Paz y unidad en Cristo

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“Los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efesios 3:6).

En la Epístola a los Efesios Pablo escribió acerca del plan de Dios de traer paz, unidad y salvación a todas las personas, judíos y gentiles por igual. Para lograrlo, Dios no ha dado “a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:9-10).

Su mensaje a los colosenses dice algo similar: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:19-20).

Por lo tanto, Pablo apela a los cristianos que tengan “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efesios 6:15). Para lograr esta meta, tanto el pensamiento de uno como su forma de vida deben estar firmemente cimentados en las enseñanzas de las Sagradas Escrituras.

Pablo habla claramente a los cristianos no judíos, cuya conducta no había estado basada en la palabra de Dios: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente” (Efesios 4:17). Deben dejar de vivir de acuerdo con “la corriente de este mundo”, la cual está controlada por “las asechanzas del diablo” (Efesios 2:2; Efesios 6:11).

En lugar de eso, deben reconocer que “somos hechura suya [de Dios], creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Estas palabras de Pablo concuerdan con lo que encontramos en otra de sus epístolas. Solamente estudiando las Escrituras, que son “la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15), será posible recibir instrucción “en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Los gentiles y los judíos están unidos por una herencia en común

Como en otras de sus cartas, Pablo nuevamente les aclara a los gentiles que para que puedan recibir las promesas de Dios, primero deben ser injertados —como ramas en un olivo silvestre— en la raíz de Israel, el olivo natural que desciende de Abraham.

Veamos cuán enfáticamente se pronuncia Pablo: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:11-13).

¿A qué fueron hechos cercanos? ¡A la promesa de la misma herencia que tenían los cristianos judíos! “Porque él [Cristo] es nuestra paz, que de ambos pueblos [judíos y gentiles] hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” (v. 14).

¿Cuál era “la pared intermedia de separación” que debía derribarse para que los judíos y los gentiles pudieran ser reconciliados en “un solo cuerpo” (v. 16), la iglesia? En el versículo 15 Pablo describió esta pared como las “enemistades” que dividían a los judíos y a los gentiles. Cualquiera que haya sido esa “pared”, era un claro símbolo de la enemistad que existía entre los judíos y los gentiles. Desafortunadamente, la “pared” de enemistad es con frecuencia malinterpretada como si fuera la ley de Dios, sus mandamientos.

¿Es esto lo que Pablo tenía en mente cuando hablaba de la analogía de una pared que separaba a los judíos y los gentiles? ¡De ninguna forma! Identifiquemos correctamente la “pared” que simbolizaba gráficamente la barrera entre los judíos y los gentiles. Para ello necesitamos entender el contexto histórico y el significado de dos palabras griegas claves que Pablo utilizó.

La “pared intermedia” en el recinto del templo

En el Nuevo Testamento la palabra griega mesotoichon, que significa “pared intermedia”, sólo aparece en Efesios 2:14. La palabra griega fragmos, traducida como “de separación” o “de división”, que aparece en el mismo versículo, significa una “cerca” o “barandilla”, y en algunas ocasiones es traducida como “vallado” (Mateo 21:33; Marcos 12:1; Lucas 14:23).

El significado de estas palabras indica que la expresión de Pablo de “la pared intermedia de separación” se refiere a alguna barrera que divide a las personas tal como una cerca, una barandilla o un vallado. En este punto sería útil tener en cuenta una lección de historia.

Flavio Josefo fue un historiador judío del primer siglo, procedente de una familia sacerdotal. En su libro Guerras de los judíos utilizó ambos términos griegos, en contextos distintos, para referirse a una barandilla o barrera que existía en el templo de Jerusalén (libro 5, capítulo 5, secciones 2 y 6).

¿Qué barrera tenía en mente Pablo cuando habló de la división que existía entre los gentiles y los judíos? Era una pared que los judíos habían levantado para separar el patio de los gentiles —esa parte del complejo del templo judío en donde se permitían los gentiles— de la parte interior alrededor del templo mismo, en la que no se permitía la presencia de los gentiles.

