El agua vivificante

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El agua vivificante

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Son muchas las formas de vida que dependen del agua en su estado líquido. Esto quiere decir que la Tierra no debe estar ni demasiado cerca ni demasiado lejos del Sol. Los astrónomos consideran que si la distancia de la Tierra al Sol cambiara siquiera en un 2 por ciento, desaparecería toda forma de vida ya que el agua se congelaría o se evaporaría.

Otro aspecto que hace posible la vida en nuestro planeta son las características únicas del agua congelada. El hielo es algo tan común que muy pocos nos ponemos a pensar en que el equilibrio de la vida depende de las sencillas propiedades químicas del hielo.

El agua es una de las pocas sustancias que se expanden al ser congeladas. Cuando se congelan la mayoría de las sustancias, se hacen más densas y se hunden cuando son colocadas en un recipiente que contenga la misma sustancia en estado líquido. Pero eso no sucede con el hielo. Debido a que el volumen del agua, al congelarse, aumenta en un 10 por ciento, el hielo tiene la rara particularidad de flotar sobre el agua. Cuando en el invierno los ríos y lagos se congelan, se congelan de arriba hacia abajo. Si las características del hielo fueran iguales a las de la mayoría de las sustancias, se hundiría, y entonces los ríos y los lagos se congelarían de abajo hacia arriba. Así, muchos cuerpos de agua terminarían siendo enormes masas sólidas de hielo, lo que acabaría con casi todas las formas de vida que los habitan.

El astrónomo Hugh Ross hace notar otras formas en que la Tierra es un planeta perfecto para la vida: “Como lo reconocen ahora los bioquímicos, para que las moléculas vivificadoras obren de tal manera que los organismos puedan vivir, es necesario que haya un ambiente donde el agua líquida sea estable. Esto quiere decir que un planeta no puede estar ni muy cerca ni muy lejos de su estrella. En el caso del planeta Tierra, un cambio en la distancia del Sol tan pequeño como de un 2 por ciento privaría al planeta de toda vida . . . El período de rotación de un planeta donde haya vida no puede variar sino en un pequeño porcentaje. Si el planeta tarda más en girar, las diferencias de temperatura entre el día y la noche serán demasiado grandes. Por otro lado, si el planeta gira muy rápido, el viento soplará a velocidades catastróficas. Por ejemplo, un día calmado en Júpiter (cuyo período de rotación es de 10 horas) origina vientos de 1.600 kilómetros por hora . . .” (The Creator and the Cosmos [“El Creador y el cosmos”], 1993, pp. 135-136).

En contraste con las 10 horas de rotación de Júpiter, nuestro planeta vecino Venus gira una vez cada 243 días. Si la rotación de la Tierra tomara tanto tiempo, la vida vegetal no sería posible debido a la prolongada oscuridad y a los extremos de calor y frío que se producirían por los días y noches tan largos.