La ley de Dios: ¿Es una carga o una bendición?

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La ley de Dios: ¿Es una carga o una bendición?

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En la actualidad, la enseñanza más común acerca de la ley que Dios le dio a la antigua Israel, es que era una carga, una que Jesucristo tuvo que quitar. En esencia, los que promueven esta idea dicen que Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto para hacerlos esclavos nuevamente de un sistema legal tan estricto e irrazonable que, según ellos, es opresivo.

¿Hay algo terriblemente errado con este razonamiento? Según el apóstol Juan, sí lo hay. Al refutar argumentos similares en el primer siglo, Juan dijo enfáticamente: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).

¿Por qué dio Dios su ley? Él ha dicho repetidamente que la dio para el beneficio de las personas, para bendecirlas. Veamos unos pasajes que lo expresan muy claramente:

• “Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que el Eterno tu Dios te da para siempre” (Deuteronomio 4:40).

• Inmediatamente después de dar sus Diez Mandamientos, Dios exclamó: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5:29).

• “Andad en todo el camino que el Eterno vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer” (Deuteronomio 5:33).

• “Guardad cuidadosamente los mandamientos del Eterno vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. Y haz lo recto y bueno ante los ojos del Eterno, para que te vaya bien . . .” (Deuteronomio 6:17-18).

• “Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y puesto por obra, el Eterno tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos . . .” (Deuteronomio 7:12-14).

• “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Dios de ti, sino que temas al Eterno tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos del Eterno y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” (Deuteronomio 10:12-13).

• El Salmo 119, el capítulo más largo de la Biblia, es una espléndida alabanza a las leyes de Dios por la sabiduría y las bendiciones que resultan de obedecerlas.

Muchos otros pasajes expresan el mismo concepto, algunos detallando incluso bendiciones específicas por obedecer mandamientos específicos. Dos capítulos enteros, Levítico 26 y Deuteronomio 28, nos dan un vívido contraste entre las maravillosas bendiciones nacionales que serían el resultado de que el pueblo de Israel guardara las leyes de Dios y las terribles consecuencias que tendrían que afrontar si las rechazaban.

El propósito de las leyes de Dios es traer bendiciones. Definen la conducta que trae naturalmente la paz, seguridad y prosperidad. En Deuteronomio 4:5-7 se nos dice que si Israel le hubiera obedecido a Dios, hubiera cosechado las bendiciones prometidas por Dios hasta el punto de que las naciones vecinas lo hubieran visto ¡y aun hubieran escogido seguir las mismas leyes con el deseo de tener las mismas maravillosas bendiciones!

Es obvio que la ley de Dios no es una carga, como algunos creen, ¡sino una bendición!