En el New International Commentary of the New Testament [“Nuevo comentario internacional del Nuevo Testamento”], al hablar del libro de los Hechos, se explica: “A fin de que ningún gentil pudiera entrar inadvertidamente en las partes prohibidas, había letreros en griego y en latín colocados en la barrera al principio de los escalones que conducían a los recintos interiores; los letreros advertían que la muerte era el castigo para aquellos que penetraran más en el interior del edificio.

”Se han encontrado dos de estos letreros de advertencia (en griego) —uno en 1871 y otro en 1935— cuyo texto dice así: ‘Ningún extraño [gentil] puede entrar en la barricada que rodea el templo y sus alrededores. Cualquiera que sea sorprendido haciendo esto se acarreará la pena de muerte” (1974, p. 434).

Barreras erigidas por voluntad humana

Dios nunca ordenó que se levantara una pared física en la parte exterior del templo. Para Pablo, esa barrera erigida por los judíos era un símbolo claro de la enemistad que existía entre ellos y los gentiles.

La “pared intermedia” física, literal, fue derribada cuando los romanos destruyeron el templo en el año 70 d.C. Sin embargo, varios años antes de su destrucción física Pablo dijo que era un símbolo de las barreras religiosas y prejuicios étnicos que dividían a los seres humanos.

Todas las barreras hechas por el hombre deben ser “derribadas” para que la humanidad pueda disfrutar de la paz y la unidad por las que Cristo murió. Sin embargo, hasta la fecha el mundo está lleno de tabúes inventados por el hombre que dividen cultural, religiosa, étnica y nacionalmente a las personas.

Pablo está recalcando que en el plan de Dios, la verdadera reconciliación requiere que se eliminen las barreras que separan a las personas contrariamente al propósito de las Escrituras. Como les explicó a los gálatas: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).

¿Estaba Pablo enseñándoles a los gentiles conversos en Éfeso que debían rechazar a los judíos? No, el propósito de sus palabras era justamente lo opuesto.

Estaba afirmando que la esperanza y el futuro espiritual de los cristianos gentiles residían no en el rechazo de los judíos, sino en que fueran hechos participantes de las promesas hechas a los descendientes de Abraham. Y los judíos tampoco debían rechazar a los gentiles. Las barreras que existían entre los judíos y los gentiles por tanto tiempo debían desaparecer (no deje de leer el recuadro de la página 94: “Pablo encarcelado debido a un tabú inventado por el hombre”).

Cuando entendemos que son los prejuicios étnicos, religiosos y culturales inventados por el hombre lo que realmente se interpone en el camino de la paz y la unidad que Pablo estaba proclamando, entonces podemos entender más claramente el resto de sus comentarios. El aspecto principal del mensaje de Pablo a los efesios es que “los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efesios 3:6).

Eran los gentiles, no los judíos, los que tenían que efectuar los cambios más radicales en su estilo de vida. Por eso Pablo les dice a estos gentiles convertidos: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:17-18).

La ignorancia aleja a las personas de “la vida de Dios”, tal como la ha revelado por medio de sus siervos, los apóstoles y profetas que escribieron las Escrituras (Efesios 2:19-20). Cuando se presentan falsas creencias como si fueran “verdad”, éstas se convierten en un poderoso instrumento de engaño.

Tradiciones que ciegan a la humanidad

En Efesios y Colosenses encontramos varios pasajes estrechamente relacionados entre sí, que tratan el tema de las tradiciones humanas y nos advierten en contra de sus engaños. En un pasaje, Pablo establece un vínculo entre las engañosas tradiciones humanas con “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas” (Efesios 2:15).

Veamos la advertencia que Pablo les hace a los colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8). Las ideas que Pablo estaba tratando de combatir en Colosas no eran ideas bíblicas, sino ideas filosóficas del mundo arraigadas en tradiciones humanas.

