Carta abierta para quienes desean adorar a Cristo en esta temporada

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Carta abierta para quienes desean adorar a Cristo en esta temporada

Aquí estamos nuevamente, rodeados de la música navideña que transmiten las radios y parlantes en los centros comerciales y tiendas. ¡Es imposible escaparse de ella!

En el vecindario donde vivimos, las familias están claramente tratando de ganar la competencia de decoraciones navideñas con espectaculares montajes. Las conversaciones por lo general se enfocan en planes de viaje, reuniones y regalos. Pero, al mismo tiempo, muchos de nosotros escuchamos sobre actos de bondad y  generosidad y nos llenamos de nostalgia por los recuerdos familiares. Muchas personas que no pertenecen a la Iglesia dirigen sus pensamientos al niño Jesús en el pesebre, que parece irradiar puro amor y gozo. Esos pensamientos a menudo provocan un deseo de renovar tradiciones y de adorar a Cristo como tal vez lo hicieron los tres reyes de Oriente hace unos 2000 años.

Como miembros de la Iglesia de Dios Unida que adoran a su Salvador, hemos hecho el fuerte compromiso de vivir por cada palabra de Dios  (Mateo 4:4; Deuteronomio 8:3). En el pasado, algunos de nosotros comprábamos regalos, colgábamos decoraciones, y acudíamos a la misa de Navidad (o del gallo) o a los servicios religiosos vespertinos del día de Navidad. Después de todo, parecía que todo el mundo alrededor nuestro estaba haciendo lo mismo. Tenía que ser algo bueno, ¡muy bueno!

Sin embargo, de repente encontramos una preciosa verdad, expuesta a plena luz y explicada abiertamente en las páginas de la misma Biblia que, según creíamos hasta ese momento, era la fuente de nuestras tradiciones navideñas. Vimos y aprendimos una versión muy distinta, una verdadera historia bíblica. Cuando yo estaba todavía en la escuela secundaria, hace muchos años, Dios me ayudó a ver la discrepancia entre la verdad y las tradiciones del hombre.

¿De qué se trata toda esta celebración? ¿Qué pasa cuando los parientes y amigos nos preguntan con gesto de desaprobación por qué estamos boicoteando el acontecimiento más grandioso del año?

De eso se trata precisamente esta carta. He aquí una pregunta para quienes no pertenecen a nuestra comunidad religiosa y que son amigos o familiares de nuestros miembros: ¿Puede usted adorar genuinamente al verdadero Cristo viviente durante esta temporada, con toda la parafernalia que rodea la celebración de su nacimiento?

Para quienes integramos la Iglesia de Dios Unida, la respuesta es una importante parte de quiénes somos. A quienes todavía no han logrado ver más allá de las numerosas tradiciones y la fastidiosa comercialización de la Navidad, esto puede parecerles algo completamente nuevo. Si usted pertenece a la última categoría, le solicito que por favor mantenga su mente abierta.

¿Adónde quiero llegar con todo esto?

Primero, la temporada de Navidad es una falsificación. Está conectada de manera vaga y artificial con el relato bíblico. Irónicamente, entre ciertas iglesias prominentes en Inglaterra y los Estados Unidos de algunas generaciones pasadas, la Navidad estaba estrictamente prohibida.

A finales de la década de 1980, el periódico británico London Telegraph le dio al legendario escritor Charles Dickens un nuevo nombre: “El hombre que inventó la Navidad”.

En efecto, a mediados de 1800 Dickens resucitó la celebración de la Navidad gracias a su libro “A Christmas Carol” (Un villancico de Navidad). Antes de eso, particularmente en Inglaterra, la Navidad había caído en desprestigio. ¿Por qué? El escritor (ya fallecido) William Manchester lo resumió en su último libro A World Lit Only By Fire (Un mundo iluminado solo por fuego). Como cualquier enciclopedia puede confirmar, cuando Jesucristo no regresó, como muchos esperaban, más y más cristianos comenzaron a buscar respuestas. Vivir según los principios cristianos era a menudo muy difícil, especialmente en el Imperio romano. Unos trescientos años después de la resurrección de Cristo, el grupo más grande de la Iglesia no se parecía mucho a la Iglesia primitiva.

