Un privilegio inapreciable

Usted está aquí

Un privilegio inapreciable

En la Biblia he encontrado varias situaciones que desde niña no he entendido del todo. Las leo y me pregunto por qué Dios ve de esa forma las cosas. Una de ellas, es cuando Esaú vendió su primogenitura. Pensaba: “Pues es su decisión, es su primogenitura; si la quiere intercambiar a su hermano por unas lentejas, ¿qué de malo tiene?”.

Sin embargo, en Hebreos 12:15-16 nos exhorta: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; 16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.

Otra cosa que me he preguntado desde chica es por qué es malo suicidarse. Si la vida pertenece a cada uno y se vuelve inaguantable continuar, si se siente que únicamente se vive haciendo daño (a uno mismo y a los demás), ¿por qué sería malo terminar con ella?

Hace poco me di cuenta de que hay una sola respuesta a estas dos preguntas:

Dios nos ha puesto aquí por una sola razón. Él quiere “llevar muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10). Él quiere que seamos sus hijos y nos quiere compartir su gloria. Cuando rechazamos la vida, una responsabilidad, o una oportunidad que Dios nos da, estamos rechazando su regalo y su promesa ¡Lo estamos rechazando a él!

Dios conoce el camino para llegar. Nos está guiando hacia esa gloria prometida. De hecho, nos está acompañando, asegurándose de que llegaremos bien.

Imagínese por un segundo… Usted ha preparado un detalle bonito para su pareja, su mamá, su hijo o alguien a quien ame mucho. Incluso le dice “tengo todo preparado para esta fecha y va a ser mejor que cualquier cosa que puedas imaginar… he trabajado en esto por años ¡pasaré por ti y verás!”. Entonces le dice que sí, pero una vez que llega a recogerle, le dice “No puedo, no sé llegar” o “Está demasiado lejos, no sé dónde es…” o “Estoy cómodo/a aquí.”

¿Cómo se sentiría? ¿Rechazado? ¿Traicionado? ¿Despreciado? ¡Y solamente le ha dedicado algunos días, meses o años! ¡Dios ha estado trabajando por milenios! En 1 Corintios 2:9, Pablo señala: Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Entonces pensemos. Cuando Dios nos pone frente a algo que nos parece difícil, es porque sabe que por ese camino tenemos que ir para alcanzar sus promesas gloriosas. Cada uno de nosotros es diferente, con diferentes capacidades y debilidades. Por eso también tenemos que enfrentar distintos retos para estar listos para lo que Dios tiene preparado para nosotros. No obstante, nuestra meta es igual ¡y lo más bonito es que no tenemos que hacerlo solos! Como dice Pablo, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Dios está dispuesto a ayudarnos siempre que lo estamos buscando con la plenitud de nuestro corazón. Cuando enfrentemos un reto y sintamos que no podemos, tal vez sea cierto que por nuestros propios medios no lo lograremos. Pero lo que sí es seguro es que si Dios nos pide algo, estará con nosotros para que podamos sobreponernos.

En Hebreos 12:25 nos exhorta otra vez: Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra; mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos”.

Yo voy aprendiendo. Voy caminando. ¿Me acompaña? Juntos con Dios, podemos.

Al Dios y Padre sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Filipenses 4:20)