Creando hábitos Ganadores
El cerebro es el centro de operaciones donde se registran todos los aspectos de nuestra vida. En fracción de segundos puede determinar qué datos necesitamos ahora, dejando espacio para el nuevo conocimiento. La información recibida en forma ininterrumpida crea las conexiones necesarias para poder recordar. Gracias a este proceso, podemos realizar las actividades rutinarias con poco esfuerzo y aprender otras más complejas.
Existe una sinergia entre el cerebro, el sistema nervioso y los músculos. Hasta hace poco, los entrenadores descubrieron que los músculos pueden “memorizar” los movimientos. Un buen ejemplo es cómo aprendemos a encestar una pelota de básquetbol. Por esa razón, nuestro profesor de educación física nos puso a practicar lanzamientos por horas hasta que, con la práctica, nuestros músculos grabaron esa destreza.
En los encuentros, los grandes jugadores como Michael Jordan no piensan en cada lanzamiento; encestan desde cualquier ángulo, incluso bajo la presión de un oponente. No hay tiempo de pensar, deben hacerlo en el acto.
¿Qué son los hábitos?
Son conductas aprendidas a fuerza de repetición hasta que alcanzamos cierta automatización. La influencia del hogar, el trabajo, la iglesia, la escuela y los amigos, nos induce a formar hábitos. Según algunos expertos, para incorporarlos a nuestra conducta debemos repetirlos continuamente por lo menos dos meses. Lo mismo aplica para sustituir un hábito nocivo por un hábito ganador.
Los hábitos forman parte del aprendizaje; estos surgen porque el cerebro busca ahorrar tiempo, esfuerzo y energía. Así, al no pensar cómo conducir, caminar, respirar, comer o escribir en la computadora, podemos enfocarnos en otras áreas como soñar, descubrir, experimentar e inventar. En otras palabras, aprendemos por asociación y memorizamos por repetición.
En cada rincón de nuestra vida se alojan los hábitos. Algunos estudios en este campo sugieren que más del cuarenta por ciento de nuestras acciones son habituales. Aunque tenemos la capacidad para discernir, el cerebro sigue la ruta de grabar acciones para luego convertirlas en automáticas.
Nuestro estilo de vida es producto de los hábitos, por esta razón es importante construir hábitos ganadores para nuestro bienestar físico, mental, emocional y espiritual. No podremos liberarnos de los malos hábitos si no rompemos las ataduras, que pueden ser una sustancia, una relación o una vida desordenada. Recordemos que las circunstancias no cambiarán hasta que nuestra mente cambie la forma de pensar y reconozca cuál es la voluntad de Dios (Romanos 12:2).
Ingeniería cerebral
Por medio de este proceso, las células cerebrales nos ayudan a adquirir conocimiento y formar nuevas rutinas. Aunque los hábitos son una herramienta poderosa, lamentablemente algunos pueden ser destructivos.
Entonces, ¿Cómo podemos formar hábitos ganadores?
Nuestro cerebro puede compararse con miles de computadoras interconectadas; billones de células trabajan en conjunto para desarrollar nuestra preciosa maquinaria bioquímica, eléctrica, física, emocional y espiritual. Debemos tener el valor y la disciplina de cambiar aquello que nos perjudica. Como escribió Vincent Van Gogh, una de las figuras más influyentes en la historia del arte occidental: “¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?”
El rey David comprendió la complejidad de nuestro ser y la creación a nuestro alrededor cuando expresó: “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos” (Salmos 139:14-16 NVI).
Stephen Covey se convirtió en un reconocido escritor por su libro récord en ventas: “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”. Él nos aconseja ser proactivos, empezar con un fin en mente, priorizar, ganar-ganar, comprender antes de ser comprendido, valorar la diversidad y renovarnos física, mental y espiritualmente.
Con el poder del espíritu santo en nosotros, podemos culminar con éxito la carrera más importante (1 de Corintios 9:24-26). En el trayecto, tendremos que dejar de hacer ciertas cosas — aunque parezcan agradables — y empezar a construir hábitos ganadores que nos ayudarán a cumplir el propósito para el cual fuimos llamados.