#086 - Deuteronomio 7-10: "Preparación para entrar en la Tierra Prometida"

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#086 - Deuteronomio 7-10

"Preparación para entrar en la Tierra Prometida"

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#086 - Deuteronomio 7-10: "Preparación para entrar en la Tierra Prometida"

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Seguimos repasando este libro tan fascinante de la Biblia. Como estamos viendo, es mucho más que reiterar la Ley de Dios. En Éxodo se puede decir que tenemos la Letra de la Ley y aquí en Deuteronomio se explica el Espíritu de la Ley. Antes, en Éxodo, el propósito era familiarizarlos con la ley, ahora es interiorizarla, es decir, cómo guardarla de todo corazón. De modo que esta sección que estudiamos tiene rasgos poéticos, pues va más allá, desde la mera descripción hasta los sentimientos del corazón, una obra maestra de la literatura universal.

Por medio de Moisés, Dios continúa educando a su pueblo sobre la próxima entrada a la Tierra Prometida. Les enseña que los escogió, no por ser tan grandes o especiales, sino por lo insignificantes que eran. Puede parecer paradójico que el Dios del universo entero escoja lo más humilde para llevar a cabo su Plan Maestro, pero ese principio se encuentra a través de toda la Biblia. "No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido el Eterno y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto el Eterno os amó" (Deuteronomio 7:7-8).

Dios aplica el mismo criterio para su iglesia en el Nuevo Testamento. El Apóstol Pablo explica las circunstancias que Dios tiene para llamar a un miembro a la iglesia: "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia" (1 Corintios 1:26-29).

Desde la perspectiva histórica, el pueblo de Israel comenzó como el más insignificante. Cuando ya existían verdaderos imperios en el mundo como el egipcio, el babilónico y el chino, fue Abraham el que comienza el pueblo de Israel. El sale del gran imperio Babilónico, que abarca la ciudad de Ur, para fundar un nuevo pueblo, sin saber dónde se establecería éste. Luego se entera que su esposa es estéril y parece que no llegaría Israel ni siquiera a ser una familia, mucho menos, una nación. Pero tras el milagro de Dios, nace Isaac. Luego viene Jacob, quien tiene 12 hijos y terminan en Egipto como vasallos del faraón, pero protegidos por José. Siglos más tarde salen como una nación esclava, de mínima cultura pero con el verdadero Dios que los levanta de sus miserables condiciones físicas y espirituales.

De modo que entendían bien lo que decía Dios de ser el pueblo más insignificante de ese entonces sobre la faz de la tierra, ni siquiera tenían territorio, riquezas, ni relaciones con otras naciones. Eran en ese momento un pueblo de esclavos fugitivos y vagabundos en el desierto de Sinaí por los últimos 40 años.

No es un principio muy auspicioso para una nación, pero ¡qué Dios y qué leyes tenían!... Eso haría toda la diferencia, pues sería la única nación sobre la tierra que continuaría vigente con sus leyes hasta hoy día.

Respecto al pueblo de Israel, el historiador Max Dumont explica: "En primer término, han existido entre veinte y treinta sociedades civilizadas en la historia de la humanidad, el número depende de cómo uno define a una civilización. Normalmente, la duración de una civilización como una entidad que produce una cultura se extiende entre 500 y 1000 años. Luego o se estanca o se desintegra. Sin embargo, el pueblo judío aparece como la única excepción a esta "regla”.

"En segunda instancia, el momento en que un pueblo pierde su territorio por medio de la guerra u otra calamidad, o desaparece su identidad étnica o retrocede a una existencia sin importancia. Sin embargo, los judíos, a pesar de ser conquistados numerosas veces y ser exiliados de su tierra, no desaparecieron. Contra todas las probabilidades de la historia, sobrevivieron por 2000 años sin un territorio propio”.

"Finalmente, ningún otro pueblo salvo el judío ha logrado crear una cultura en el exilio. Y no sólo creó una sino seis culturas diferentes, una en cada civilización importante donde residió" (Max Dumont, Los Judíos Indestructibles).

En una hermosa analogía, Dios le recuerda más tarde a Israel su origen insignificante e historia posterior. "Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea. Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo (cuando Abraham salió de Ur como un sencillo viajero), ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste. Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! (al nacer Isaac de una madre estéril). Sí, te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa... y entré en pacto contigo... y prosperaste hasta llegar a reinar... pero confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre" (Ezequiel 16:3-15).

Así encontramos un principio muy importante en la Biblia, Dios escoge lo humilde y evita usar lo soberbio por más talentoso que sea. Él es quien levanta lo caído, no comienza con el elevado de espíritu. En resumen: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes, humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo" (1 Pedro 5:5-6).

Es el principio de la semilla de mostaza, todo comienza tan pequeño, pero bajo la ayuda de Dios, llega a ser lo más grande (Mateo 13:31-32).

Luego vienen las bendiciones de Dios a los que verdaderamente le obedecen de todo corazón. "Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y puesto por obra, el Eterno tu Dios... te amará, te bendecirá y te multiplicará" (Deuteronomio 7:12-13). Dios promete protegernos, ayudarnos, cuidarnos de terribles enfermedades, muchas que resultan de las consecuencias del pecado, de comer alimentos inmundos y la falta de higiene bíblica. Además si uno cae enfermo, tenemos el recurso de acudir a él y por medio del ungimiento ministerial, recibir la intervención de Dios (Santiago 5:14-15).

