Las leyes, los estatutos y los juicios de Dios

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Cuando Dios organizó el pueblo de Israel como una nación bajo el pacto del Sinaí, por medio del liderazgo humano de Moisés, autorizó un sistema administrativo no sólo con sacerdotes sino además con jueces, para ayudarlos a mantenerse dentro de la senda de justicia (Deuteronomio 1:16-17). Los jueces debían cumplir con sus tareas asignadas de acuerdo con las leyes, los estatutos y los juicios que Dios les iba a revelar, bien fuera directamente (tal como ocurrió con los Diez Mandamientos), o bien por medio de sus mensajeros.

Aunque para referirse a las instrucciones de Dios a su pueblo y sus representantes se utilizan varios términos en las Escrituras, generalmente se resumen bajo tres categorías principales: estatutos, juicios (u ordenanzas) y leyes (Levítico 26:46; Nehemías 9:13). Estos términos describen diferencias en la forma en que se ven las instrucciones de Dios y no tienen nada que ver con su validez o importancia. Todas representaban su voluntad y todas debían respetarse y obedecerse.

La palabra hebrea que se traduce como “ley” es torah. Cuando se utiliza con un artículo definido (la ley), se refiere o a la ley en general o a algún aspecto específico de la ley. Con frecuencia se refiere a todo el cuerpo de la ley que Dios le dio al pueblo de Israel.

Torah también tiene el significado más amplio de “enseñanzas”, especialmente cuando se utiliza sin el artículo definido. Algunas veces, cuando se usa en un sentido más amplio, la palabra aun parece implicar todo el cuerpo de instrucción revelada tal como aparece en las Escrituras del Antiguo Testamento.

La palabra estatutos se refiere a una clase específica de leyes. Como la traducción de las palabras hebreas choq o chuqqah, la palabra estatuto se refiere a una ordenanza, decreto o edicto.

Los estatutos bíblicos pueden fijar fechas, tales como las fiestas bíblicas, definir costumbres importantes y aun establecer la forma en que se debe proceder para manejar ciertos asuntos cruciales. Como revelan el pensamiento de Dios y sus prioridades, son cruciales y sirven como pautas divinas para un comportamiento justo.

Los “juicios” son decisiones que impartían los jueces para explicar, ampliar o especificar la aplicación de una ley existente. Para asegurar que los jueces humanos tuvieran pautas significativas y precedentes para tener en cuenta cuando estuvieran ejerciendo sus responsabilidades judiciales, Dios incluyó en las Escrituras ejemplos de cómo juzga él.

Los juicios de Dios ilustran cómo deben tomarse decisiones justas de acuerdo con los principios revelados en sus leyes y estatutos. Él instruye a todos los jueces que son responsables de tomar decisiones no delineadas específicamente en la Torá: “En los casos de pleito ellos estarán para juzgar; conforme a mis juicios juzgarán; y mis leyes y mis decretos guardarán . . .” (Ezequiel 44:24).

Les dice además: “No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo” (Levítico 19:15).

Al tomarse juntos, las leyes, los estatutos y los juicios de Dios establecen el fundamento de una sociedad justa y los procedimientos administrativos necesarios para gobernarla. Todos ellos contienen principios que se aplican a todas las personas y son lo suficientemente amplios como para ser adaptados a nuevas situaciones.