Marchando al ritmo
Un soldado estaba marchando completamente fuera de ritmo y cuando pasó junto a su madre, ella comentó: "¡Mira, el único al ritmo es mi hijo!" A todos los soldados se les enseña a marchar al mismo paso que los demás. Se supone que nadie debe estar fuera de tiempo. Pero en la vida, todos somos diferentes. No hay dos huellas dactilares, ni hay color ni forma de iris, ni ninguna oreja que sean idénticos a los de cualquier otra persona. Cada célula que conforma nuestro cuerpo es diferente a las de los demás. También pensamos todos de manera diferente gracias a las muchas y diversas experiencias de vida que hemos tenido.
Cada persona camina al ritmo de la música que escucha y en la familia de Dios no nacerán "gemelos idénticos". La palabra de Dios es nuestra música, aunque posiblemente tengamos ligeras diferencias en la forma en que la seguimos. Pablo se dio cuenta de que no deberíamos juzgar ni condenar a los demás, ya que apenas los conocemos. Es Dios quien funge como nuestro juez, y nos dice que él puede hacer que una persona se ponga de pie o caiga (Romanos 14:4-5). Marchar al son de la música de Dios requiere tiempo y práctica. Permita que su vecino aprenda a su propio ritmo. Dios no nos dice que él está fuera de tiempo solo porque su paso y el de otra persona sean diferentes.