¿Qué es la 'abominación desoladora'?
Jesucristo dijo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel . . . entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:15-16). ¿A qué se refería?
En Daniel 11 se registró por anticipado lo que sucedería con los imperios y naciones que lucharían por apoderarse de la Tierra Santa en los siglos venideros. Gran parte de la profecía tiene que ver con los reinos de Siria al norte y Egipto al sur. Luego la profecía menciona un gobernante de Siria llamado Antíoco IV, conocido también como Antíoco Epífanes. En Daniel 11:30 se explica que Antíoco “se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad”.
El libro apócrifo de 1 Macabeos, aunque no forma parte de las Sagradas Escrituras, nos da información histórica de ese tiempo. Describe cómo Antíoco se puso en contra de los judíos, masacró a muchos de ellos y saqueó el templo de Jerusalén (1 Macabeos 1:20-33).
Profanación del templo
La profecía de Daniel advirtió acerca de Antíoco: “Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora” (Daniel 11:31).
“El rey publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo y abandonara cada uno sus peculiares costumbres. Los gentiles acataron todos el edicto real y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado . . . Debían suprimir en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas; mancillar el santuario y lo santo; levantar altares, recintos sagrados y templos idolátricos; sacrificar puercos y animales impuros; dejar a sus hijos incircuncisos; volver abominables sus almas con toda clase de impurezas y profanaciones, de modo que olvidasen la Ley y cambiasen todas sus costumbres. El que no obrara conforme a la orden del rey, moriría” (1 Macabeos 1:41-50; todas las citas de los libros de los Macabeos son de Biblia de Jerusalén).
Luego sucedió: “El día 15 del mes de kisléu del año ciento cuarenta y cinco [que corresponde a 168-167 a.C.] levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación” (v. 54). Al parecer, se refiere a un altar pagano, probablemente con una imagen que representaba a Zeus, el dios supremo de la mitología griega, pues en 2 Macabeos 6:1-2 podemos ver que Antíoco mandó “contaminar el Templo de Jerusalén, dedicándolo a Zeus Olímpico”. Al fin y al cabo, para la mentalidad helenista el Dios de los hebreos sencillamente equivalía al dios supremo de los griegos.
Se nos dice además: “A las puertas de las casas y en las plazas quemaban incienso. Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar. Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, la decisión del rey le condenaba a muerte. Actuaban violentamente contra los israelitas que sorprendían un mes y otro en las ciudades; el día veinticinco de cada mes ofrecían sacrificios en el ara que se alzaba sobre el altar de los holocaustos” (1 Macabeos 1:55-59). De hecho, se sacrificaban cerdos, animales inmundos según la ley de Dios (Deuteronomio 14:8), sobre su propio altar.
En 1 Macabeos 1:60-61 leemos: “A las mujeres que hacían circuncidar a sus hijos las llevaban a la muerte, conforme al edicto, con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte corrían sus familiares y los que habían efectuado la circuncisión”.
No obstante, aun con toda esta horrible crueldad, muchos se mantuvieron firmes en sus creencias: “Muchos en Israel se mantuvieron firmes y se resistieron a comer cosa impura. Prefirieron morir antes que contaminarse con aquella comida y profanar la alianza santa; y murieron. Inmensa fue la Cólera que descargó sobre Israel” (vv. 62-64).
A pesar de todo esto, muchos de los que se opusieron no sólo sobrevivieron, sino que, como se explica en los siguientes capítulos del libro de los Macabeos, guiados primeramente por el sacerdote Matatías y luego, a su muerte, por su hijo Judas Macabeo, lucharon ferozmente contra los invasores paganos. Al final, los esfuerzos de todos estos patriotas causaron, en gran parte, que los sirios fueran expulsados de la región.
Cumplimiento posterior de la profecía
Ahora, con todo esto como antecedente histórico, analicemos la advertencia de Cristo acerca de la abominación desoladora. Cuando la dio, esta parte de la profecía se había cumplido casi 200 años antes. Por tanto, esta profecía debe tener un cumplimiento dual.
Jesús nos reveló el tiempo del cumplimiento final de esta profecía al mencionar en Mateo 24:21 lo que vendría inmediatamente después: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora . . .”.
Esto nos recuerda otra parte de la profecía de Daniel, que dice que el tiempo del fin “será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Daniel 12:1). Así que este período de tribulación vendrá al final de la época actual, poco antes del retorno de Jesucristo.
Lecciones del primer cumplimiento
Por medio del primer cumplimiento de esta profecía podemos aprender mucho acerca de su cumplimiento en el tiempo del fin. Antíoco Epífanes fue un tipo del rey del norte del tiempo del fin, el dictador mundial mencionado como la “bestia” en el Apocalipsis. Seguramente este gobernante futuro utilizará la misma clase de argucias y falta de escrúpulos que caracterizaron el gobierno de Antíoco.
Además, por lo que ya hemos visto y por otros pasajes bíblicos, parece que este gobernante de los últimos días, con el fin de lograr sus propósitos, hará falsos ofrecimientos de paz a los judíos del actual Estado de Israel.
¿Qué otros paralelos hay? Parte de la “abominación” de Antíoco tenía que ver con la abolición del sacrificio diario en el templo (v. 31). Y en la profecía de Daniel claramente se dice que los sacrificios diarios volverán a ser suprimidos cuando venga la abominación desoladora (Daniel 12:9-13). Al parecer, para que esta profecía se cumpla tendrá que construirse un nuevo altar y ser restablecidos los sacrificios antes del retorno de Jesús el Mesías.
Otra correlación puede ser el hecho de que Antíoco profanó el templo cuando puso allí una estatua de Zeus y sacrificó cerdos. Es posible que la abominación desoladora del tiempo del fin también tenga que ver con un ídolo en un nuevo templo. Lo que sí sabemos es que dentro del “templo de Dios” se instalará de hecho cierto personaje que se hará pasar por Dios en la carne (2 Tesalonicenses 2:1-12). A su retorno, Jesucristo destruirá a este personaje religioso (vv. 5-8), pero no antes de que muchos sean engañados por su “gran poder y señales y prodigios mentirosos” (vv. 9-12).
Además, así como la primera abominación desoladora señaló el comienzo de un período sin precedentes de horror y sufrimiento, la última también iniciará el tiempo más horripilante que haya habido: la “gran tribulación” que se avecina. Debemos estar muy agradecidos por que Dios ha prometido enviar a su Hijo de regreso a la tierra, para evitar que la humanidad se destruya a sí misma en ese espantoso tiempo de engaño y destrucción desmedidos.
A medida que los acontecimientos mundiales vayan acercándose cada vez más al cumplimiento de estas profecías, mantengámonos confiando en que Dios siempre estará ayudándonos, aun en los momentos más difíciles, particularmente cuando nos ha hecho saber algunas de las cosas que sucederán durante el tiempo del fin.