¿Qué es lo nuevo del nuevo pacto?

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En el Nuevo Testamento la palabra griega traducida como “nuevo” en la expresión “nuevo pacto” es, con una sola excepción, kainos. Significa “nuevo en cuanto a forma o cualidad, de diferente naturaleza de aquello con lo que se contrasta como viejo” (W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento, 1984, 3:69).

Hebreos 12:24 es el único pasaje en que se utiliza una palabra griega diferente, neos, para decir “nuevo” en la expresión “nuevo pacto”. Neos “significa nuevo con respecto al tiempo, lo que es reciente; se usa de los jóvenes, y así se traduce, especialmente en el grado comparativo, neoteros, ‘más joven’, ‘menor’; así, lo que es neos puede ser una reproducción de lo viejo en cualidad o carácter” (ibídem).

Ninguna de estas palabras griegas traducidas como “nuevo” sugiere que se reemplazó todo aspecto del antiguo pacto, el pacto del Sinaí. Lo que cada una da a entender es que el pacto más reciente ha realzado y mejorado la calidad del pacto original.

Indiscutiblemente el nuevo pacto permite tener una mejor relación con Dios que la relación que sólo simbólicamente se representaba en el antiguo pacto. Para asegurar esta mejor relación, se han agregado algunos aspectos nuevos al “nuevo” (es decir, cualitativamente mejorado) pacto, y algunas cosas obsoletas se han reemplazado. Pero hay características que son comunes a ambos pactos y permanecen inalteradas.

Esta nueva relación sólo está disponible por medio de Jesucristo, nuestro nuevo Sumo Sacerdote, y el verdadero sacrificio por los pecados. La muerte de Cristo, al pagar por los pecados de la humanidad, ha abierto una puerta para que todos aquellos que voluntariamente se arrepientan y reciban el Espíritu Santo sean aceptados por Dios como sus hijos e hijas. Como nuestro Sumo Sacerdote permanente, Jesús ha reemplazado al antiguo sumo sacerdote, que era tan sólo un descendiente físico de Aarón, el hermano de Moisés.

El “nuevo” pacto de Dios también ofrece promesas enormemente mejores. Sin embargo, no abandona ninguno de los principios espirituales que reflejan eternamente la mente y el carácter de Dios. Estos principios están explicados correcta y adecuadamente en el Antiguo Testamento. Jesús y todos sus discípulos, incluso Pablo, utilizaban estas Escrituras como su autoridad para las verdaderas enseñanzas de Dios (Mateo 4:4; Hechos 17:2; Romanos 1:1-2; 2 Timoteo 3:14-17).