no son dirigentes religiosos, sino un pequeño grupo de intelectuales, que para analizar lo que acontece en nuestra época no se limitan a sus especializaciones académicas sino que adoptan una perspectiva más amplia, y nos informan que hay un peligro inminente” (Faith in the Future [“Confianza en el futuro”], 1995, p. 65).

De vez en cuando se han escuchado las voces proféticas que nos advierten acerca de las señales en el ámbito mundial. Algunos afirman que habrá una crisis que producirá un cambio dramático en nuestro mundo.

Esto se refleja claramente en los títulos de muchos libros recientes. El escritor norteamericano James Dale Davidson, y su homólogo británico William Rees-Mogg, titularon su libro The Great Reckoning [“El gran juicio”]. El historiador Eric Hobsbawm llamó el suyo The Age of Extremes [“La edad de los extremos”].

El escritor y educador norteamericano David Burnett King anota en The Crisis of Our Time [“La crisis de nuestro tiempo”] que “existe un profundo sentimiento de desasosiego . . . Estamos atravesando una especie de crisis, tratando de sobrevivir durante un tiempo de cambios dramáticos que de alguna forma nos dé un futuro completamente diferente de nuestro pasado” (1988, p. 17).

La verdad es que tal vez estemos acercándonos rápidamente a un período de transición entre dos eras completamente diferentes: la edad del hombre y el mundo por venir del que habló Jesucristo (Mateo 12:32).

En otro libro, titulado The Age of Revolution [“La edad de la revolución”], Eric Hobsbawm afirma que la tierra no puede continuar soportando indefinidamente los desastrosos frutos del lado oscuro de la tecnología moderna. Él escribió: “Hemos alcanzado un punto histórico en la crisis. Las fuerzas generadas por la economía tecno-científica son capaces de destruir el medio ambiente, o sea el fundamento material de la vida humana”.

David Burnett King nos recuerda: “La naturaleza de las crisis ha cambiado. Lo más impresionante de las crisis actuales es su continuidad; tal parece que estarán con nosotros perpetuamente” (The Crisis of Our Time [“La crisis de nuestro tiempo”].

Tal vez lo que tengamos por delante es lo que el profeta Daniel denominó el “tiempo de angustia”, la crisis más grande de todas, que culminará con la segunda venida de Jesucristo (Daniel 12:1; Mateo 24:21-22).