Las parábolas de Jesús y el Reino de Dios
Cuando Jesús enseñaba a la gente, solía comparar la venida del Reino de Dios con situaciones comunes de la vida diaria. Tales mensajes se conocen como parábolas. ¿Esperaba Jesús que todos captaran el significado de sus parábolas acerca del Reino de Dios?
Muchas personas dan por sentado que Jesús se valía de las parábolas para hacer más claras sus enseñanzas. Sin embargo, Jesús mismo dijo lo contrario. “Entonces, acercándose los discí- pulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado . . . Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden” (Mateo 13:10-13).
Jesús sabía que no todos entenderían sus parábolas, ni en esa época ni en la actualidad. “De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (vv. 14-17).
Enseguida Jesús les explicó la parábola del sembrador. La semilla que sembró era “la palabra del reino” (v. 19). Luego expuso las tres razones más comunes por las cuales la gente no entiende lo que él llamó “los misterios del reino de los cielos” (v. 11).
Dio primero el ejemplo de una persona tan engañada por Satanás que le falta la capacidad espiritual para entender siquiera el significado del mensaje (v. 19). Luego dio el ejemplo de uno que, cuando sobreviene la aflicción o la persecución, “tropieza” por causa de la palabra (vv. 20-21); y el ejemplo de uno que “oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (v. 22).
Al final dio el ejemplo positivo de uno que oye y entiende sus enseñanzas acerca del Reino de Dios (v. 23), el que oye y cree el mensaje y luego aplica ese conocimiento para producir abundante fruto espiritual.