#215 - Abdías 1: "Profecías acerca de Edom"

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#215 - Abdías 1

"Profecías acerca de Edom"

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Un comentarista lo llama “un retrato profético en miniatura”. A pesar de lo conciso, incluye la misma fórmula profética que los demás libros de su clase, la Gran Tribulación, el día venidero del Señor y luego el establecimiento del Milenio bajo Cristo.

Abdías no entrega ninguna fecha que indica cuándo vivió, pero las circunstancias que describe encajan bien con el periodo de Joram, rey de Judá (853-841 a.C.) Dice la Biblia: “En el tiempo de él [Joram] se rebeló Edom contra el dominio de Judá” (2 Reyes 8:20). Comenta Unger: “Es mejor fechar el libro de Abdías durante el reinado de Joram. En el tiempo los filisteos y los árabes invadieron a Judá y saquearon a Jerusalén (2 Cr 21:16-17). Los edomitas eran también enemigos acérrimos de Judá en ese período” (p. 421).

Este libro cubre las profecías sobre la nación Edom, cuyos descendientes provienen de Esaú, el hermano mellizo de Jacob e hijo de Isaac. A Esaú le darían el apodo de Edom, que significa “rojo por vender su primogenitura por un plato de potaje rojo. Dice la Biblia “Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza… Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto, fue llamado su nombre Edom” (Génesis 25:28-30). Además, Esaú era pelirrojo [el “rubio” que menciona Génesis 25:25] y velloso. Pronto Esaú se estableció en la tierra al sur del Mar Muerto, la tierra de Seir que significa “velloso” (Génesis 36:8-9) y, curiosamente, era una tierra rojiza. Los descendientes de Esaú serían llamados edomitas [y más tarde en su forma griega “idumeos”] mientras que los hijos de Jacob se llamarían israelitas. Serían dos naciones hermanas, pero Edom traicionaría a menudo a su hermano. En cambio, Dios le prohibió a Israel aborrecer a su hermano Edom. Le dijo: “No aborrecerás al edomita porque es tu hermano” (Deuteronomio 23:7).

Sabemos que Dios no hace acepción de personas y que mira el corazón y no las apariencias de la persona para juzgarla (1 Samuel 16:7). No obstante, todos heredamos cierto carácter, y el de Esaú se inclinaba a lo mundano e irreligioso al no mostrar el debido respeto a Dios. En la niñez se puede saber algo del carácter de una persona, y cuando Dios vio los caracteres de estos mellizos, rechazó la tendencia irreverente que vio en Esaú. Por eso dijo, “¿No era Esaú hermano de Jacob? dice el Eterno. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí” (Malaquías 1:2-3). En realidad, el hebreo no dice “aborrecí” sino más bien “amé menos”. La versión Nueva Reina Valera lo traduce: “Y aun así, amé a Jacob, y a Esaú desestime”.

Con el correr del tiempo se confirmó lo que Dios había visto, aunque tenía un padre justo. Esaú se convirtió en un hombre mundano y amargado. Hebreos 12:15-16 describe el carácter de Esaú. Dice: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura”. Esaú llegó a odiar a Jacob y quiso matarlo (Génesis 27:41).

Dios ama a todos, pero podía ver que el carácter de este mellizo más tarde lo convertiría en un hombre incrédulo y vengativo. Lamentablemente, este rasgo traicionero y salvaje de Esaú se transmitió a muchos de sus descendientes, como su nieto Amalec (Génesis 36:12-16; Éxodo 17:14-16). Este pueblo se volvió odioso ante Dios porque siempre estaba atacando a los descendientes de Jacob. De este modo, Edom representa a las naciones continuamente hostiles hacia Dios y su pueblo Israel.

Halley comenta: “Los edomitas eran descendientes de Esaú, y por lo tanto emparentados con los judíos, pero siempre mantenían contra éstos una enemistad acérrima que perpetuaba la rivalidad de Esaú y de Jacob (Génesis 25:23; Génesis 27:41). Cerraron el paso a Moisés (Nm 20:14-21), y siempre estaban prestos a ayudar a cualquier enemigo que atacara a Israel. Edom era el nombre de la rocosa región montañosa al este del valle del Araba, que se extiende unos 160 km. de norte a sur y unos 30 de este a oeste. Era bien regada, con abundante pastoreo. Sela (en griego, Petra), excavada muy arriba en una peña perpendicular sobre un valle de gran belleza, muy adentro entre las montañas, era la capital. Los idumeos [edomitas] solían salir en incursiones de merodeo, y luego retirarse a sus inexpugnables lugares fuertes arriba en los desfiladeros” (p.324).

Por esa actitud traicionera, Dios usa a Abdías para profetizar el futuro castigo de Edom y las razones. Comienza: “Visión de Abdías. El Eterno el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón del Eterno, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla. He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice el Eterno” (Abdías 1:1-4).

