Vivamos la magia del momento
En muchas ocasiones decimos: “después te llamo”, “luego lo hago”, “al rato te escribo”, “mañana lo arreglo” … Dejamos muchas para después, esperando que ocurran ciertos eventos. Cuando vemos son las 6 de la tarde, ya es viernes, se terminó la semana, el mes y el año; sin darnos cuenta han transcurrido diez años.
No comprendemos que, después el café se enfría, la prioridad cambia, el encanto desaparece; lo temprano se hace tarde, la esperanza pasa, los hijos crecen y las personas se hacen mayores.
No dejemos de hacer algo que nos gusta por “falta de tiempo”. No nos privemos de tener a alguien a nuestro lado. Consideremos que algunos de nosotros ya no estamos para postergar nada.
Cuando actuamos en el momento, impulsamos nuestra productividad y generamos una sensación de satisfacción personal. Otro beneficio inherente es la reducción del estrés, que puede llegar a convertirse en una carga, generando ciertas enfermedades.
Existe una “magia” en el ahora, que reduce la preocupación por lo que hemos dejado a medias o lo que no hemos iniciado. Cuando actuamos en el momento, nuestra mente se libera de la preocupación y disfrutamos más la vida.
La procrastinación genera una carga mental que puede ser abrumadora. Por el contrario, cuando realizamos tareas a tiempo, avanzamos en forma constante y con mayor eficiencia. Este buen hábito no solo nos permite cumplir con nuestras responsabilidades, sino que, además, libera tiempo para otras actividades que enriquecen nuestra vida personal.
El bienestar espiritual
Cuando acumulamos tareas, nos olvidamos de apartar un tiempo para meditar y estudiar la Palabra de Dios; entonces, dejamos de aprender y practicar verdades valiosas.
El predicador nos aconseja: “Si quieres sembrar, no te quedes mirando al viento; si quieres cosechar, no te quedes mirando al cielo. Tú no sabes qué camino sigue el viento, ni cómo van creciendo los huesos del niño en el vientre de la madre encinta y tampoco entiendes las obras de Dios” Eclesiastés 11:4-5.
Debemos “sembrar por la mañana y por la tarde”, porque no sabemos cual germinará y prosperará. La semilla que está en nosotros: una meta, un trabajo, un anhelo, debe cultivarse para que no se quede solamente en planes y llegue a ser una realidad, a pesar de los riesgos y las circunstancias.
Vivamos el presente
La magia del ahora fortalece la autodisciplina. Cada vez que hacemos algo de inmediato, ejercitamos la capacidad para tomar decisiones. Este hábito es un buen principio para no postergar las cosas.
La conexión con el presente es fundamental para nuestro bienestar físico, mental, emocional y espiritual, ya que nos aleja de las preocupaciones del futuro y de los remordimientos del pasado.
Actuar de inmediato es una herramienta poderosa para disfrutar una vida plena y satisfactoria. Esto no solo nos permite cumplir nuestras responsabilidades en forma eficiente, sino que enriquece nuestra vida, para disfrutar cada momento.
No dejemos nada para después, porque en la espera podemos perder la magia del momento, experiencias únicas, compañía de amigos y de la familia y que luego sea muy tarde.
“Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero. ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece” Santiago 4:13-14.
Debemos concentrarnos en las tareas del día a día, asegurándonos de hacer lo mejor con el tiempo y los recursos que tenemos. Esto incluye dedicar un tiempo de calidad en nuestra relación con Dios, cumpliendo con nuestras responsabilidades diarias.
Aunque podemos hacer planes para el futuro, no tenemos el control absoluto sobre lo que sucederá, porque nuestra existencia es efímera. Aprovechemos el tiempo confiando en la voluntad de Dios y buscando su guía en nuestras decisiones; asegurémonos de hacer lo mejor con el tiempo y los recursos que tenemos.
Pongamos todo nuestro esfuerzo en las tareas cotidianas, como se nos aconseja en Eclesiastés 9:10 “Todo lo que te viniere a la mano por hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, a donde vas. No hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” Planifiquemos sin obsesionarnos con lo que aún no ha ocurrido, porque sin duda cada día traerá la magia del momento.