¿Qué fue 'anulado' con la muerte de Cristo?

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La errónea interpretación de Colosenses 2:14 que enseñan algunas personas se utiliza con frecuencia para respaldar la creencia equivocada de que la ley de Dios fue “anulada” y “quitada de en medio” por Jesucristo.

El versículo dice: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”. ¿Significa este versículo que la ley de Dios fue anulada o clavada en la cruz, como muchos afirman?

Primero debemos aclarar que la ley de Dios no está en contra de nosotros. Por el contrario, es “santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). Las Escrituras siempre se refieren a ella como una bendición para la humanidad (ver el recuadro de la página 24: “La ley de Dios: ¿Es una carga o una bendición?”).

Cristo sí quitó algo que estuvo clavado en la cruz. Pero ese algo era el registro de nuestros pecados, nuestras transgresiones, y no la ley de Dios. Un análisis cuidadoso del enunciado original de Pablo (en griego) nos mostrará que esto es verdad.

La palabra griega traducida como “anular” en Colosenses 2:14 es exaleipho, que significa “quitar, eliminar, anular” (W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras Nuevo Testamento, 1984, 1:113). Las Escrituras siempre utilizan exaleipho en referencia a borrar el pecado, no la ley. En Hechos 3:19 Pedro utiliza esta palabra cuando exhorta a sus oyentes a que se arrepientan y se conviertan para que sean “borrados” sus pecados.

En el Antiguo Testamento la palabra hebrea machah, traducida por “borrar”, “limpiar” o “raer”, es utilizada (de la misma forma que ocurre con exaleipho) para las transgresiones y los pecados. Isaías cita a Dios, quien dice: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25; comparar con Salmos 51:1, 9; Éxodo 32:31-33). Sólo los pecados, o las personas que se empeñan en seguir pecando, serán borrados, pero no la ley de Dios. Esto se aclara más cuando examinamos la siguiente frase que Pablo utiliza en Colosenses 2:14.

“El acta de los decretos”

Los romanos clavaron dos cosas en la cruz cuando ejecutaron a Jesucristo: Jesús mismo y la inscripción que decía que él era “rey de los judíos”, el cargo de traición contra Roma esgrimido para ejecutarlo.

Pero Pablo agrega algo más que también fue crucificado (figurativamente) en la cruz de Jesucristo: “el acta de los decretos que había contra nosotros”.

La expresión griega traducida por “el acta de los decretos” es cheirographon tois dogmasin. Es el único lugar en que se utiliza en el Nuevo Testamento.

El diccionario de Friberg explica cheirographon dogma como “un documento escrito a mano; si es de asuntos legales, es un pagaré, registro de deuda, fianza; en sentido figurado [se usa en Colosenses] 2:14 no para referirse a la ley misma, sino al registro de los cargos . . . que estaban contra nosotros y que Dios simbólicamente quitó ‘clavándolos en la cruz’” (programa Bible Works [“Obras de la Biblia”]).

En el prólogo del diccionario de Vine se explica más al respecto: “Esto quiere decir un memorándum de deuda, ‘un pagaré’ que se usaba en contratos públicos y privados, y es un término técnico en los papiros griegos. Se han publicado un gran número de antiguos pagarés, y de éstos el Dr. Deissmann dice: ‘una fórmula típica en estos documentos es la promesa de pagar el dinero que se ha pedido prestado: “Yo pagaré”; y todas esas notas fueron escritas por el deudor o, si no podía escribir, por otro en su representación, con la observación explícita: “Lo he escrito por él”’. . .

”En el famoso papiro florentino del 85 d.C., el gobernador de Egipto da esta orden durante un juicio: ‘Que lo escrito a mano sea tachado’, lo que corresponde a ‘anular el acta’ de Colosenses 2:14”.

El Theological Dictionary of the New Testament (“Diccionario teológico del Nuevo Testamento”) agrega: “La metáfora del pagaré tiene el objetivo de subrayar la afirmación anterior . . . [de que] Dios ha perdonado los pecados. Él ha cancelado el pagaré al tomarlo y clavarlo en la cruz de Cristo” (Gerhard Kittel, 1995, 9:436).

El lenguaje de la época de Pablo asocia esta palabra con la escritura a mano de una deuda legal o una pena merecida, no con la ley de Dios.

La última palabra que vamos a examinar es decretos tal como se utiliza en “el acta de los decretos”. La palabra griega que se utiliza aquí es dogmasin, que “denotaba primariamente una opinión firme o un juicio” (W.E. Vine, ob. cit., 1:388). Esta expresión se utilizaba para designar una sentencia oficial escrita a mano o una acusación contra alguien por haber transgredido una ley.

La Versión Popular traduce así este versículo: “Dios canceló la deuda que había contra nosotros y que nos obligaba con sus requisitos legales. Puso fin a esa deuda clavándola en la cruz”.

Lo que ocurrió con la crucifixión

Una buena forma de visualizar esto es analizar en detalle lo que ocurrió cuando Jesús fue crucificado: “Y por encima de su cabeza pusieron un letrero, donde estaba escrita la causa de su condena. El letrero decía: ‘Este es Jesús, el Rey de los judíos’” (Mateo 27:37, Versión Popular).

Los dirigentes religiosos judíos acusaron a Jesús de querer tomar el lugar del césar como rey de los judíos. Su cargo específico ante Pilato fue: “Todo el que se hace rey, a César se opone” (Juan 19:12).

Esto explica por qué Pilato le preguntó a Jesús: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” (Mateo 27:11). Cuando Jesús no quiso defenderse, Pilato admitió la acusación de los dirigentes judíos y la colgó en la cruz de Jesús.

El decreto escrito a mano que Pilato colgó encima de la cabeza de Jesús declaraba públicamente la acusación oficial por la que había sido crucificado. Implicaba falsamente que Jesús era culpable de cometer traición en contra del césar.

Por lo tanto, Jesús fue ejecutado oficialmente como un transgresor. La acusación era falsa, pero al aceptar la pena de muerte por esa falsa acusación, él nos sustituyó llevando sobre sí mismo la pena merecida por nuestros pecados, los cargos legítimos que Dios tenía contra nosotros. Así él “anuló” los cargos que exigen nuestra muerte por nuestra transgresión, y al hacerlo, hizo posible el perdón de los pecados (Colosenses 2:13).