Como Manchester señala, “los festivales paganos todavía gozaban de gran popularidad; por lo tanto, la Iglesia los expropió . . . la fiesta de la purificación [del dios egipcio] Isis y las Fiestas Lupercales romanas se transformaron en la Fiesta de la Natividad”. Él continúa: “Las saturnales, cuando hasta los esclavos disfrutaban de gran libertad, se convirtió en Navidad”.

¿Cuál es el punto principal que enfatiza Manchester? “En determinado momento,  el cristianismo fue infiltrado, y en gran parte trastocado, por el mismo paganismo que intentaba destruir” (énfasis agregado). En la Iglesia de Dios unida entendemos esto muy bien.

De acuerdo a lo que muchas fuentes autorizadas revelan (incluyendo el historiador romano Tácito), la moderna celebración de Navidad representa una mezcla de muchas tradiciones y festivales paganos de variados orígenes. Si usted desea investigar, aunque sea un poco, podrá descubrir por cuenta propia cómo algunos líderes cristianos del segundo y tercer siglo (y aún más tarde) adoptaron los escandalosos festivales de las saturnales, Dies Invicti Solis (el Día del Sol Invencible), las bacanales, las tradiciones derivadas del Yule (festival que celebraba el solsticio de invierno), y otros.

Muchos de estos festivales paganos eran oportunidades famosas por sus borracheras, promiscuidad sexual, orgías y otras cosas como estas. Y aunque se ha hecho un esfuerzo aparentemente bien intencionado para reemplazar las fiestas y orgías del 25 de diciembre con otro festival cristiano artificial, no funcionó. Era algo ofensivo, y con toda razón. Y empeoró aún más en Europa e Inglaterra en los siglos XVI y XVII: las celebraciones de “Navidad” tenían nefastas consecuencias, por lo cual muchos las prohibieron.

Pero eso se acabó con Charles Dickens, y posteriormente el comercio vio una gran oportunidad en la modesta (hasta entonces) costumbre de dar regalos, que explotó sin misericordia, como vemos hasta hoy día. Tal vez le sorprenda saber que el moderno Santa Claus [conocido también como San Nicolás, Viejo Pascuero, Papá Noel, etc.] es principalmente una invención de la compañía Coca-Cola. La historia oficial de Coca-Cola afirma: “Muchas personas se sorprenden al enterarse de que antes de 1931, Santa [Claus] era representado de muchas formas, desde un hombre alto y demacrado, hasta un enano de aspecto aterrador. Se le ha vestido con una túnica de obispo y con la piel de animal de un cazador nórdico”. En los años treinta, después de la devastación causada por la Gran Depresión, Coca-Cola comenzó a publicar anuncios en la revista Saturday Evening Post que establecieron la apariencia actual de Santa Claus. Después contrataron a una enorme agencia nacional de publicidad para fortalecer aún más esa imagen, basándose fuertemente en el poema “Visita de San Nicolás”, escrito por Clement Clark Moore en 1822. (Este poema comúnmente se llamaba “Era la noche antes de Navidad”. Y su estrategia funcionó.

Así que si usted desea adorar a Cristo en esta temporada, no puede relacionarlo en la Navidad. ¿Por qué? Porque él nunca estuvo en ella; y si se pregunta por qué nuestros miembros no parecen dejarse llevar por “el espíritu navideño”, pregúnteles la razón. Ellos podrán hablarle de un plan increíble y genuinamente bíblico para toda la humanidad, que Dios ha diseñado para todos nosotros. Es un plan que trasciende la temporada que estamos viviendo. Algunos pueden vivir con el sincretismo de mezclar el paganismo con el nacimiento de nuestro Salvador. Yo no puedo hacer tal cosa.

Fuente: UCG.org