Dios lo está llamando— ¿Le contestará?
La respuesta de Kermit Tyler a cierta llamada telefónica cambió el curso de la historia.
Un hombre que operaba una tecnología nueva en ese entonces, el radar, llamó al lugar de trabajo de Tyler para informarle sobre un parpadeo extraño y masivo que apareció en su pantalla. El operador de la central telefónica le dijo que personalmente no podía hacer nada al respecto, y que no había nadie más en la oficina aquel domingo por la mañana. Sin embargo, en ese momento el operador vio al teniente Tyler, que se encontraba allí, y le informó acerca del parpadeo del radar.
Tyler sabía que había una escuadrilla de aviones que estaba por aterrizar en un aeródromo cercano. Fue al teléfono y le dijo al operador del radar: “Todo está bien, no se preocupe”.
Esto ocurrió el 7 de diciembre de 1941, y el parpadeo en la pantalla del radar correspondía a la primera flota de aviones japoneses que iba camino a bombardear la base naval de Estados Unidos en Pearl Harbor, Hawaii, donde no sospechaban nada ni estaban preparados para un ataque. A raíz de éste, Estados Unidos se vio obligado a involucrarse en la Segunda Guerra Mundial.
¿Se ha visto afectada su vida por haber contestado —o no— una llamada en particular? Dirijamos nuestra atención al llamado más importante que una persona puede recibir.
El llamado a ser los escogidos de Dios
Jesucristo predijo un tiempo en el que los problemas aumentarían y habría “guerras y rumores de guerras”, “pestes, y hambres, y terremotos” (Mateo 24:6-7). Él dijo que todo esto sería el preludio de una gran devastación y sufrimiento a nivel global: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (v. 21).
Él anunció además: “Y si aquellos días no fuesen acortados [interrumpidos o impedidos de seguir su curso], nadie sería salvo [quedaría vivo]; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (v. 22). Jesús no regresará para destruir la Tierra, sino para salvarla; él librará al mundo por el bien de los escogidos. Jesús proclamó que él juntaría “a sus escogidos, de los cuatro vientos”, queriendo decir de todos los rincones de la Tierra(v. 31).
¿Quiénes son los escogidos? Ser uno de los escogidos simplemente significa ser elegido por Dios. Este proceso de selección individual comienza cuando la persona recibe un “llamado” o “llamamiento” de parte de Dios.
Es importante darse cuenta de que no somos nosotros quienes iniciamos este proceso: Dios es quien lo hace.No podemos acudir a Dios el Padre y a Jesucristo por nuestra cuenta. Jesús claramente dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44; vea también el versículo 65), y este llamamiento es imperativo.
Podemos comparar el llamado que Dios hace a una persona con un teléfono que suena, pero desde luego, el llamado de Dios se lleva a cabo sin sonidos audibles. Es como un repiqueteo dentro de nuestra mente y conciencia: en el centro mismo de nuestro ser comenzamos a comprender la necesidad de tener una relación con nuestro Creador, y de hacer lo que él dice. Uno comienza a entender el camino de Dios y su plan, y siente el deseo de responder a ese llamado.
En la profecía de Jesús acerca de la gran tribulación, él dijo que a su regreso recibiría a los escogidos de los cuatro vientos de la Tierra. En Apocalipsis encontramos otra profecía acerca de quienes estarán reunidos con Cristo a su regreso; ellos son descritos como “llamados y elegidos y fieles” (Apocalipsis 17:14).
Estas personas no solo habrán respondido al llamado, sino que además habrán comprendido la importancia de éste.
Dios está llamando a los seres humanos a convertirse en sus hijos mientras viven en un mundo que ha perdido el rumbo. Cuando usted reconoce y contesta el llamamiento de Dios, debe someter su vida a él para su propósito. Solamente cuando uno está dispuesto a renunciar a su testarudez, egoísmo y necesidad de controlarlo todo, permitiendo que Dios se haga cargo de su vida, Dios lo convierte en uno de sus elegidos.
Llamados, elegidos y fieles — ser fiel comprende rendir frutos de cristianismo auténtico, permanecer leales a nuestro llamado como discípulos de Jesucristo y producir buenos resultados en nuestra vida, consecuentes con la guía que nos da el Espíritu Santo de Dios (Gálatas 5:22-23; Romanos 8:14).
Sembrar la semilla, producir frutos, permanecer fieles
Cierta fábula antigua habla de dos hermanos que nacieron en la ciudad y un día decidieron viajar al campo. Se sorprendieron mucho cuando vieron a los granjeros arrojando trigo perfectamente bueno sobre los terrenos vacíos y arados. Los hermanos concluyeron que los granjeros eran derrochadores, e incluso, un poco desquiciados.
Uno de los hermanos regresó a la ciudad, mientras el segundo se quedó a observar las extrañas costumbres de los campesinos. Ese otoño, el hermano que estaba en la ciudad recibió una carta de su hermano que se había quedado en el campo; éste le hablaba con gran entusiasmo de cómo las semillas de trigo que habían sido sembradas en la primavera habían producido innumerables tallos que cubrían los sembradíos, y que cada tallo contenía muchos granos de trigo. Los granjeros que habían sembrado las semillas habían cuidado de ellas con esmero y ahora estaban cosechando el fruto de su trabajo.
