¿En qué sentido hemos sido 'trasladados' al reino?

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En Colosenses 1:13 se nos dice que los santos físicos han sido “trasladados” al reino. Visto de esta forma, quiere decir que los cristianos ya nos encontramos en el Reino de Dios. Sin embargo, esto es imposible, porque en 1 Corintios 15:50 nos dice que “la carne y la sangre [los seres físicos] no pueden heredar el reino de Dios”.

Parte de la confusión se debe a que la voz griega basileia (que en este pasaje se traduce como “reino”) significa no sólo un reino literal, sino que también “denota soberanía, poder regio, dominio” (W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento, 3:340).

Este pasaje de Colosenses nos muestra que el poder y la soberanía de Dios se ejercen en la vida del cristiano a partir del momento de su conversión. En este versículo la palabra reino no se refiere al territorio sino a la autoridad, el poder y la soberanía de un rey; quiere decir que el cristiano ya no se encuentra bajo el dominio de las tinieblas (de Satanás), sino bajo la autoridad bondadosa del Hijo de Dios.

En casi todas las demás ocasiones en que la palabra basileia se usa en relación con el Reino de Dios, el aspecto que resalta es el poder y el dominio literales que Cristo va a tener cuando regrese a la tierra (Mateo 6:33; Apocalipsis 11:15). Los cristianos, como “herederos de Dios” que están siendo preparados para entrar en ese reino venidero (Romanos 8:15-17; Mateo 25:34; Apocalipsis 20:4-6), actualmente están sujetos a la soberanía y la autoridad del reino, aunque todavía no lo han heredado ni residen en él.

Jesucristo, Rey del futuro reino, es el Amo y Señor de los cristianos en la actualidad (Filipenses 2:9-11). Dios gobierna la vida de todos aquellos cristianos convertidos que voluntariamente se someten a él y obedecen sus leyes. Ellos se sujetan a la basileia de Dios, es decir, a su poder y soberanía. Cada uno, individualmente, forma parte de la iglesia, el Cuerpo de Cristo, que también está gobernada por Dios. La iglesia, ese organismo espiritual, espera y anhela el momento en que el gobierno de Dios se imponga literalmente sobre todas las naciones y su basileia se manifieste totalmente.

Si leemos Colosenses 1:13 dentro del contexto en que se encuentra, será más claro su significado. En el versículo 9 encontramos unas expresiones usadas muy comúnmente por Pablo y Timoteo en sus oraciones. Por ejemplo, ellos estaban muy agradecidos con Dios porque los había hecho aptos para participar de la herencia de los santos (v. 12). Sabemos que esta herencia, la vida eterna, no puede ser recibida hasta el momento del regreso de Cristo (1 Corintios 15:50-52; Romanos 8:17) y es por esta razón que los santos son llamados en la Biblia los “herederos” del reino (Santiago 2:5). Colosenses 1:13 continúa con este tema y agrega que aquellos herederos que anteriormente no lo eran, habían sido “trasladados” o transferidos del poder de las tinieblas al Reino de Dios.

Nosotros, santos contemporáneos, en el momento de nuestra conversión cambiamos nuestro sistema de gobierno. Aunque el Reino de Dios no ha sido establecido literalmente, vivimos en obediencia y sometimiento a él.

En 2 Corintios 5:20 Pablo emplea la palabra embajadores para ayudarnos a entender nuestra condición. Un embajador es una persona que representa un reino o gobierno y reside en una nación diferente de la que representa. Nosotros, como embajadores del Reino de Dios, lo representamos viviendo de acuerdo con sus leyes y su camino de vida en la sociedad en la que nos movemos. Pero todavía no residimos en el Reino de Dios.