Adolescentes en riesgo

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Adolescentes en riesgo

¿Por qué cada vez más adolescentes enfrentan problemas con la ley? Existen muchas causas, pero la delincuencia juvenil parece tener algo en común: padres que no inculcan en sus hijos respeto, disciplina y responsabilidad hacia otros y la propiedad privada.

Desafortunadamente, muchos jóvenes han crecido con padres permisivos. Para que los hijos aprendan a respetar la ley, lo más importante no es proporcionarles muchos bienes o que vivan con muchas comodidades, sino con valores, afecto y una disciplina justa pero firme.

Algunos padres quieren comprar el cariño de sus hijos, consintiéndoles o dándoles privilegios, en lugar de guiarlos con afecto e interesándose en lo que hacen. El amor paterno es mucho más que suplir las necesidades materiales, es inculcar valores para que desarrollen carácter.

Si los niños no aprenden la disciplina en el hogar, más tarde será una tarea casi imposible para cualquier institución. ¡Formar una familia estable es la única solución a largo plazo!

¿Qué opina Dios?

Dios va a disciplinar a naciones enteras por no educar, orientar y disciplinar a sus niños. Como bien lo escribiera Pitágoras, el famoso matemático y filósofo griego: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Cuando un niño aprende respeto, justicia y equidad, crece con normas básicas de convivencia.

Dios está airado contra los dirigentes y maestros que no enseñan a obedecer la ley de Dios, descuidando el mandato divino. El castigo para esos falsos pastores se describe en Jeremías 23:1-2 “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras ovejas”.

Dios responsabiliza a los padres por no enseñar los verdaderos valores y no ser un ejemplo digno de imitar. Los niños deciden si respetar las normas y preceptos de Dios y sus padres o revelarse contra ellos. También a ellos les habla Dios en Eclesiastés 11:9-10.

Afortunadamente, algunos padres responden al reto de guiar, amar y disciplinar correctamente a sus hijos. Estos padres son como un anticipo a la profecía de “volver el corazón de los padres a los hijos” (Malaquías 4:5-6).

Una etapa difícil

Cuando los hijos dejan la niñez e inician el camino hacia la vida adulta, pasan por la adolescencia, una etapa que les afecta a ellos, pero también a nosotros como padres.

La adolescencia es la transición que marca el final de la infancia y el inicio de la vida adulta. Se inicia aproximadamente a los 10 años y, en algunos casos, puede finalizar después de los 19 años.

En esta etapa cambia la relación de los hijos con los padres y con otras personas. Aunque el desarrollo de su identidad empieza antes de la adolescencia, a esta edad los chicos toman consciencia del cambio y tratan de descubrir aquello que los hace únicos.

Cuando las relaciones sociales, el estrés y las emociones no son bien manejadas, el adolescente puede mostrar conductas inesperadas: adicciones, rebeldía y hasta conflictos con la ley.

La tecnología, la televisión y el cine complican más este proceso. Para que esta etapa sea menos conflictiva, es muy importante brindarles amor, comunicación y límites. Es importante que los hijos comprendan que los padres nos preocupamos por ellos y que los amamos.

En esta etapa es común que tengan cierta reticencia a comunicarse. Debemos darles su espacio, pero si observamos conductas fuera de lo normal, no los dejemos sin supervisión y alejémoslos de cualquier situación que pudiera ponerlos en riesgo. Como padres, debemos fomentar en ellos el temor a Dios para que no vengan a engrosar las filas de adolescentes en riesgo.

Los adultos generalmente recriminamos a los jóvenes, pero ellos también tienen algo que decir, como lo expresara un adolescente: “No es que seamos jóvenes difíciles; es difícil vivir en una sociedad con gente cansada, ocupada, impaciente y acelerada”.

Dios tiene un plan para los jóvenes y anticipa un tiempo cuando ellos se regocijarán en las ciudades y andarán tranquilamente. Zacarías 8:5 “Y las calles de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en sus calles”.