Debemos ser buenas personas con los demás

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Debemos ser buenas personas con los demás

En esta parábola describe cómo un hombre que había sido herido estaba en el suelo maltrecho, en medio de un camino bastante transitado

En dos ocasiones diferentes, dos personas —ambas unas figuras religiosas— pasaron junto al hombre herido y no se detuvieron para ayudarle. “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese” (Lucas 10:33-35).

Jesús habló esta parábola para responderle a alguien que le había preguntado: “¿Y quién es mi prójimo?”Después de dar la parábola, Jesús le preguntó: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”(vv. 36-37).


¿Es parte esencial del camino de vida de Dios el interés genuino por servir y cuidar a otros?

“Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre” (Efesios 6:7-8).

“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27; comparar con Mateo 20:25-28).

Jesús no condenó el recibir, pero hizo énfasis en que era más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35).

Veamos lo que dijo Jesús a sus discípulos: “. . . de gracia recibisteis, dad de gracia”(Mateo 10:8). “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” (v. 42). “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá” (Mateo 24:45-47).

Dar y servir son simplemente poner en práctica el amor de Dios. Veamos lo que Pablo escribió: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados [habiendo sido esclavos del pecado, Romanos 6:20-22]; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13).

¿También debemos preocuparnos por aquellos que son nuestros enemigos?

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:43-45).

“Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Romanos 13:9).

Los mandamientos de Dios —sus leyes— definen y explican el amor. Al desarrollar el profundo deseo de ser una bendición para otros, así sea que nos amen o no, nuestro entendimiento y apreciación de los mandamientos y leyes de Dios aumentará profundamente, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).