¿Está abrumado por el coronavirus? ¡Dios está ahí!

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¿Está abrumado por el coronavirus? ¡Dios está ahí!

Todos estamos pasando por la misma prueba: los efectos del coronavirus. Durante todo el día, las noticias nos brindan informes espantosos acerca de las nuevas reglas bajo las que ninguno de nosotros ha vivido nunca. Muchos perdieron sus trabajos. El distanciamiento social, el no ir a parques o eventos de entretenimiento. Las escuelas están cerradas, las graduaciones canceladas. No podemos caminar por las aceras a menos de seis pies (1.8 metros) de distancia. Los juegos deportivos están descartados, los barbijos o cubrebocas deben usarse en las tiendas, etc. ¡Todo esto es suficiente para ponerlo en un estado de miedo y depresión! ¿Significa esto que Dios se ha ido y que nos ha olvidado? ¡Por supuesto no!

Mientras atravesamos estas pruebas y todo parece desesperado, debemos  reflexionar sobre las bendiciones y los milagros que Dios ha hecho en nuestras vidas. Aquí hay un par.

Hace años, cuando mi hijo mayor David tenía 10 años, se enfermó. Pensé que tenía gripe. Después de una semana, me preocupé y le pedí a un anciano de nuestra Iglesia que lo ungiera y orara para que Dios lo sanara. Al día siguiente lo llevamos a un médico, quien dijo que acababa de tener gripe... “Llévelo a casa y déjelo descansar”, dijo el médico. "Él estará bien."

Antes de salir de la oficina, la enfermera llamó a mi esposo y le dijo en privado que debía llevar a David al hospital para asegurarse de que todo estuviera bien. Ella sintió que algo más pasaba. Charles y yo lo llevamos directamente al hospital. Alarmados, los médicos llevaron inmediatamente a David a cirugía. Aparentemente, el apéndice de David se había roto varios días antes. 

David estuvo en el hospital durante una semana mientras drenaba todas las toxinas de su sistema. Hasta el día de hoy, estamos muy agradecidos con aquella enfermera valiente y de pensamiento rápido, ya que salvó la vida de nuestro hijo. Si hubiésemos seguido el consejo del médico y lo hubiéramos llevado a casa, David podría haber muerto.

Sabemos a quién se debía el máximo agradecimiento ese día: ¡Dios! Puedo nombrar muchos ejemplos en los que Dios ha intervenido a nuestro favor. Algunos han sido serios y otros no tanto, como el caso del “molino de viento” en el que Dios  respondió a mi oración.

Una bendición inesperada

Hace muchos años vivíamos en una casa que tenía un enorme molino de viento en el patio delantero. Me encantaba ese molino de viento, especialmente en primavera cuando el viento hacía girar las aspas. Las hermosas flores que rodeaban su base  realzaban su belleza. A menudo, temprano en la mañana lo miraba por la ventana mientras bebía una taza de café. La belleza y el movimiento del molino de viento exportaban paz y calma. Era una excelente manera de comenzar mis mañanas.

Pasado los años la pintura del molino de viento se desvaneció y  necesitaba urgentemente mantención. Medía más de 10 pies (o 3 metros) de alto y con cuatro niños que alimentar, no estaba en nuestro presupuesto su mantención. Recuerdo haber mencionado casualmente a nuestro Padre celestial que deseaba tener el dinero para pintar ese viejo molino de viento para recuperar su belleza de antaño.

Una semana después, mi esposo miró por la ventana y me dijo que me acercara rápidamente. ¡El molino de viento tenía una nueva capa de pintura!

¿Quién pintó nuestro molino de viento y del color que yo quería? Más tarde ese día, un joven que vivía en la casa de al lado se acercó y nos dijo que lo pintó la noche anterior. Si bien debería haberme molestado porque un vecino pintó mi molino de viento sin permiso, ¿cómo podría hacerlo? Por extraño que fuera, fue una bendición maravillosa. Dios escuchó mi deseo e inspiró a este joven a pintarlo.

En otra ocasión, apenas teníamos qué comer. Mientras trataba de averiguar cómo alimentaríamos a nuestros hijos ese día, escuché un golpe en la puerta. Era una mujer de nuestra iglesia con una bolsa de comestibles. Ella dijo que estaba inspirada para traernos algo de comida. Ella no tenía idea de cuánto necesitábamos la comida, pero Dios sí.

¡Recuerda y anímate!

Todos olvidamos las bendiciones e intervenciones de Dios de vez en cuando. Es fácil, especialmente ahora con todo este asunto del coronavirus, pensar que Dios se ha ido. Cuando nos sentimos abrumados y desanimados por las pruebas que estamos atravesando, es bueno recordar lo maravilloso que es nuestro Padre celestial y cómo nos ha ayudado a lo largo del camino en el pasado.

Dios está ahí para ayudarnos en tiempos de urgencia, pero también se preocupa por las pequeñas cosas que nos importan. En Juan 15: 7 Dios nos dice: "Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá" (Nueva Versión Internacional).

Dios quiere darnos las cosas buenas de la vida. Entonces, ¿vemos un Dios amoroso que quiere lo mejor para nosotros, o vemos un Dios duro e indiferente, un Dios que se ha ido?

En sus momentos de más desánimo, pídale a Dios que lo anime. ¡Funciona! Haga una lista de las veces que Dios ha intervenido en su vida, y repáselo cuando se sienta abrumado y desanimado. Incluso cuente las bendiciones que ha traído de este coronavirus. ¡El valor de la gasolina ha descendido como nunca antes! Pude cargar gasolina en nuestros dos autos por 49 centavos el galón con una tarjeta de descuentos Kroger .

Si Dios le ayudó en el pasado, ¿significa eso que se ha ido y no está interesado en ayudarle hoy? ¡No! Él no es inconstante ni se ha ido con el viento, como suele ocurrir con las personas. Dios es leal y nunca cambia (Malaquías 3: 6). Hebreos 13: 8 dice: "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos".

Él nunca nos dejará y nos ordena que seamos “fuertes y valientes”.  Deuteronomio 31: 6 dice: “Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará». ”(NVI). ¡Nunca! ¡Él nos ayudará a llegar al otro lado de esta pandemia! ¡Sean valientes y no teman porque Dios está con nosotros!