La familia, un pequeño reino
La familia es como la célula de la sociedad donde cada miembro, unido por un lazo de consanguinidad, tiene la posibilidad de proyectarse y desarrollarse como persona. En este grupo la relación se inicia desde la infancia, donde se forman habilidades y principios que perduran toda la vida. Los conocimientos y experiencias adquiridas serán un patrón para que los niños formen su identidad y su personalidad.
A pesar de los cambios que ha sufrido a través de la historia, este vínculo familiar se ha mantenido entre los seres humanos. Ancestralmente, cuando las familias vivían en fincas separadas, actuaban como unidades independientes y las familias multigeneracionales crecían en la misma finca o comunidad. La migración hacia occidente y la revolución industrial hizo que muchas personas se emplearan en las fábricas de las grandes ciudades. Entonces, el concepto de familia —un padre, una madre y sus hijos— se ha venido transformando; hoy en día, muchas familias viven solo con uno de sus padres.
El creador de la familia
Desde el inicio de la humanidad, Dios estableció que el hombre y la mujer se uniesen para formar una familia. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:27-28).
Dios instruyó a Adán y a Eva para que se unieran físicamente, viviesen juntos y se convirtieran en una unidad: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Dios planeó, además, que tuviesen descendientes. Los hijos son un regalo, una recompensa de su parte. La Biblia compara a los hijos como saetas en las manos de un valiente. “¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos!”
Una familia ejemplar
En el Antiguo testamento se narra la historia de Rut, una mujer de un pueblo gentil que se casó con un israelita rico muy respetable en su comunidad. Siendo una moabita criada en medio de una religión falsa, fue guiada a aprender sobre el Eterno, dejando su familia y adoptando las verdades de Dios.
Rut amaba a su suegra, que era una fiel creyente de Dios. Cuando Rut perdió a su primer marido —uno de los hijos de Noemí— ella se rehusó a dejar a su suegra: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga el Eterno, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos” (Rut 1:16-17).
La lealtad y la fidelidad de Rut y su belleza interna fueron atributos de Dios, por haberse sometido a él incondicionalmente. ¡Porque no hay nada más hermoso para los seres humanos que vivir según las verdades santas del Dios Todopoderoso!
Dios convirtió a Rut en una mujer misericordiosa, conduciéndola a que se casara con Booz, un hombre de carácter justo. Con el tiempo, de este matrimonio entre un israelita y una gentil nació Isaí, el padre del rey David, siguiendo esta genealogía, hasta llegar al nacimiento de Jesucristo.
La familia, según el diseño de Dios, es un pequeño reino terrenal donde, aun con ciertas vicisitudes, se nos puede proporcionar una atmósfera de bienestar. Sin embargo, debemos reconocer que en nuestra sociedad existen familias disfuncionales. Pero ¿es la unidad familiar algo solamente físico o es la representación de algo mucho más glorioso?
La familia espiritual
El libro de hebreos se refiere a la familia de Dios, diciendo: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quién todas las cosas subsisten, que, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:10).
La relación que los seres humanos disfrutan en el matrimonio es simplemente un modelo de la boda de Jesucristo con la Iglesia y la familia espiritual que Dios establecerá. “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado”. (Apocalipsis 19:7).
El propósito fundamental de este pequeño reino sobre la Tierra es el prototipo físico de una gran familia espiritual que Dios establecerá por toda la eternidad. Tenemos un Padre celestial extraordinario que tiene el plan de crear hijos con su naturaleza divina.