Las Fiestas Santas y nosotros
En principio, es difícil encontrar una forma sencilla de responder a esta pregunta si nuestra doctrina no es clara y concisa, o si aun siéndola, nosotros no la conocemos profundamente. Es por ello que dependemos permanentemente de la ayuda de nuestra Biblia, del manual de instrucciones que Dios nos ha dejado.
La Biblia, pese a que se piense lo contrario, se explica por sí misma. Es lógica y tiene un sentido fijo, más allá de las interpretaciones personales. Si se acude a ella en busca de respuestas, puede proporcionárnoslas. Podemos hallar mucha información acerca de cómo vivir plenamente y aminorando la cantidad de conflictos en nuestra vida cotidiana (mediante los Diez Mandamientos, o las leyes de la salud, por ejemplo), pero también encontramos, leyéndola como una unidad, nuestro propósito con mucha claridad: Ser parte de una familia con Dios.
¿Cómo expresan las sagradas escrituras el propósito de la humanidad? Mediante el Evangelio que trajo Jesucristo, que no es sino la promesa de un mundo nuevo. Podemos ver esto en Lucas 4:18-19: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.
Como vemos, Dios no desea que suframos permanentemente; tiene preparado un tiempo en el que seremos plenos y sanos, libres del pecado y de la tiranía de los gobiernos humanos. Dios tiene un plan que va más allá de nuestras vidas personales y nos lo comparte y explica cada año mediante sus Fiestas Santas, recordándonos y describiéndonos cómo será el proceso en el que será formada su familia y establecido su Reino.
Las mismas fiestas nos revelan mucho acerca de cómo es el Padre: Paciente, ordenado, misericordioso, justo y amoroso. A lo largo de la historia, y a su debido tiempo, nos ha dado las herramientas necesarias para ser parte de su gran familia. Nos dio sus leyes mediante Moisés; envió a sus profetas a predicar la venida de su hijo para dar un vuelco a la historia; dio a su hijo como ejemplo del cumplimiento cabal de dichas leyes y de las profecías de sus enviados y después como sacrificio para perdón de nuestros pecados; por último, nos ha dado acceso a su Espíritu para acercarnos a él, para vencer nuestras debilidades humanas, para transformar nuestras vidas. ¡Nos ha dado todo!
Pero, nuevamente ¿qué haremos con todo esto? ¿De qué sirve estar en la Iglesia? ¿Qué aprenderemos de cada fiesta por venir? ¿Cómo las celebraremos? Con nuestro libre albedrío, decidiremos.