Lo que había parecido una locura en la primavera, estaba produciendo algo increíble en el otoño. Esta historia contiene una lección espiritual importante: Dios siembra sus semillas en usted porque él quiere producir frutos espirituales en su vida. Este fruto requiere que usted responda al llamamiento de Dios y que permanezca fiel.
Para permanecer fiel a Dios usted debe creer en él y en que la Biblia es su Palabra. Esta creencia debe crecer y transformarse en confianza, y esta confianza debe llevar a la obediencia a Dios y a sus mandamientos. La fe que transforma la vida es más que la simple creencia en la existencia de Dios, a pesar de que muchos piensan que esto es lo único que se requiere.
Considere este ejemplo: ¿puede imaginarse a un esposo adúltero que le exige a su esposa aceptar sus aventuras sexuales arguyendo que él cree en ella y eso es prueba suficiente de su fidelidad matrimonial? ¡Esto es absurdo! ¿Pero no es así como muchas personas tratan a Dios? La simple aceptación de la existencia de Dios no puede transformar la infidelidad en fidelidad.
Ser fiel a Dios significa confiar de tal manera en su amor, su bondad y su sabiduría, que uno está dispuesto a seguir sus instrucciones incluso cuando no entiende su propósito o cuando la obediencia se hace incómoda. La fe comprende sacrificio y compromiso continuo, aun cuando nos veamos enfrentados al miedo, las pruebas y la oposición de otros.
Como dijimos, todos debemos producir frutos cristianos. Con esto en mente, le aconsejamos emprender un dedicado estudio de las enseñanzas de Jesucristo registradas en los evangelios, ¡y que luego compare sus enseñanzas con los frutos actuales que hay en su vida! Pídale a Dios que abra su mente para comprender su llamado.
A medida que comience a estudiar las verdaderas enseñanzas de Jesucristo, descubrirá instrucciones que afectan todos los aspectos de su vida. El cristianismo auténtico no es un conjunto de sugerencias o dichos agradables acerca de sentimientos indefinibles llamados “amor”, sino instrucciones de Dios mismo, que explican cómo funciona el amor. Cuando usted descubra un mandamiento, debe comenzar a obedecerlo de inmediato.
Jesús dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Lucas 16:10).
¿Cuántas veces ha tomado la decisión de comenzar una dieta, o de orar mas seguido, o de estudiar más la Biblia, o de ser un mejor marido o esposa? ¿Cuántas veces lo ha postergado para “mañana” o para “cuando esté listo”?
Uno no puede comenzar a ser fiel de un momento al otro. Sería como decir “seré infiel con Dios hoy día, pero cuando me levante por la mañana decidiré ser un cristiano de verdad”.
Si Dios dice que eliminemos las prácticas deshonestas en los negocios, uno no debe justificarse con el argumento falaz de que “los negocios son negocios”; comience a tener fe ahora mismo y empiece a obedecer. Si Dios dice que no se debe tener sexo fuera del matrimonio, no se justifique diciendo “pero es que mi novio me podría dejar”; comience a tener fe ahora mismo y empiece a obedecer. Si usted se da cuenta de que Dios no quiere que profane su nombre, no espere para cambiar. ¡Comience a tener fe ahora mismo y empiece a obedecer!
El cristianismo verdadero es el proceso de ser llamados y elegidos y permanecer fieles.
La parábola del sembrador
Volviendo al ejemplo de los granjeros que sembraban semillas en el campo, la parábola de Jesús y el sembrador nos enseña cómo funciona el llamamiento de Dios. Jesús relató la historia de un granjero que estaba sembrando grano. En la Judea del primer siglo, los granjeros caminaban a lo largo del terreno previamente preparado, y arrojaban los granos de trigo a la tierra para que fueran absorbidos, germinaran y dieran fruto.
Jesús describió cómo algunas semillas cayeron junto al camino, y los pájaros se las comieron. Otras cayeron en pedregales y brotaron, pero no pudieron madurar porque sus raíces no eran lo suficientemente profundas. Y otras desarrollaron raíces, pero fueron invadidas por espinos que crecieron y ahogaron al trigo. Aún así, otras cayeron en buena tierra y crecieron y dieron frutos sanos.
Las semillas de esta parábola representan la Palabra de Dios, y el esparcimiento de la semilla representa su llamado. Los cuatro tipos diferentes de tierra representan las cuatro maneras en que la gente responde a ese llamamiento.
¿Cómo se aplica directamente esta parábola de hace 2 000 años a nuestra relación con Dios? Para contestar esta pregunta, uno debe preguntarse: “¿Cuál de estas cuatro respuestas representa la manera en la que he respondido al llamamiento de Dios?”
En esta parábola, Jesús enseñó que no todo aquel que oye la Palabra de Dios será un verdadero seguidor de esa Palabra. Increíblemente, ¡esta parábola también enseña que no todo aquel que dice ser un seguidor de Jesús será uno de los escogidos que son llamados, elegidos y fieles!
