Una piedra preciosa
Cuando Napoleón Bonaparte llegó a Egipto en 1799, durante la campaña francesa, el teniente Pierre-François Bouchard encontró una piedra cerca de la ciudad de Rashid, en la costa norte de Egipto. Considerando que podría ser un hallazgo importante, la trajo ante su superior. Luego de lavarla y observarla cuidadosamente, empezaron a aparecer unas inscripciones en jeroglíficos.
La loza de granodiorita de 760 kilos era la parte de una antigua estela egipcia que contenía un decreto sacerdotal en honor del faraón Ptolomeo V en 196 A.C. La larga inscripción tenía tres segmentos: la parte superior tenía 14 líneas de jeroglíficos egipcios; las 32 líneas de la parte intermedia estaba en escritura demótica; y la inferior contenía 54 líneas en griego antiguo.
En 1801, los ingleses se la llevaron como botín de guerra a Londres, tras derrotar a las tropas napoleónicas en Egipto. Pero fue el egiptólogo francés Jean-François Champollion quien, 20 años después, pudo descifrar los jeroglíficos de la piedra que luego se conoció como Rosetta. Desde entonces se exhibe en el Museo Británico de Londres.
Los estudiosos comprobaron que los tres epígrafes eran en realidad versiones de un mismo texto. El hallazgo de esta piedra y su interpretación fue la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios que habían guardado un enigma para los historiadores. Gracias a esto, se pudo entender con más detalle la literatura y la civilización del Antiguo Egipto.
La Biblia también nos habla de una piedra valiosa, no solamente para comprender los secretos de una civilización, sino para entender la verdad de Dios, oculta a millones de personas.
La perla de gran precio
Nos ha sido revelado un código mucho más valioso que los secretos de cualquier civilización, la verdad de Dios. La Biblia la llama “la perla de gran precio” Mateo 13:44 “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”.
La gente persigue, con empeño, objetivos como dinero, fama, poder y posición social. Pero es muy raro que una persona encuentre algo tan deseable y que esté dispuesta a renunciar a todo lo que posee para conservarlo.
Jesucristo se refirió a esta característica, tan poco común, en esta ilustración privada que compartió con sus discípulos. Debido a que en la antigüedad las mejores piedras provenían principalmente del Mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Océano Índico, lejos de la tierra de Israel, Jesús se refirió a un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes.
Este comerciante sería un especialista en la materia, con un ojo experto y capaz de percibir las cualidades estéticas y los matices de una perla extraordinaria. No se dejaría engañar por una mercancía falsa o de mala calidad. Quizá primero averiguaría su valor de mercado para saber cuánto pagar y obtener ganancias. Posiblemente pensaría en venderla pronto para sacar un beneficio económico lo antes posible.
Pero este no era el caso del comerciante de la parábola de Jesucristo, su interés no era monetario ni material porque estaba dispuesto a sacrificar todo lo que tenía, todas sus propiedades. ¿Estamos nosotros dispuestos a cambiar muchas de las cosas que tenemos por la verdad de Dios?
De cada uno de nosotros depende valorar esta piedra. Puede ser que, en lugar de aprovechar sus secretos, la tengamos guardada en la casa y que solamente la desempolvemos el sábado, cuando asistimos a la Iglesia. No debemos olvidar que la Biblia es nuestro manual de instrucciones.
Nuestra Piedra, a diferencia de la piedra Rosetta, que está expuesta en un museo, es una piedra viva a la que debemos acudir, no solo en busca de conocimiento, sino de guía, orientación y consuelo.
La piedra escogida
Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos pero escogida y preciosa ante Dios. 1 de Pedro 2:4 “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa”. Es la piedra que desecharon los constructores 1 Pedro 2:7 “Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon ha venido a ser la cabeza del ángulo”.
Las escrituras contienen todavía muchos misterios y eventos que todavía no han ocurrido y que el hombre necesita escudriñar y descifrar, como en el caso de la piedra Rosetta. Están escritos en un lenguaje que no podemos comprender pero que Dios ha venido revelando a sus hijos. La Biblia dice que vendrá un tiempo cuando todas las personas entenderán este mensaje que hasta hoy ha sido reservado para unos cuantos. Habacuc 2:14 “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios, como las aguas cubren el mar”