Vivir como luces en el mundo

Usted está aquí

Vivir como luces en el mundo

Pablo nos dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Filipenses 2:14-16). Dios espera que seamos un ejemplo para las personas en el mundo.


¿Qué más dijo Cristo acerca de nuestro ejemplo a otros?

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).

Tenemos la responsabilidad de mostrar el fruto del Espíritu de Dios y su amor hacia otros por medio de nuestra conducta y nuestro ejemplo.

¿Debe nuestro deseo de ser un buen ejemplo afectar la forma en que vestimos?

“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Timoteo 2:8-10).

“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:3-4).

Nuestra vestimenta y cuidado personal deben ser modestos y dentro de un estilo que muestre la moderación y el decoro que son tan importantes para Dios. Debemos evitar extremos que atraigan la atención hacia nosotros o que nos hagan catalogar como extraños.

También es muy importante nuestra actitud: la forma en que pensamos de nosotros mismos y cuán sensibles somos a los sentimientos de otros. Cuando nuestra forma de pensar es moralmente correcta y considerada hacia los demás —algo que refleja la mente de Cristo (Filipenses 2:5)— esto normalmente se reflejará en las decisiones que tomemos sobre nuestra conducta y presentación personales. Estas decisiones generalmente dicen mucho acerca de nuestro carácter.

Necesitamos tener equilibrio. Necesitamos que nuestra vestimenta y apariencia personal sean apropiadas para la ocasión, sin llegar a un extremo que atraiga demasiada atención sobre nosotros. El punto principal es que nuestra apariencia y nuestra forma de presentarnos siempre deben ser honorables y respetables.


¿Qué es lo que más nos debe distinguir del resto del mundo?

“No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4).

“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

“Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1 Juan 3:24).

Nuestra vida debe ser un ejemplo de obediencia a toda palabra de Dios, de una forma amorosa que refleje el Espíritu de Dios que mora en nosotros.


¿Cómo espera Jesús que su iglesia se relacione con el resto del mundo?

“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18).

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado . . .” (Mateo 28:19-20).

Además de dar un ejemplo de cómo Dios desea que vivan las personas, la iglesia debe estar enseñando y explicando activamente los caminos de Dios a aquellos que estén dispuestos a escuchar. La proclamación pública del evangelio es generalmente la responsabilidad de personas ordenadas y especialmente entrenadas para comunicar el mensaje de Cristo al público.

Pablo, por ejemplo, pidió a los miembros de la iglesia en Éfeso que clamaran por la ayuda de Dios “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar” (Efesios 6:18-20). Pablo tenía un ministerio público bastante evidente, pero también apreciaba y solicitaba las oraciones y el respaldo de los hermanos de la iglesia. De esta forma trabajaban juntos para llevar a cabo la misión que Dios le ha encomendado a su iglesia.

En la actualidad, los miembros de la Iglesia de Dios no son diferentes. Aquellos en quienes está obrando el Espíritu de Dios desean fervientemente ser ejemplos del camino de vida de Dios y hacer su parte en ayudar a llevar el verdadero evangelio de Jesucristo a todos los pueblos.

¿Toma en cuenta Dios de manera especial a sus siervos que dedican tiempo para comunicarse y trabajar juntos?

“Entonces los que temían al Eterno hablaron cada uno a su compañero; y el Eterno escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen al Eterno, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho el Eterno de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Malaquías 3:16-18).

Es importante reunirse con otros que piensan lo mismo. La Iglesia de Dios Unida, una Asociación Internacional,tiene cientos de congregaciones en todo el mundo que están dedicadas a servir a Dios y a hacer su obra. Si usted desea tener la dirección o el número telefónico de uno de nuestros ministros, no vacile en comunicarse con nosotros a la dirección que aparece al final de esta lección, o visite nuestro sitio en Internet.

En el momento en que recibimos el Espíritu de Dios, por medio de la ceremonia del bautismo, le pertenecemos a Cristo. A partir de ese momento Dios tiene grandes expectativas con nosotros como hijos suyos. Él espera que sincera y fervientemente sigamos su camino de vida y seamos luces para el mundo.