La actitud de los edomitas era de soberbia y de autosuficiencia. Petra era una de las ciudades mejor fortificadas en el mundo. Muchos habían establecido sus refugios en las alturas, en cuevas inaccesibles ante el enemigo. Se han contado hasta 10,000 cuevas en la región y numerosas cisternas, que son labradas en la roca en la sima en forma de botella, capaces de contener cada una 80,000 litros (Diccionario Bíblico Arquieológico, p. 524). Unger menciona: “Su territorio, rico en cobre y hierro se extendía hacia el sur hasta el golfo de Acaba. Toda su frontera estaba rodeada con una serie de fortalezas. Al sur, con sus montañas y mesetas, se levanta de 1600 a 1700 metros sobre el nivel del mar… Las expresiones, “las hendiduras de las peñas (sela, griego petra), y “entre las estrellas pusieres tu nido”, se ajustan admirablemente al país y al pueblo” (p. 422).

Continúa Abdías describiendo la futura destrucción de Edom: “¡Cómo fueron escudriñadas [por los invasores] las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. Todos tus aliados te han engañado… los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti… ¿No haré que perezcan en aquel día, dice el Eterno, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? Y tus valientes, oh Temán [otra ciudad importante de Edom], serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago. Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre. El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos. Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia… ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia” (Abdías 1:6-14).

Dios revela que, por haber siempre guardado ese rencor hacia su hermano, y por sentir un placer maligno al ver Judá invadida, el castigo recaería sobre su propia cabeza (es claro en Amós 1:11). Aunque hayan escondido los tesoros en las cuevas más inaccesibles igual se encontrarán. Las alianzas con las demás naciones que parecían tan firmes, pronto no servirían de nada, y es más, se volverían en contra de Edom.

Cada vez que Jerusalén era atacada, los edomitas lo disfrutaban y animaban al enemigo contra su “hermano”. Luego participaron en el saqueo de Jerusalén y pusieron emboscadas a los pocos que escapaban. Dios vio ese carácter vil y prometió castigar fuertemente a Edom. Dice: “Porque cercano está el día del Eterno sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido” (Abdías 1:15-16).

Explica El Comentario del Conocimiento Bíblico “Edom señala el juicio venidero de Dios contra todas las naciones que se rebelan” (vea Isaías 34:2). El día del Señor puede referirse a cualquier momento en que Dios interviene en los asuntos del mundo, pero es más frecuente que se trate de: a) los juicios de Dios durante la Gran Tribulación y el regreso de Jesucristo en gloria, y b) el establecimiento del Milenio. En otras palabras, el día del Señor es el tiempo cuando Cristo pondrá todas las cosas bajo su dominio. Al humillar a Edom, Dios muestra lo que hará a todas las naciones que maltraten a Israel. Además de su humillación del pasado, está profetizado que Edom volverá a ser una nación en los tiempos del fin, cuando, junto con otras naciones, sentirá la ira de Dios en el período denominado el día del Señor”. Así esto muestra que ¡Existe una nación moderna de Edom! ¿Cuál es la actualidad? Pronto lo sabremos.

Mientras tanto, Dios dice que, en el día del Señor, Israel será rescatada y bendecida. “Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque el Eterno lo ha dicho. Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú… Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev. Y subirán salvadores [los futuros miembros resucitados, vea Apocalipsis 20:6] al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será del Eterno” (Abdías 1:17-21).

Abdías finaliza comparando los dos destinos de estos hermanos. Esaú, por su rencor y traición, será duramente castigado en el día del Señor. Pero Jacob, al no ser rencoroso ni traicionero, será alzado. Israel poseerá todo Edom, que hoy día es parte de los palestinos, que incluye Jordania y fueron parte del reino turco hasta 1917. ¿Qué sucedió con los edomitas luego de estas profecías de Abdías? Veremos ahora cómo la Biblia revela el destino de los descendientes de Esaú en la actualidad, muchos de los cuales son los palestinos y los turcos. Halley hace un buen resumen: “Dentro de cuatro años del incendio de Jerusalén, Edom fue invadida y asolada en 582 a.C. por los mismos babilonios a quienes ellos habían ayudado contra Jerusalén. Los nabateos, una tribu árabe, se apoderaron de Edom. Los pocos idumeos de Judea, en donde subsistieron durante cuatro siglos como enemigos activos de los judíos. En el año 126 a.C., éstos entregaron el mando de Judea a los Herodes, una familia idumea [edomita]” (p.324).

