¿A quiénes está llamando Dios?
Jesús dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14). ¿Cuál es la diferencia entre ser llamado y ser escogido? La palabra griega kletos, que se traduce como “llamados”, también puede ser traducida como “invitados”. El llamado de Dios es su ofrecimiento, su invitación a arrepentirse y a entablar una relación con él.
En Romanos 8:28-30 leemos: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados [kletos, invitados] . . . Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”.
Sí, Dios primero nos llama o nos invita a establecer una relación con él. Lo hace al abrir nuestra mente a un entendimiento básico de las Escrituras y a la necesidad de arrepentirnos.
¿Por qué tenemos que ser invitados por Dios para poder relacionarnos con él? Jesús dio la respuesta en Juan 6:44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”. Si Dios no nos da algún entendimiento de la Biblia y nos motiva a arrepentirnos, nunca reconoceremos la gran necesidad que tenemos de cambiar.
Reconocer la necesidad de cambiar es tan sólo reconocer el llamamiento de Dios. Sólo aquellos que responden y se arrepienten son escogidos para una relación especial con él en el Cuerpo espiritual que es su iglesia. Pablo se refiere a aquellos que han aceptado la invitación de Dios como “la iglesia de Dios . . . los santificados en Cristo Jesús, llamados [invitados] a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:2). Aquellos que se arrepienten y son bautizados (Hechos 2:38) son entonces escogidos “para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” (2 Tesalonicenses 2:13).
Dios invita a esta relación especial a más personas de las que finalmente responden. Sin embargo, la Biblia nos revela que la mayoría de las personas que son llamadas no responden a la invitación; la rechazan por diferentes motivos. A esto se debe que en la actualidad muchos son llamados, pero son pocos los escogidos para salvación.
En la parábola del sembrador (Mateo 13:18-23) Jesús explicó que el sembrador (Dios), extiende las semillas de invitación a muchas personas. Sin embargo, por varias razones —el engaño del “maligno” (el diablo), falta de raíces espirituales, presión de los amigos y de los familiares, o distracción por los afanes de esta vida— muchos no responden a la invitación que Dios les hace de tener una relación personal, íntima con él. Sólo muy pocos responden y llegan a producir fruto.
Debemos recordar que Dios es quien fija los términos de nuestra relación con él. Millones de personas afirman tener una relación con Dios, pero en realidad han rechazado o hecho caso omiso de los términos que él mismo ha puesto para poder tener esa relación. Quieren relacionarse con Dios, pero de acuerdo con sus propias condiciones, no las de él. Debemos entender claramente los términos en que Dios quiere que tengamos una relación con él.
Examinemos esta relación. También revisemos algunas relaciones que se han establecido en la historia para ver las lecciones que podemos aprender. Después, analizaremos lo que Dios quiere de nosotros y lo que nos ofrece en la relación con él.