¡Huye, no coquetees!

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¡Huye, no coquetees!

Recientemente, hablé con algunos amigos sobre qué es lo que se espera de nosotros como discípulos de Cristo, sea en nuestro hablar como nuestras acciones. Muy a menudo, olvidamos detenernos y reflexionar si lo que haremos o diremos es digno de un cristiano, o si otros lo verán con malos ojos.

Tal vez dijiste unas palabras soeces en una conversación sin querer. Pero, ¿qué pasa si progresivamente usas más lenguaje grosero? Quizá tus amigos te tienen mucho cariño y respeto pero, ¿qué pasa si fuiste a una fiesta que estuvo descontrolada y quedaste ebrio(a), mas seguiste asistiendo a otros eventos como ese y haciendo malas amistades?

Es fácil decirnos a nosotros mismos: “Pero solo fueron unos tragos.” O dirás: “No hice nada malo y no me importa qué piensen o digan otros.”

“Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que al final terminan en muerte.”

-Proverbios 14:12

El momento que decimos esas palabras, nos encontramos en peligro y abrimos los brazos al egoísmo. Es sinónimo de darle la espalda a Dios y Sus advertencias. Él sí tiene expectativas y espera lo mejor de nosotros en toda circunstancia. No tiene favoritos y nos dará conforme a nuestras acciones. Recordemos unos últimos versículos:

“...pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo.”

-1 Pedro 1:15

“...Retengan lo que es bueno. Aléjense de toda clase de maldad.”

-1 Tesalonicenses 5:21-22

Te expresaste con groserías en las redes sociales o en conversación; festejas de manera descontrolada con personas inadecuadas para ti...Tomemos en cuenta que en todos lados somos observados. Si no es por otra gente, Dios tiene sus ojos en todo lugar y no se le escapa nada. Continuar con nuestros propios caminos, saciando nuestros deseos humanos, es una señal de rebeldía. Esto también puede llevarnos a perder a aquellos que sí nos han llegado a querer y respetar, pues no querrán asociarse con nosotros otra vez.

Si enfrentas una situación en la que percibas aunque sea una pizca de mal, como me dijo un amigo mío: “¡Huye, no coquetees!” No debemos coquetear con el pecado. Todo mal tiene su atractivo. Antes de actuar, recuerda:

“Los sabios son precavidos y evitan el peligro; los necios, confiados en sí mismos, se precipitan con imprudencia.”