La ley de Dios: ¿Abrogada o ampliada?

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La ley de Dios: ¿Abrogada o ampliada?

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En Mateo 19:16 un joven le preguntó a Jesús qué debía hacer para heredar la vida eterna. Su respuesta fue: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (v. 17). Entonces Jesús enumeró varios de los mandamientos del Decálogo para dejar muy claro a cuáles mandamientos se estaba refiriendo: “No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (vv. 18-19).

Hoy, algunos dicen que la observancia de los mandamientos fue cumplida por Jesucristo, de modo que ya no es necesario que los guardemos. Veamos qué dice Jesús al respecto: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17).

Hay quienes tratan de negar esta clara afirmación diciendo que lo que este versículo significa es que la ley no fue abolida hasta que Jesús vino y la cumplió. Según este razonamiento, cumplir significa “poner fin”, “invalidar” o algún otro sinónimo de abrogar. Como ellos lo entienden, tal parece que Jesús dijo: “No he venido para abrogar la ley, sino para invalidarla”.

Pero Jesús dijo que primero desaparecerían el cielo y la tierra antes que la parte más pequeña de la ley (v. 18). Dijo que la ley seguiría vigente hasta que todo se hubiera cumplido. Y como aún están por cumplirse muchas de las profecías bíblicas acerca del retorno de Cristo y otros sucesos futuros, sabemos que la ley no ha dejado de existir.

La verdad es que Jesús les estaba hablando a personas que creían que se debían guardar todos los mandamientos. Él reafirmó la necesidad de que todos los que viniesen a él hicieran lo mismo. En Mateo 5-7 Jesús explicó cómo quería Dios que se guardaran los Diez Mandamientos. Al explicarlo, él cumplió una profecía acerca de sí mismo que se encuentra en Isaías 42:21: “El Eterno se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla”.

El significado de cumplir

La palabra griega traducida como cumplir en Mateo 5:17 es pleroo, que significa “llenar”, “atestar”, “suplir”, “completar”, “rellenar”, “(hacer o ser) perfecto” (W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento, 1:358; 3:165).

Jesús vino para llenar completamente el significado de la ley de Dios. La enseñanza de Jesús según la cual el hombre que codicia a una mujer ya cometió adulterio en su mente, representa su concepto más amplio de los Diez Mandamientos. Él demostró que espera que tengamos algo más que un simple enfoque legalista, sujeto a la letra de la ley; también quiere una mente sumisa, un corazón sobre el cual esté escrita la ley de Dios (Hebreos 8:10).

Jesús aclara además: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5:19).

Vemos claramente que cumplir no significa “abrogar”.

¿Cambió Pablo las enseñanzas de Jesús?

Otro malentendido muy común es la idea de que el apóstol Pablo introdujo un evangelio nuevo, lo cual hace innecesario seguir el ejemplo de Jesucristo y guardar la ley de Dios. Pero los apóstoles del Nuevo Testamento, quienes fueron enseñados personalmente por Jesús, ciertamente no estaban de acuerdo con este concepto.

El apóstol Juan dijo: “En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:3-6).

El mismo Pablo refutó esta idea errónea diciendo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). Lejos de condenar la ley, Pablo dijo: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12), y: “Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (v. 22).

Debemos evitar mezclar nuestras propias ideas con las enseñanzas de la Biblia. Nuestro Salvador nos advirtió que no confiáramos en nuestras propias ideas en vez de las leyes de Dios: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres . . . Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7:6-9).

Nosotros también debemos seguir cuidadosamente el ejemplo de Jesús en vez de nuestro propio criterio.