En cuanto a los enemigos de Israel que habitaban la Tierra Prometida, Dios les dice: "Si dijeres en tu corazón: Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar? no tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo el Eterno tu Dios con Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que el Eterno tu Dios te sacó; así hará el Eterno tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres. También enviará el Eterno tu Dios avispas sobre ellos hasta que perezcan los que quedaren y los que se hubieren escondido de delante de ti... Y el Eterno tu Dios echará a esta naciones de delante de ti poco a poco, no podrás acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten contra ti" (Deuteronomio 7:17-22).

He aquí el reconocimiento de un principio ecológico, o el cuidado del medio ambiente. A través de la historia se ha visto ocurrir el fenómeno aquí aludido después de grandes guerras que dejan tras sí alimentos podridos que traen ratas, y fieras que vuelven a establecer su territorio antes de la aparición del hombre. Hay grandes sectores de la tierra que quedan como desiertos por la tala indiscriminada de árboles para hacer barricadas, cocinar alimentos y proveer calefacción para los soldados. Israel misma dejó de ser una tierra inmensamente fértil a una en gran parte desértica por todas las guerras que ha sufrido. Hoy día los israelíes están recuperando algo de esa tierra devastada y han logrado algo de progreso.

Ahora Dios les recuerda la razón por la cual estuvieron en el desierto por 40 años: "Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído el Eterno tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos... para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca del Eterno vivirá el hombre" (Deuteronomio 8:2-3). Este es quizás el mejor resumen de lo que significa seguir a Dios, el verdadero cristianismo. Cristo usó esta última frase cuando se enfrentó a las tentaciones más difíciles del diablo y las venció (Mateo 4:4).

Luego, Dios otra vez le advierte a Israel de no olvidarse de él cuando posean la tierra y que no se envanezcan. "Cuídate de no olvidarte del Eterno tu Dios... no suceda que comas y te sacies...y se enorgullezca tu corazón...y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate del Eterno tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas... Mas si llegares a olvidarte del Eterno... de cierto pereceréis. Como las naciones que el Eterno destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habéis 'atendido a la voz del Eterno vuestro Dios... No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones el Eterno tu Dios las arroja de delante de ti" (Deuteronomio 8:11; Deuteronomio 9:5).

Moisés es bien realista en cuanto al pueblo Israel, y sabe que es un pueblo de "duro cerviz" (Deuteronomio 9:6). Esto significa poner el cuello tieso; el ser porfiado e indómito. "Desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes al Eterno" (Deuteronomio 9:7). Luego entrega todos los ejemplos de esa dura cerviz durante los últimos 40 años.

De nuevo aparece otra de las secciones más bellas de todas las Escrituras, y recuerden que esto viene de ese Moisés que había sido tartamudo y pobre de palabras. Con qué sencillez pero profundidad y belleza explica Moisés bajo la inspiración de Dios lo que significa seguir al Eterno. "Ahora, pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Dios de ti, sino que temas al Eterno tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Eterno tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos del Eterno y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad…Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz” (Deuteronomio 10:12-16).

Largos siglos de cultivo enseñaron a los egipcios cómo dirigir la preciosa agua del Nilo a los canales de riego en un nivel superior al del río. He aquí cómo un campesino utiliza un cigoñal para subir el agua que derrama en una acequia de riego. La larga pértiga que levanta el cigoñal, apoyada en un travesaño, tiene un contrapeso de piedra en uno de sus extremos y una cuerda y cubo en el otro. Tras sumergir el cubo en el agua, éste se llena y el contrapeso lo sube hasta el canal. El campesino lo vacía en la acequia y el proceso comienza de nuevo.

Moisés termina este discurso con una descripción de la tierra de Israel. No es "como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza". Esto se refiere a la forma que se cultivaba la tierra en Egipto, una prueba más de la autenticidad del relato y de conocimientos geográficos y agrícolas. "Una ancha llanura (15 Km.) forma la parte cultivada de Egipto, y en la mayor parte de esta tierra baja y plana nunca cae la lluvia. Esta carencia de lluvia se llena por la inundación anual del Nilo, y por medios artificiales del mismo origen, cuando el río vuelve dentro de su lecho acostumbrado. Junto a la orilla, el proceso de la irrigación es muy sencillo. El agricultor abre una pequeña acequia en la orilla de la era donde ha sembrado la semilla, surco tras surco, y cuando ha entrado agua suficiente, cierra la acequia.

Donde la barranca es alta, el agua es levantada por máquinas hidráulicas. El agua se distribuye por pequeños canales de construcción sencilla, formados por el agricultor con un azadón, quien dirige el curso del agua, el cual se cierra o se abre, según hace falta, por la presión en la tierra con el pie. Así se regaba la tierra donde habían habitado los israelitas largo tiempo.

Semejante vigilancia y laboriosidad no harían falta en la tierra prometida, porque en lugar de ser visitada sólo en un período breve, y dejada durante el resto del año bajo el calor fuerte del sol, cada estación gozaría de las benignas influencias del clima suave; los montes atraerían las nubes, y en aguaceros refrescantes, las bendiciones de Dios descansarían sobre la tierra. “Cual el Eterno tu Dios cuida” – se refiere al riesgo, como si fuera, con sus propias manos, sin ayuda humana o medios mecánicos. La lluvia temprana empezaba en el otoño, en los meses de septiembre y octubre y la lluvia tardía, en la primavera, durante marzo y abril. Sin duda la bendición especial de las lluvias temprana y tardía fue causa principal de la fertilidad extraordinaria de Canaán en tiempos antiguos” (Comentario Exegético, p. 163).