Cristo quiere que examinemos la autenticidad de nuestro cristianismo, y para ello nos entregó la parábola del sembrador. ¿Está creciendo o no la semilla de Dios en su vida?
La semilla que cae junto al camino
Analicemos la primera respuesta entregada por Jesús: “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino” (Mateo 13:19).
¿Está Jesús describiéndolo a usted? ¿Responde al llamamiento de Dios diciendo: “Yo sé que Dios existe, y uno de estos días enderezaré mi vida, pero ahora estoy demasiado ocupado”? O: “Jesús me ama de tal manera que a él realmente no le importa mi estilo de vida. Lo único que debo hacer es creer en él”.
Note que es “el malo”, o Satanás, quien convence a las personas de que rechacen el llamamiento de Dios y lo tomen a la ligera. El cristianismo auténtico es más que un compromiso superficial sin el correspondiente cambio en nuestro estilo de vida. De otra forma, uno convierte el sacrificio de Jesucristo, el Hijo de Dios, en una licencia barata que de alguna manera le permite continuar sirviendo a Satanás como el dios de este mundo, mientras recibe la salvación del Dios verdadero.
Piense en cuán absurdo es esto. Lo que uno está diciendo en realidad es: “Mientras crea en Dios y acepte a Jesucristo, puedo vivir como Satanás quiere que viva, y Dios dice que eso está bien”.
En esta parábola de Cristo encontramos que este tipo de gracia burda no le parece bien a Dios. El llamamiento de Dios requiere que usted responda; él lo está llamando para que deje atrás su búsqueda vana de gratificación inmediata y opte por una mejor vida, como su elegido.
¿Cuántas excusas da usted para impedir que la semilla de Dios germine en su vida?
La semilla en el pedregal
Continuando con la parábola del sembrador, Jesús dijo: “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza” (Mateo 13:20-21).
Algunas personas al principio están muy contentas de aprender de la verdad de Dios y al seguirlo se sienten más cerca de él. Pero cuando mantener su compromiso ante el llamado de Dios se hace difícil, cuando deben esforzarse por superar el pecado que está profundamente arraigado en ellas, cuando se ven forzadas a ir en contra de la corriente de la familia y los amigos, se rinden.
¿Qué hay de usted? ¿Trata de leer ocasionalmente la Biblia, pero sus acciones y actitudes reflejan débilmente lo que ella enseña? Cuando usted tiene que practicar su fe en vez de limitarse a profesarla, ¿se derrumba como una casa de naipes?
Yo estoy consciente de que estas palabras son duras. En la parábola del sembrador, Jesús enseñó que es Dios quien planta la semilla, pero lo que permite que la semilla germine y crezca es el tipo de tierra que la acoge.
¿Qué cosa es tan importante para usted que hace que su respuesta al llamamiento del Dios Creador y Todopoderoso sea poco entusiasta y carente de inspiración y compromiso?
La semilla ahogada por los espinos
El tercer tipo de respuesta en la parábola del sembrador es simbolizada por las semillas que son ahogadas por los espinos. Jesús enseñó: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22).
Hay personas que responden al llamamiento de Dios pero luego se dejan distraer por el dinero, la posición social o el antiguo dicho que dice que “el ganador es aquel que tiene más posesiones”. ¿Es usted una de esas personas que juega a ser religiosa y simula ser un verdadero seguidor de Jesús, pero cuyas prioridades diarias solo reflejan la preocupación por sus propias necesidades y deseos, en vez de los de su prójimo?
A estas alturas, espero que esté comenzando a sentirse un poco incómodo. Un encuentro real con la Palabra del Dios Todopoderoso debe hacernos sentir incómodos.Si usted desea ser un cristiano auténtico, uno de los escogidos de Dios, debe examinar sus conceptos y prácticas cristianas. ¿Se apegan a las enseñanzas de Jesucristo? ¿Se apegan a la parábola del sembrador?
Jesús enseñó que muchos responderán a su Palabra, pero que ésta no crecerá en sus mentes, corazones y estilos de vida. Si usted quiere que su vida sea algo más que tierra infértil en la cual la semilla de Dios es desperdiciada, debe examinar seriamente sus suposiciones acerca del cristianismo, y cómo esas ideas encajan en las enseñanzas del Fundador del cristianismo.
La semilla que cae en buena tierra
Finalmente, llegamos al cuarto tipo de respuesta, aquella que Jesús elogia en la parábola: “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” (Mateo 13:23).
Este tipo de personas responden al llamado de Dios, son escogidas por él, y salen adelante por fe. Ellas hacen algo al respecto.Su llamado es mucho más que puro sentimiento y experiencia religiosa. Es una transformación de la mente y el corazón, y de nuestras motivaciones y acciones.
Si usted está empezando a comprender las verdades de Dios y se siente motivado a practicar lo que está aprendiendo, Dios probablemente lo está llamando a ser salvo ahora. ¿Contestará su llamado, será escogido y permanecerá fiel? ¿Se someterá a Dios y le permitirá que produzca a ciento, a sesenta, y a treinta por uno en su vida? ¡Puedo asegurarle que no hay cosa más importante para usted que ésta!