El eco de la vida

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El eco de la vida

Cuenta la historia que un leñador y su hijo salieron a la montaña. De repente, el niño resbaló y exclamó, “¡ay!”, y unos segundos después escuchó el mismo grito proveniente del bosque. El niño preguntó, “¿escuchaste papá?, hay alguien en algún lugar de la montaña”.

El padre le aseguró que no había nadie; el niño gritó de nuevo: “¡¿Quién está allí?!” y desde la montaña resonaron las mismas palabras. “Cree que soy sordo por eso repite lo que digo”, afirmó el niño. Luego gritó, “¡cobarde!” y unos segundos después escuchó lo mismo. El padre le explicó, “es un fenómeno acústico llamado eco, donde tu propia voz rebota como cuando lanzas una pelota contra una pared”.

 El padre continuó, “La vida es en cierta forma como el eco de la montaña, recibimos lo mismo que le damos. Cuando insultamos, nos insultan, si somos amorosos, recibimos amor y si sonreímos la vida nos sonríe. Hagamos la prueba”. Dicho esto, el padre se rió en voz alta y en unos segundos el eco devolvió las carcajadas.

Para escuchar el eco, deben transcurrir unos segundos después de emitir el sonido. Si este tiempo es menor, el oído no lo distingue por separado y se escuchan ambos sonidos con mayor fuerza. Esto se conoce como resonancia y ocurre en los espacios amplios por ejemplo en salones y teatros.

Un descubrimiento asombroso

En la naturaleza, algunos animales como los delfines y los murciélagos emiten chillidos agudos que rebotan al chocar con los cuerpos a su alrededor. Mediante el eco, estos animales logran orientarse, reconociendo la distancia, la forma y la dureza de los objetos.

En el año 1700, el biólogo italiano Lazzaro Spallanzani, descubrió esas ondas sonoras observando cómo los murciélagos atrapaban a sus presas. Luego, el físico austríaco Christian Andreas descubrió el “efecto Doppler”—un cambio de frecuencia en las ondas durante el movimiento. Sobre esta base, los japoneses desarrollaron su aplicación para el ultrasonido.

 Las primeras pruebas se hicieron en la marina, cuando los hermanos Pierre y Jacques Curie descubrieron las propiedades de unos cristales que se emplean en el ultrasonido. El primer aparato de ultrasonido se fabricó en 1950, pero no fue sino hasta treinta años después que se pudieron ver las primeras imágenes, naciendo así la ultra ecografía, una de las técnicas de diagnóstico médico más utilizadas hoy en día. Las ondas sonoras rebotan en los tejidos u órganos internos y forman una imagen en la pantalla. En ella los médicos pueden observar el estado de salud, así como la anatomía del feto en el vientre de una mujer en sus primeras semanas de vida.

Lo que damos regresa

Cuando hacemos felices a quienes nos rodean, la vida nos devuelve la felicidad. Esto mismo les explicó Jesucristo a sus discípulos en Lucas 6:38 (NVI) “Den y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio”.

Dios premia lo que damos con creces. Es como cuando plantamos una semilla; el poder del crecimiento dentro de ella proviene de Dios. Cuando Jesucristo dijo “dad” también mencionó “os será dado” porque cuando damos podemos esperar recibir.

Los milagros están a nuestro alrededor, pero a veces no los vemos. No permitamos que las bendiciones solo pasen a nuestro lado. Una mujer que había estado enferma por doce largos años decidió tocar las borlas del borde del manto de Jesucristo y le fue devuelta la sanidad (Mateo 9:20-22). Puede ser que el milagro nos llegue como una idea y que al desarrollarla produzca fruto. Mantengámonos atentos cuando Dios nos haga llegar una bendición.

En este mundo, mucha gente solo quiere recibir sin dar nada a cambio. Para recibir el sonido que regresa por medio del eco, debemos emitir una palabra. De la misma manera, no podemos esperar bendiciones si no hemos invertido nuestro tiempo, talento o dedicación. Dios espera que trabajemos en su obra para ser merecedores de las bendiciones que vendrán, abundantemente, cuando se establezca el Reino de Dios en esta Tierra.