¿Qué dijo Pablo realmente en Colosenses 2:16?

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¿Qué dijo Pablo realmente en Colosenses 2:16?

El apóstol Pablo escribió a los cristianos de Colosas, una congregación gentil: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir…” (Colosenses 2:16- 17).

Este pasaje es interpretado por aquellos que rechazan las fiestas de Dios como una confirmación de que no es necesario guardar los días de fiesta bíblicos. Tal razonamiento está basado en una educación deficiente y en malas traducciones del enunciado original de las instrucciones de Pablo.

Por el contexto podemos ver que Pablo está hablando acerca de una herejía local. Al hacerlo, él realmente confirma y explica el valor de los días santos de Dios para los cristianos. Explica que eran “sombra de cosas por venir”.

En otras palabras, el enfoque de las fiestas de Dios está en el futuro, relacionando directamente el plan de Dios con la comisión que Cristo le dio a su iglesia.

Necesitamos entender que Pablo estaba confrontando la herejía. Se habían infiltrado falsos maestros a la congregación en Colosas. Estos engañadores habían influenciado a los cristianos colosenses introduciéndoles su propia filosofía religiosa. Esto hizo que Pablo les advirtiera a los colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilizas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8). La tradición humanamente concebida era el problema que Pablo estaba confrontando. Anteriormente Jesús había confrontado a los fariseos por el mismo problema. Ellos también habían elevado sus tradiciones por encima de los mandamientos de Dios (Marcos 7:8-9, 13).

Pablo trató de mantener a los colosenses enfocados en Cristo como la cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18; 2:10, 19). Pero estos falsos maestros estaban tratando de persuadirlos para que dirigieran su adoración a los ángeles (Colosenses 2:18) y privaron sus propios cuerpos (v. 23). Estas distorsionadas ideas no se enseñan en ninguna parte de las Escrituras.

Pablo definió la herejía de los colosenses como “huecas sutilezas” y “rudimentos del mundo” (v. 8). Los engañadores estaban persuadiendo a los colosenses para que ignoraran la clara instrucción bíblica y prefirieran “las tradiciones de los hombres”.

¿Qué clase de normas engañosas estaba confrontando Pablo? “No manejes, ni gustes, ni aun toques…en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres” (vv. 21-22). Los herejes invocaban reglas inventadas por el hombre relativas a las cosas físicas que “se destruyen con el uso” (v. 22).

Los engañadores probablemente eran precursores de un gran movimiento religioso, el gnosticismo, que floreció en el segundo siglo. Ellos no representaban la corriente principal del pensamiento judío de la época, ni eran fieles a las Escrituras.

Ellos creían que la salvación sólo podía obtenerse por medio de la continua contemplación de lo que es “espiritual”—hasta el punto de, como lo explica Pablo, “renunciar” al cuerpo físico (v. 23). Parece que ellos creían en varias órdenes angelicales y en una interacción humana directa con los ángeles. Pablo indica que ellos consideraban las cosas físicas, incluyendo al cuerpo humano, como algo decadente. Él afirma explícitamente que las herejías que él estaba nombrando tenían que ver con cosas físicas, “cosas que todas se destruyen con el uso” (v. 22). Pablo nos dice que él estaba confrontando mandamientos y doctrinas de hombres, pero nunca los mandamientos de Dios.

Los colosenses herejes habían introducido varias prohibiciones hechas por los hombres—tales como “no manejes, ni gustes, ni aun toques” (v. 21)—en contra de disfrutar de las cosas físicas. Ellos rechazaban especialmente los aspectos placenteros de las fiestas de Dios—exactamente en cuanto a comer y a beber—que están ordenados en las Escrituras (Deuteronomio 12:17-18).

Cuando Pablo escribió, “…nadie os juzgue en comida o en bebida” (v. 16), no estaba discutiendo acerca de las clases de comida que debían o no debían comer. La palabra griega brosis, traducida “comida”, se refiere no a las clases de comida que uno podía o no podía comer, sino al “acto mismo de comer” (Diccionario expositivo de Vine, “Comida”). El punto es que los herejes desdeñaban el hecho de hacer fiesta—cualquier acto de comer y de beber para disfrutar.

Pablo instruyó a los cristianos colosenses no dejarse influenciar por las objeciones de esos falsos maestros acerca de comer, beber y regocijarse en los sábados, días de fiesta y lunas nuevas.

Deberíamos mencionar en este punto la relación entre las lunas nuevas y las fiestas de Dios. Las fechas para observar las fiestas de Dios están determinadas por el calendario lunar. Por lo tanto las lunas nuevas son importantes para establecer las fechas correctas de las fiestas. No obstante, las lunas nuevas no son convocaciones ordenadas. En el milenio será restaurada la celebración de las lunas nuevas (Isaías 66:23), pero no existe un mandamiento bíblico que exija que las celebremos ahora.

Volvamos nuevamente al punto principal de Pablo: Los engañadores colosenses no tenían autoridad para juzgar o determinar cómo debían celebrar las fiestas los colosenses. Por esto, Pablo dijo: “nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (v. 16).

En este punto debemos tener en cuenta otro aspecto gramatical. Cuando dice “nadie os juzgue en”, está traduciendo el sustantivo griego meros, que denota una parte de algo. Por lo tanto, una traducción más acertada de este versículo de Pablo sería: “Por tanto, nadie os juzgue en…una parte de los días de fiesta, luna nueva o días de reposo”.

Según las Escrituras, comer o beber es una parte apropiada del sábado o de la celebración de un día de fiesta. Por lo tanto, Pablo utiliza meros (una parte de) para cubrir todas las partes o aspectos de los días de fiesta de Dios que esos herejes estaban condenando o criticando. Nada en este pasaje sugiere siquiera que Dios había abolido sus sábados o días de fiesta, o que estaba autorizando a Pablo para que lo hiciera. Lo que Pablo estaba condenando era que ellos sucumbieran a la influencia crítica de los primeros herejes gnósticos, no la celebración de los sábados y los días de fiesta.

Las fiestas de Dios son momentos de gozo y de celebración. Él nos ordena asistir a ellas y regocijarnos con nuestra familia (Deuteronomio 12:5, 7; 14:26). Dios quiere que nos deleitemos en ellas. No debe sorprendernos que Pablo condene con tanta vehemencia la tergiversada filosofía asceta de los herejes colosenses. Pablo estaba defendiendo el derecho que tenían los cristianos de disfrutar la celebración de los días santos de Dios.