Muchos historiadores piensan que los edomitas desaparecieron de la historia luego de la destrucción de Jerusalén por los romanos en 70 d.C., pero no es el caso. El historiador judío, Josefo comenta que los idumeos eran una nación distinta a la judía. Vivían en la parte sur de Judea, y de allí vino el infame rey Herodes, un idumeo que trató de asesinar al infante Jesús en Belén (Mt 2:13-16). Los idumeos practicaban la religión judía, pero no eran de descendencia de Israel, sino de Esaú. Un poco antes de la destrucción de Jerusalén, ellos invadieron a Jerusalén y causaron una gran matanza. Relata Josefo: “Los idumeos… son una nación tumultuosa y desordenada que siempre está a la espera de cambiar su lealtad… vinieron con 20,000 soldados contra Jerusalén… Entraron de noche durante una gran tormenta y mataron a los guardias. Luego pasaron al recinto del templo y mataron durante ese día a 8500 judíos” (Guerras de los Judíos, Libro 4, cap. 4-5).

Comenta N. Hutchings sobre estos edomitas: “Alrededor del tiempo cuando Antonio y Cleopatra se suicidaron, Herodes el Grande, un edomita, fue hecho rey de Judea por Cesar. Pronto tuvo graves problemas y huyó a Petra… luego llegó a Roma. Los judíos consideraban el insulto supremo que un edomita fuera rey sobre ellos, pero el Senado romano lo impuso. Herodes fue rey de Israel cuando nació Jesús. Luego de la muerte de Herodes, su hijo Herodes Felipe asumió el trono y añadió los dominios de Edom y Petra. Sin embargo, la población local, llamada nabateos, no quisieron a los Herodes. Cuando el Imperio Romano comenzó a desmoronarse en el siglo quinto, Petra dejó de ser un importante centro comercial. Los habitantes abandonaron el lugar poco después por falta de comercio, y Petra no fue habitada de nuevo hasta 1812, cuando el explorador Buckhardt la descubrió… Petra es ahora el “pueblo fantasma” más increíble. Se menciona a Petra más veces en la Biblia que cualquier otra ciudad aparte de Jerusalén. Es sorprendente constatar cuántas veces en las Sagradas Escrituras se hace referencia a esta ciudad de piedra que es de 30 kilómetros cuadrados y está en la parte sur de Jordania, a pocos kilómetros de la frontera con Israel: (Petra in History and Prophecy, 1991, p. 86-87). Ahora Petra pertenece a Jordania, cuyo pueblo es una mezcla de Edom, Moab, Amón y los árabes.

Respecto a estos descendientes de Esaú, escribe el Sr. Armstrong: “Muchas profecías sobre el tiempo actual y futuro hablan de Edom, y sólo pueden entenderse sabiendo que se refieren a los descendientes de Esaú: entre otros, la nación turca… Los escasos registros de la historia, unidos a otras pruebas, muestran que algunos de los descendientes de Esaú llegaron a conocerse como turcos. Por lo tanto, debemos recordar que las profecías generalmente están dirigidas a la nación turca. La profecía de Isaac, pronunciada poco antes de morir, indicó que llegaría un momento en que los descendientes de Esaú tendrían dominio y romperían el yugo de los israelitas. Esto se ha cumplido. Los hijos de Israel, por su pecado, fueron sacados de la tierra prometida que era parte de la primogenitura. Más tarde, los turcos alcanzaron poderío y dominio, y ocuparon Palestina en 1917” (La Llave Maestra de la Profecía, p. 38-40).

¿Qué sucedió después de la destrucción de Judea y Jerusalén por los romanos? Los idumeos eran una nación distinta a los judíos y algunos sobrevivieron en esa zona. Siglos después vinieron los árabes, descendientes de Ismael, otro hermano que aborrecería a los hijos de Isaac, y conquistaron Jerusalén (638 d.C.). Forzaron a los pobladores locales que probablemente incluían a estos idumeos a convertirse a la fe islámica. Luego fueron los turcos (otra parte de Edom) los que se apoderaron y poblaron a Israel bajo el mando de Saladino en 1187 d.C. y gobernaron hasta 1917. En 1917 los británicos expulsaron a los turcos de la región. Cuando los judíos formaron su nueva nación en 1947, los “palestinos”, esta mezcla de turcos y árabes, se volvieron muy violentos contra los judíos. Desde luego que ellos ya habían estado en esta tierra por siglos, pero como se ve hoy día, tienen un tremendo odio hacia los judíos. Las profecías que Dios entregó a Abdías se cumplirán, y veremos que ese rencor entre los descendientes de estos dos mellizos, Jacob y Esaú, seguirán hasta la venida de Cristo.

Los edomitas, que todavía existen como nación en Turquía y forman una parte de los palestinos en Israel, tienen una cita con el destino. Dios está observando todas las matanzas que pasan casi semanalmente en Israel y está disgustado. Como vimos en Abdías, un día Dios pondrá término a todo este derramamiento de sangre cuando intervenga en los asuntos humanos. En el Milenio, los sobrevivientes de Israel y Esaú por fin podrán adorar juntos a Dios, y ya no habrá más violencia. Dice Isaías: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar…Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra… Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán” (Isaías 11:9-14).