En Éfeso también sucedía lo mismo; Pablo estaba confrontando tradiciones humanas, nunca la ley de Dios. Podemos confirmar esto si analizamos tanto el significado como el uso de ciertas palabras griegas claves que Pablo utiliza en Efesios 2 y las comparamos con palabras griegas similares o casi idénticas que aparecen en Colosenses 2.

En la Biblia, la palabra mandamientos generalmente se refiere a los mandamientos de Dios. Pero no siempre es así. Por lo general, el contexto en el cual se da un mandamiento nos revela su origen. Por ejemplo, un “mandamiento” puede originarse en los gobernantes del mundo, en las autoridades militares u otros que afirman tener autoridad, sin importar si dicha autoridad es legítima o no.

Este hecho es importante. En Tito 1:14 Pablo utiliza la palabra griega entole para decir “mandamientos” y claramente dice que son “de hombres”. Utiliza la misma palabra para “mandamientos” cuando escribe acerca de “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas” en Efesios 2:15. Esta palabra entole está directamente relacionada con la palabra griega entalma, que también se traduce como “mandamientos” en Colosenses 2:22, donde se refiere a “mandamientos y doctrinas de hombres”.

Lo que queremos señalar es que el uso que Pablo hace de entole (Efesios 2:15), y entalma no está restringido a los mandamientos de Dios. Afirmar que en Efesios y Colosenses estas palabras siempre deben ser interpretadas en referencia a la ley de Dios es insostenible. Ambas palabras pueden ser utilizadas en otras formas, y con frecuencia lo son.

En Efesios y Colosenses Pablo las utiliza con referencia a los mandamientos de hombres. Esto es aún más evidente cuando examinamos algunas otras palabras que Pablo utiliza.

“Ordenanzas” y “decretos”

La palabra griega que en Efesios 2:15 se traduce como “ordenanzas” y en Colosenses 2:14 como “decretos” es dogma. Varía un poco la traducción en otras versiones, donde aparecen expresiones tales como “reglamentos”, “requisitos”, “preceptos”, “cláusulas” y palabras afines. Al igual que las palabras mencionadas anteriormente, su significado no se limita a leyes o decretos bíblicos.

Técnicamente, la palabra griega dogma significa “una regla (o una serie de reglas) formal, que les dice a las personas lo que deben hacer” (Greek-English Lexicon of the New Testament Based on Semantic Domains [“Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento basado en conceptos semánticos”], 1988). Dogma se traduce con mucha frecuencia como “decretos” y se refiere a decretos dictados tanto por Dios como por los hombres. No está limitada únicamente a leyes o decretos bíblicos. Pablo la utiliza en Efesios 2:15 y en Colosenses 2:14 en el contexto de reglamentos y requisitos dictaminados por el hombre.

Dogma era una palabra griega tan común que el idioma español la adoptó tal cual. El Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, le da estas definiciones: “Proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia . . . Fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión”. Utilizamos el adjetivo dogmático para describir una declaración u opinión inflexible. Esto se acerca bastante al uso que Pablo le da a la palabra griega dogma en Efesios y en Colosenses.

Una variación de la palabra dogma es el verbo griego dogmatizo, que significa “obligar, poner bajo obligación por medio de reglas u ordenanzas”, o en una forma pasiva como en Colosenses 2:20, “someterse a reglas y preceptos” (Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature [“Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana antigua”], 2000, p. 254).

La forma en que Pablo utiliza estas palabras es muy clara. Utiliza dogma en Colosenses 2:14 y Efesios 2:15 y dogmatizo en Colosenses 2:20 para referirse a los reglamentos y preceptos impuestos a nivel humano: “mandamientos y doctrinas de hombres” (Colosenses 2:22). El contexto de sus comentarios hace claro su significado. En ambas epístolas (Efesios y Colosenses) Pablo habla acerca de decretos dogmáticos hechos por el hombre que separan entre sí a los seres humanos.

