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El castigo y la disciplina son tan importantes como incomprendidos. En este episodio, encontrará algunos consejos útiles.
Esta es la tercera parte de una serie que hemos estado haciendo en BT Daily sobre “Honrar a tus padres”. Y, por supuesto, este es el quinto de los Diez Mandamientos. Pero, ¿sabías que este mandamiento se repite y se cita en el Nuevo Testamento? El apóstol Pablo dice esto en Efesios: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre” –esta es una cita exacta del mandamiento– “que es el primer mandamiento con promesa: “para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra.”. Así que, sabemos que este mandamiento de Dios dice que, si lo obedeces, serás más feliz. Pero luego Pablo agrega algo más: “padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”. La versión King James dice: “No los provoquéis a ira”.
Aquí tenemos un problema como padres: luchamos con este deseo de ser honrados y, a veces, nos encontramos en esta disputa con nuestros hijos y en este conflicto con ellos: queremos honor y ellos se niegan a dárnoslo. Como padres, debemos tener cuidado de no hacer enojar a nuestros hijos, de no exasperarlos, como dice aquí. Ahora bien, eso no significa que no debamos castigarlos ni que evitemos decirles que están equivocados. También habrá momentos en los que habrá un forcejeo de voluntades en el que tendrás que ganar. Claro, puedes dejar que tu hijo de dos años salga corriendo a la calle. Pero tenemos que darnos cuenta de que también llegamos a ser muy negativos con nuestros hijos. Podemos estarles señalando constantemente lo que está mal y nunca lo que está bien. Podemos producir hijos que odien el pecado, pero que no amen la bondad. Ni amen la virtud. Ni encuentren la alegría que hay en hacer el bien. Simplemente odien el mal. Y se odien a sí mismos cuando hacen el mal. Es muy importante que les ayudemos a entender y a buscar esas oportunidades, para apoyarlos, para animarlos. Y hay momentos en los que, en lugar de castigarlos, tenemos que sentarnos y ayudarlos a superar las consecuencias de sus pecados, y por lo que han pasado.
Hace muchos años, llevé a un grupo de adolescentes al Parque Estatal Custer en Dakota del Sur. Estábamos acampando en una zona muy remota. Yo había dejado el campamento por un tiempo y cuando regresé, algunos de los líderes adultos vinieron a mí muy molestos y querían que castigara a este grupo de adolescentes, y que lo hiciera muy severamente. Entonces pregunté qué había pasado. Parece que encontraron una piedra que era muy pesada y del tamaño justo para pasar por el agujero de la letrina. Y los tres, queriendo saber qué pasaría, se acercaron y arrojaron la piedra por el agujero, y luego se inclinaron para ver qué pasaba. Bueno, supongo que la puerta se abrió de golpe y los tres salieron corriendo, gritando y que bajaron y se tiraron al lago para limpiarse. Y los adultos querían que los castigara. Dije que me ocuparía de ello, y llevé a los chicos aparte y les dije que se pusieran muy serios como si realmente los estuviera castigando y reprendiendo. Y les dije: “Solo quiero saber qué los llevó a hacer eso”. Me explicaron que parecía una buena idea. Me dio la oportunidad de sentarme y hablar con ellos sobre las consecuencias: que todo lo que hacemos tiene una reacción, tiene consecuencias para bien o para mal. Necesitaban entender que deben mirar todos los aspectos de la vida de esta manera, no solo la física de arrojar una piedra a un agujero, sino la idea de la moralidad.
Como padres, busquen esas oportunidades. Busquen esas oportunidades para hablar con ellos, para enseñarles, para alentarlos. A veces para ayudarlos cuando están sufriendo las consecuencias de una mala decisión. Al honrarlos y enseñarles esto y cumplir con esta escritura, aprenderán a honrarlos a ustedes. Esto es BT Daily. Hasta la próxima.