Reflexiones sobre el libro de Lamentaciones

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Reflexiones sobre el libro de Lamentaciones

Al leer el libro de Lamentaciones, mi mente se remonta a la dedicación del templo y a la majestuosidad, belleza y grandiosidad descrita:

  • La gloria de Dios que llenaba el templo y la humilde oración de Salomón.
  • Josías, que leyó las palabras escritas y se dio cuenta de que su nación iba por el camino equivocado.
  • Aquellos después de Josías que volvieron a los mismos antiguos caminos que los llevaron a la perdición.

Para aquellos de nosotros que vivimos en Estados Unidos, vemos nuestro país y todo lo que hemos sido bendecidos. Algunos llaman a Estados Unidos la nación más rica que jamás haya existido, pero la mayoría no se da cuenta de que nuestro poder y fuerza no han sido por nuestras propias manos o nuestra propia justicia. Ya no le damos crédito a Dios y ni siquiera consideramos que todo podría acabar.

La angustia de las palabras de Lamentaciones manifiesta la difícil situación de nuestra gran nación que ha sido un tipo de gobierno diferente en el mundo, y que también está llegando a su fin. Comparado con los imperios antiguos, ayudamos tanto o más de lo que pretendíamos conquistar. En muchos casos, no íbamos tras toda la riqueza de otras naciones, sino que buscábamos compartir la nuestra y ayudar a otros a llegar a una mejor forma de gobierno que se preocupara por las personas.

Todos los gobiernos humanos a lo largo del tiempo han llegado a un punto en el que se enriquecieron y satisficieron, y permitieron el libertinaje y la destrucción de la familia y la moral que los hacía fuertes. Dios advirtió al antiguo Israel y está registrado para que lo tomemos en serio. Sin embargo, parece que nunca aprendemos.

Deuteronomio 8:10 dice: "Y comerás y te saciarás, y bendecirás al Eterno tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte del Eterno tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”.

Finalmente, Dios mostrará a la humanidad por medio de su reinado de 1,000 años que hay un camino hacia la paz y la prosperidad duraderas, pero no depende del hombre encontrarlo. Solo proviene de escribir las leyes de Dios en nuestros corazones y preocuparnos por los demás y su bienestar tanto como lo hacemos por nosotros mismos.

Todos los seres humanos algún día verán que la historia del gobierno de la humanidad apartada de Dios ha sido escrita con sangre, comenzando por el justo Abel.

Debemos centrarnos en lo que está por venir para no dejarnos vencer por la tristeza por el antiguo Israel y Judá y por nuestra nación que ha olvidado lo que realmente hace grande a una nación.