Para Pablo, la ley de Dios nada tiene que ver con estas restricciones impuestas por el hombre. Ni sus palabras ni la gramática en estos contextos dan pie para llegar a semejante conclusión. Sin embargo, es la conclusión que con más frecuencia se nos presenta —sin respaldo— de dichos pasajes.

Aquellos que tratan de mostrar que la ley de Dios era el tema de los comentarios de Pablo introducen sus propios prejuicios en esos comentarios. Lo hacen porque durante cientos de años estas tradiciones han influido en el pensamiento teológico. Sin embargo, este pensamiento antijudío y contra la ley de Dios está siendo rechazado por algunos de los eruditos más reconocidos en la actualidad.

Hace mucho tiempo que Pablo señaló la causa real de esta forma de pensar: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7). Mientras la hostilidad hacia la ley de Dios domine el pensar humano, la humanidad nunca alcanzará la paz. La solución de Dios es escribir sus leyes en nuestros corazones y mentes.

Para que esto ocurra, debemos primero dejar de razonar según aquellas tradiciones humanas que son contrarias a la ley de Dios, tradiciones que promueven hostilidad y división en lugar de paz, amor y unidad. La verdadera enseñanza cristiana es clara: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).

Cómo usa Pablo la “ley” en Efesios 2:15

Debemos entender el significado de la palabra griega que se traduce por “ley” tal como Pablo la utiliza al referirse a “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas” (Efesios 2:15). La palabra griega es nomos, que puede utilizarse con varios significados.

En el Nuevo Testamento nomos se utiliza para referirse generalmente a la ley bíblica, especialmente a la Torá (los cinco libros de Moisés), ya sea a toda o a una parte. Pero al igual que ocurre con la palabra mandamientos, no se limita exclusivamente a la ley bíblica.

Además de la ley divina, también puede significar “procedimiento o práctica establecido, costumbre, regla, principio o norma” (Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature [“Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana antigua”], p. 677). Nomos es tan amplia en su significado que con frecuencia se refiere a costumbres, principios o leyes diferentes de ley de Dios.

Esa expresión extraña de “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas” podría ser traducida más acertadamente como “la regla de los decretos contenidos en las regulaciones” hechas por el hombre. Esto concordaría mejor con el significado que tenía en mente Pablo.

En Efesios 2:15 Pablo simplemente está diciendo que Jesucristo —en su “carne” (al morir por nuestros pecados)— invalidó las regulaciones humanas creadas por el hombre como el criterio para juzgar a otros. Su énfasis radica en que el ejemplo de Cristo es la norma que tenemos para evaluar todas nuestras relaciones interpersonales.

Lo resume en estas palabras: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4:14-16).

Cristo ha “abolido” la hostilidad

Veamos cómo la palabra griega katargeo —traducida como “abolir” en Efesios 2:15— encaja con el enfoque y la intención de Pablo. El significado básico de katargeo es “hacer que pierda poder o eficacia, invalidar, dejar sin poder” (Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature [“Diccionario griego-inglés del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana antigua”], p. 525).

El Friberg Analytical Lexicon [“Diccionario analítico de Friberg”] explica que el término siempre denota una destrucción no física por medio de una fuerza superior que viene para reemplazar una fuerza que previamente estaba vigente; por ejemplo, la luz que destruye las tinieblas” (énfasis añadido). Pablo utiliza este término en el contexto de reemplazar la enemistad con la unidad y el respeto amorosos.

La muerte de Jesucristo para borrar los pecados personales pone a judíos y gentiles en pie de igualdad ante Dios. Al hacer posible el perdón de pecados para todas las personas, Jesús eliminó todo pretexto para mantener la hostilidad hacia otros. Este es el verdadero mensaje de Efesios 2. Y este mensaje está respaldado por los comentarios de Pablo en Colosenses 2. Ninguno de estos capítulos tiene nada que ver con la abolición de la ley de Dios.