Preguntas decisivas

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Era un descubrimiento asombroso. Durante 10 días los astrónomos habían estado enfocando el telescopio espacial Hubble en una pequeña mancha en el cielo que no parecía ser más grande que un grano de arena al alcance de la mano.

Concentrándose en un punto cerca de la Osa Mayor donde la vista no sería obstruida por planetas o estrellas cercanos, los astrónomos se valieron de los instrumentos de este gigantesco telescopio orbital para obtener 342 fotografías, con una duración entre 15 y 40 minutos cada una. Con toda paciencia registraron diminutos puntos de luz cuatro mil millones de veces más tenues que los que pueden verse a simple vista.

Esperaban encontrar respuestas fundamentales acerca del universo. ¿Cuán grande es? ¿Hasta qué distancia podemos ver en nuestra búsqueda de galaxias que se encuentran a miles de millones de años luz de la nuestra? ¿Podrían encontrar indicios acerca del origen del universo y de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea?

Los astrónomos quedaron estupefactos cuando combinaron los cientos de fotografías y vieron el fruto de sus esfuerzos. Ante ellos aparecía una asombrosa imagen. La pequeña partícula de cielo que tan meticulosamente habían escudriñado con el telescopio más poderoso que haya construido el hombre, encerraba un calidoscopio de cientos de galaxias de varias formas, tamaños y colores. Mirando el cielo como a través de un tubo delgadísimo, ¡pudieron contar 1.500 galaxias por lo menos!

Al explorar las profundidades del tiempo y el espacio, llegaron a la conclusión de que las galaxias más tenues que pudieron fotografiar se encuentran a una distancia de más de 10 mil millones de años luz. Algunas de las más brillantes se encuentran mucho más cerca, a sólo unos 2.500 millones de años luz.

Aún más asombroso es el hecho de que los astrónomos hayan concluido que en el universo existen muchas más galaxias de las que podemos imaginarnos: cuando menos 100 mil millones y quizá hasta muchas más.

¿Hasta qué número pueden llegar? Para tener una idea un poco más clara, si pudiéramos contar a razón de una galaxia por segundo, día tras día, tardaríamos casi 32 años para llegar a la cifra de mil millones. Tomaría más de tres milenios llegar a la cifra de 100 mil millones de galaxias. Y eso es tan sólo el número de galaxias que se ha calculado que hay en el universo. Se cree que una galaxia como la Vía Láctea, de tamaño mediano, contiene 200 mil millones de estrellas e incontables planetas.

Tales cifras estratosféricas exceden fácilmente a nuestra limitada capacidad de comprensión.

Preguntas acerca de nuestro origen

¿Quién de nosotros, al contemplar el cielo en una noche estrellada, no se ha preguntado alguna vez por qué estamos aquí? ¿Qué lugar ocupamos en el espacio sideral? ¿Qué propósito tiene la vida?

En una época en que el conocimiento del universo ha aumentado en forma asombrosa, los filósofos, científicos y otros pensadores se hacen estas mismas preguntas. Las conclusiones que han sacado después de mucha reflexión, y con base en el entendimiento científico tradicional, no han sido muy acertadas.

Stephen Hawking, científico y profesor inglés, en su libro titulado A Brief History of Time [“Breve historia del tiempo”], analiza algunas de estas importantes preguntas. Él dice: “Nos encontramos en un mundo desconcertante. Queremos encontrarle sentido a lo que nos rodea, y preguntar: ¿Cuál es la naturaleza del universo? ¿Cuál es nuestro lugar en él y de dónde vino éste y de dónde vinimos nosotros?” (1988, p. 171).

Desde los albores de la historia la gente se ha hecho preguntas acerca de su existencia. Pero éstas nunca fueron tan bien expresadas como las han expresado algunos de los científicos, historiadores y filósofos más eminentes de nuestro tiempo.

El profesor Hawking no cree tener todas las respuestas. Sin embargo, por medio de su sobresaliente conocimiento y habilidad —particularmente en los campos de la astrofísica, la cosmología y las matemáticas— hace las preguntas correctas.

Él no es el único científico que ha examinado estas preguntas básicas. Otro brillante científico y escritor, el finado Carl Sagan, en el prólogo del libro del profesor Hawking, escribió: “Vamos por la vida sin entender casi nada del mundo. Poco pensamos en la maquinaria que genera la luz del sol que hace posible la vida, en la gravedad que nos mantiene sobre un planeta que, de no ser así, nos lanzaría hacia el espacio, o en los átomos de los cuales estamos hechos y de cuya estabilidad dependemos totalmente” (ibídem, p. ix).

El profesor Sagan dedicó su vida a la tarea de llevar el pensamiento científico al público no científico. Veamos otro de sus comentarios: “A excepción de los niños (quienes no saben lo suficiente para no hacer las preguntas importantes), pocos de nosotros dedicamos mucho tiempo a preguntarnos por qué la naturaleza es como es, de dónde vino el cosmos, o si siempre ha estado aquí...” (ibídem).

Quizá la mayoría de nosotros no nos sentimos capacitados para sopesar los misterios del universo, y creemos que hacerlo es una pérdida de tiempo. Pero no es así. Esta curiosidad intelectual es innata en el ser humano. Uno debe hacer las preguntas y debe recibir las respuestas. En las últimas páginas de su libro, el profesor Hawking se refiere a esto: “... Si descubrimos una teoría completa [que lo explique todo], deberían entenderla no sólo unos pocos científicos sino el mundo entero. Entonces todos nosotros, filósofos, científicos y gente común y corriente, seríamos capaces de participar en la discusión acerca de por qué existimos nosotros y el universo”. Y concluye diciendo: “Si encontráramos la respuesta a eso, sería el triunfo más importante del razonamiento humano, porque entonces conoceríamos la mente de Dios” (ibídem, p. 175).

Paul Johnson, historiador inglés, también plantea algunas de las preguntas más importantes para el hombre: “¿Para qué estamos aquí en la tierra? ¿Es la historia sólo una serie de acontecimientos que se resumen en nada? ... ¿O existe un plan determinado del cual, por humilde que sea nuestra parte, nosotros somos los instrumentos?” (A History of the Jews [“Historia de los judíos”], 1997, p. 2).

Un asunto trascendental

¿Es esta vida todo lo que hay, o existe algo más? Si hay algo más, ¿cómo le afectaría a usted en su vida el tener conciencia de ese algo? Cuando estudiamos la historia de la humanidad, ¿no estamos pasando por alto algo importante?

Estas preguntas realmente son importantes. ¿Alguna vez las ha considerado usted seriamente? ¿Por qué estamos aquí? ¿Existe algún propósito para nuestras vidas, y está ligado inextricablemente ese propósito a la existencia de Dios? Necesitamos hacernos estas preguntas y buscar las respuestas, porque las respuestas implican cosas muy serias que deben afectar profundamente nuestra forma de vivir.

Pero ¿dónde empezar? ¿Cómo podemos contestar esas preguntas que son las más elementales de todas? ¿Existe Dios? ¿Acaso él es real? ¿Cómo es él? ¿Tiene algún plan para nosotros? Podemos encontrar las respuestas a todas estas preguntas; las pruebas de la existencia de Dios están disponibles.

En esta publicación examinaremos algunas de esas pruebas, planteando y contestando preguntas que son indispensables en la búsqueda de nuestro significado y propósito.