El supremo interrogante: ¿Existe Dios?

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¿Por qué estamos aquí? ¿Qué lugar ocupamos en el espacio sideral? ¿Qué propósito tiene la vida?

El razonamiento humano automáticamente descarta la idea de Dios como nuestro Creador, quien tiene un propósito tanto para el hombre como para el universo.

¿Ha existido siempre el universo, o tuvo un principio en algún momento específico? Gran parte de la discusión acerca de un Dios creador se basa en esta pregunta.

Una vez más debemos enfrentarnos a la pregunta esencial: ¿Es todo esto producto de la nada?

El Dr. Robert No se anda con rodeos para expresar lo que piensa, particularmente cuando se trata de los descubrimientos que desconciertan a sus colegas científicos y las no muy imparciales reacciones de éstos

¿Acaso la vida en nuestro planeta podría ser la obra de un relojero ciego, o sencillamente de nadie? ¿Podría ser simplemente resultado de la casualidad?

Son muchas las formas de vida que dependen del agua en su estado líquido.

¿Cómo empezó la vida? La inmensa variedad de seres vivientes de la tierra, ¿acaso evolucionó de la nada? ¿Cómo pudo la materia inerte, carente de vida, llegar a ser un tejido vivo?

Mientras más profundamente exploran los científicos los misterios del universo, más pruebas encuentran de la existencia de Dios.

¿Tiene algún significado la vida sin Dios? ¿Existe un propósito para el planeta Tierra y los que moramos en él? Si así es, ¿cuál es el propósito?

Dios creó al hombre y el cosmos con un propósito asombroso e inspirador.

¿Por qué el hombre rechaza a Dios y las leyes divinas que definen sus normas? Las leyes espirituales de Dios requieren que cada persona tenga una forma de conducta que muy pocos están dispuestos a obedecer.

¿Podemos conocer realmente a Dios, el que dice ser el Creador, el Dador de la vida, el que sostiene el universo, el único que no hace nada sin un propósito?

Si Dios existe realmente, ¿por qué no se nos revela de alguna forma en la que ya no tengamos duda de su existencia?

Si Dios existe, ¿por qué no lo vemos, no lo oímos y no lo podemos tocar?

La gran paradoja de nuestro tiempo es que a pesar de la abundancia de información que tenemos, carecemos de la más esencial de todas las informaciones: el conocimiento de Dios.