"Tiempo de angustia para Jacob"

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Poco después del regreso de Cristo, todos los descendientes del antiguo Israel, entre ellos los descendientes de las llamadas 10 tribus perdidas, volverán a asentarse en la tierra de Israel. Jerusalén será una vez más la ciudad capital de las 12 tribus restauradas de Israel, así como la capital del mundo.

En Ezequiel 37:15-28 se dan algunos pormenores acerca de la reunificación de las 12 tribus. Dios también hizo saber esto por medio del profeta Jeremías: “He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho el Eterno, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán” (Jeremías 30:3).

Pero además, Dios le dijo a Jeremías que así como permitiría el cautiverio de los futuros descendientes de los antiguos reinos de Israel y de Judá, también rescataría algunos de ellos. Describió esta catástrofe del tiempo del fin, y especialmente la de los descendientes del antiguo reino de Israel (ahora llamados las 10 tribus perdidas), de esta manera: “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (v. 7).

Dios le reveló al profeta Daniel que este período de angustia ocurriría en el tiempo del fin: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces. . .” (Daniel 12:1).

Estas y otras profecías nos dan a entender que la ira de Satanás en los últimos días estará dirigida no solamente contra los fieles cristianos, sino también contra los descendientes físicos de todo Israel: los judíos y los descendientes de las 10 tribus perdidas, a los que Satanás nunca ha perdido de vista. Estará dirigida especialmente contra los descendientes modernos de Efraín y Manasés, los pueblos de habla inglesa que surgieron de las islas Británicas.

Veamos las reafirmaciones que Dios les hace a los asediados descendientes de Israel en los últimos días: “He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que no dirán más: Vive el Eterno que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive el Eterno que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra” (Jeremías 23:7-8).

“Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el Eterno, ni te atemorices, Israel; porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante” (Jeremías 30:10).

“He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá. Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver . . . porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito” (Jeremías 31:8-9).

“En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí . . . Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre del Eterno. El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice” (Sofonías 3:11-13).

Cuando en los últimos días Jesucristo rescate a los descendientes físicos del antiguo Israel de este “tiempo de angustia para Jacob”, los utilizará para que cumplan el papel que sus padres debían haber cumplido en la época de Moisés. Hará de ellos un ejemplo positivo para todo el mundo, una nación de maestros, un reino de sacerdotes (Éxodo 19:6; comparar con Deuteronomio 4:5-8; Zacarías 8:23).