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Hay momentos en los que debemos estar solos y eso tiene un propósito. Pero nos necesitamos unos a otros y debemos apreciar el valor de estar juntos.

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Hay ocasiones en las que deseamos estar solos. Queremos estar solos para buscar una solución a alguna dificultad, pregunta o problema en nuestra vida. Sin embargo, no es bueno que esto se prolongue ya que hay poder y valor al estar juntos, al trabajar en equipo con las personas cercanas.

Hay una historia que ocurrió después de la muerte y resurrección de Jesucristo que nos puede ayudar a entender este tema. Es la historia de Tomás, el discípulo que por ocho días se alejó de sus compañeros cuando Cristo fue crucificado y quien no estaba presente cuando Jesús se apareció las primeras veces, resucitado, a sus discípulos. En Juan 20:26 leemos que Cristo atravesó las paredes y entró en donde estaban sus discípulos. Tomas estaba con ellos. Esto aconteció ocho días después de la resurrección. Tomas dudaba lo que había oído de los demás discípulos, quienes habían visto a Jesús resucitado. Cristo se les apareció. Les dijo “la paz sea con vosotros”. Luego, se volvió a Tomás y le dijo, “pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Eso le bastó a Tomás. Dijo, “¡señor mío y Dios mío!”. Jesús le replicó, “porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.

Así que Tomás estaba de nuevo con el grupo, con los otros discípulos, con los diez en aquel momento. Su fe fue restaurada porque vio a Cristo. Sin embargo, dudó por algún tiempo. Aquí hay una lección importante para nosotros.

Hoy en día, hay razones para estar encerrados y en cuarentena. Esta situación ha durado un tiempo largo. A medida que el mundo vuelve a abrirse, debemos entender que hay valor en el contacto cara a cara con la familia, con los amigos, incluso con los compañeros de trabajo para comunicarse, entenderse y ser eficaces.

Tomás dudó porque no había visto, pero cuando se unió a los demás, su fe se fortaleció y se puso a realizar la obra que Dios quería que hiciera. Esa es una lección de la vida de Tomás. Ser una persona solitaria, estar solo, puede tener un beneficio corto. Sin embargo, a la larga, nos necesitamos mutuamente mientras desarrollamos nuestras relaciones que ayudan a fortalecer la fe que tenemos en Dios.

Esto fue “BT Daily”. Hasta la próxima.