Practicar amor, honor y respeto
¿Resumen las Escrituras la forma en que deberíamos relacionarnos con otras personas?
“Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar” (1 Pedro 2:17-18).
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8; comparar con 1 Juan 2:9-11).
Como Juan nos dice, Dios es amor. El amor resume el carácter de Dios, sus motivaciones, la forma en que vive y cómo trata con nosotros. Él quiere que mostremos amor en todas nuestras relaciones con otros.
¿Cómo debemos considerar a aquellos que están en posiciones de autoridad sobre nosotros?
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres” (Tito 3:1-2; comparar con Efesios 6:5-7).
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:1-4).
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella” (Romanos 13:1-3).
¿Cómo deben comportarse y tratarse los esposos?
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25).
“Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” (Colosenses 3:19).
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7-8).
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3:1-2).
¿Hablan las Escrituras acerca de que los hijos deben mostrar y recibir respeto?
“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:2-4).
“Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Colosenses 3:20-21).
“. . . pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos” (2 Corintios 12:14).
Es igualmente importante que los padres sean considerados, amorosos, amables y animen a sus hijos, como lo es que sus hijos aprendan a respetar, honrar y amar a sus padres. El amor y respeto mutuos producen buen carácter en los niños y crean vínculos perdurables entre ellos y sus padres.
El respeto que se aprende en el hogar es algo que perdura toda la vida. Una de las causas de la ira y la violencia en la sociedad es la falta de verdadero respeto por otros en la familia, especialmente por los sentimientos y logros de los niños.
¿Acaso espera Dios que respondamos a todos con bondad y gentileza?
“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos . . .” (2 Timoteo 2:24).
“Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor” (Efesios 4:2; comparar con 1 Tesalonicenses 4:6-8).
El camino de vida según Dios comienza en nuestras actitudes hacia los demás. En cada aspecto de la vida debemos tratar a todos con bondad, amor y respeto.
¿Cuán importante es que también amemos y honremos sinceramente a Dios el Padre y a su Hijo?
“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (Mateo 22:37-38; comparar con Malaquías 1:6).
“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Dios de ti, sino que temas al Eterno tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma?” (Deuteronomio 10:12).
“La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable” (Efesios 6:24; comparar con Juan 5:22-23).
Respetar, honrar y amar a Dios el Padre y a su Hijo Jesús el Mesías, es un aspecto esencial del camino de vida que Dios quiere que vivamos.
Para que una relación tenga éxito, es necesario que los participantes muestren cierto grado de respeto y honor. Agregar el aprecio mutuo —que es el principio del amor— hará que pueda comenzar una relación estrecha y perdurable. Pero si falta alguno de estos elementos básicos en una relación, ésta comenzará a deteriorarse. Al faltar todos, inevitablemente se terminará.
El matrimonio, por ejemplo, sólo puede tener éxito si cada uno de los cónyuges ama, honra y respeta al otro. Es imposible tener un matrimonio feliz con un cónyuge que habitualmente menosprecia y pasa por alto los deseos y sentimientos del otro.
Sin embargo, muchos que profesan ser cristianos tratan de conducir su relación con Dios precisamente de esa forma. Esperan que Dios les responda con amor y respeto ante todos sus sentimientos y necesidades, pero no creen que sea necesario responderle a Dios con el mismo honor y respeto. Hacen caso omiso de su palabra, se mofan de sus enseñanzas y rechazan sus mandamientos. No comprenden las obligaciones mutuas que deben estar presentes en la relación que Dios espera que tengamos con él y con la familia espiritual convertida que él está creando.
¿Cómo ve Dios su relación con aquellos que están realmente convertidos?
“Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:18).
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7).
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12; comparar con Romanos 8:14-17).
¿Qué clase de relación tenía Dios con la antigua Israel?
“Y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Levítico 26:12).
“¿Así pagáis al Eterno, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? Él te hizo y te estableció” (Deuteronomio 32:6).
“En aquel tiempo, dice el Eterno, me llamarás Ishi [mi marido] . . . Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Eterno” (Oseas 2:16, 19-20).
¿Qué relación con Dios ha hecho posible Cristo para nosotros por medio de su sacrificio?
“He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31:31-33).
“Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre . . .” (1 Corintios 11:25).
Al igual que un hombre y una mujer entran en un pacto matrimonial (Malaquías 2:14) en el que prometen cuidarse y amarse como marido y mujer, Dios ha prometido entrar en un pacto con aquellos que se sometan a él con todo su corazón y toda su mente.
La palabra nuevoen la expresión nuevo pacto,tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, implica una renovada y remozada relación de pacto. No implica una relación radicalmente diferente.
El nuevo pacto es una renovación del pacto original de Dios. Podemos comparar esto con la constitución de un país. Las enmiendas se agregan al documento original para explicar cómo debe ser interpretado en condiciones específicas. Ellas modifican el documento original, pero no lo anulan.
De la misma forma, las Escrituras confirman que existe una nueva —en el sentido de renovada— relación de pacto para aquellos que, después de haberse arrepentido y bautizado, son transformados por el Espíritu de Dios (Hebreos 8:6, 10; Efesios 2:11-13). La nueva relación no anula o excluye el documento original que servía de base para la antigua relación.
Sin embargo, algunos aspectos del documento original —las Escrituras del Antiguo Testamento— deben ser interpretados y aplicados de acuerdo con el espíritu de la ley revelado por Cristo, y no según la letra de la ley (2 Corintios 3:6). Por ejemplo, un adúltero que se arrepienta debe ser perdonado en lugar de ser apedreado. Cuando existe arrepentimiento, el viejo “ministerio de condenación” cede su lugar a un muchísimo más glorioso “ministerio de justificación” por el cual los antiguos pecados son perdonados y olvidados (v. 9).
Las Escrituras del Nuevo Testamento revelan unas guías bien definidas para aplicar las Escrituras del Antiguo Testamento en la renovada relación de pacto. Ningún texto del antiguo es borrado por la introducción del nuevo (Mateo 5:17). Pero hay algunas enmiendas del antiguo que se especifican en el nuevo.
Las modificaciones más importantes son la inclusión de personas de todas las naciones, la adición de mejores promesas —entre ellas la de la vida eterna— y la obra activa del Espíritu de Dios en aquellos que han entrado en la relación del nuevo pacto con Dios. Estas y otras modificaciones similares mejoran dramáticamente la relación de pacto que existe entre Dios y su pueblo.
¿Cómo se describe en las Escrituras la futura relación entre Cristo y su iglesia?
“Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:2; comparar con Efesios 5:25-32).
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Apocalipsis 19:7-9).
Cuando Jesús regrese a la tierra como Rey de reyes, la relación de Jesús con los santos resucitados será como la de un esposo con su esposa. Eso significa que la relación actual entre Cristo y los miembros de su iglesia es tan sólo el comienzo de una relación eterna de confianza, fidelidad y amor.
Nuestra relación con Dios puede ser comparada con una relación familiar que crece continuamente entre un padre y sus hijos o una relación permanente entre un esposo y su esposa. Es necesario alimentar esta relación especial con elementos tales como amor, respeto, honra, acción y esfuerzo. Como cualquier otra relación, su éxito también depende de que invirtamos el tiempo requerido para ello.