Lecciones de la vida
Una de las grandes lecciones que tiene la vida es que ésta, alcanza, para vivir de todo.
Algunas veces la vida presenta ribetes festivos como el que vivimos hoy en Chile, cuando el recuerdo nos lleva a evocar los tiempos de la Independencia. Otras, ribetes grises, cuando nos despedimos de seres muy queridos que, por diferentes circunstancias, no veremos en mucho tiempo.
La vida que tanto amamos a veces nos es contraria, a los anhelos deseados. Ésta, alcanza para vivir de todo:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Eclesiastés 3:1-8).
La vida y sus circunstancias, tienen lecciones que enseñarnos.
Si bien la vida alcanza para vivir de todo, no podemos, pasar por alto las últimas frases del predicador cuando nos dice que el propósito de la vida y sus tan grande gama de circunstancias, es que temamos a Dios y que guardemos sus mandamientos porque eso es nuestro todo.